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Las cortinas de humo del aborto, tabaco y alcohol

Una pancarta que reza 'La vida no tiene precio' en una marcha antiabortista
Una pancarta que reza 'La vida no tiene precio' en una marcha antiabortistaRicardo RubioEuropa Press

La apelación a los debates de contenido ideológico o de salud pública suele ser una herramienta clásica de la que echan mano algunos gobiernos cuando los problemas empiezan a aflorarles por todos los frentes. El recurso a esta técnica que actúa a modo de cortina de humo fue utilizado con inteligencia, por ejemplo, durante el Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. En plena crisis financiera, salió a la luz la famosa ley antitabaco, lo que logró desviar el paso de los tertulianos y cambiar el contenido de las conversaciones: en vez de hablar sobre bancos, paro y recortes, los ciudadanos lo hicieron durante unos días sobre si se podría fumar o no en los bares.

Este recurso vuelve ahora a la palestra, en pleno escándalo del Centro Nacional de Inteligencia, las cesiones genuflexas a los nacionalistas socios por parte del Gobierno y la escalada desenfrenada de los precios. El foco no se ha puesto esta vez, por el momento, sobre el humo de los cigarros, asunto que se deja para finales de legislatura, que serán previsiblemente aún más duros. El tema que salta a la palestra es el del aborto y la reforma de ley. Un guiño a Podemos con sesgo ideológico para encandilar a adeptos, engatusar a indecisos y copar espacios en los medios. La ley tiene miga, porque nadie puede decir que existan cortapisas a su práctica en España, cuando se contabilizan más de 80.000 interrupciones voluntarias anuales. La filosofía del texto es clara: dar más poder a las jóvenes en detrimento del parecer de sus progenitores y forzar a la pública a realizar las intervenciones, incluyendo en listas negras a los médicos que se opongan por razones de conciencia. La ley matará además otro pájaro: el de neutralizar el recurso del PP a la norma vigente y que duerme el sueño de los justos en el Constitucional.