Psiquiatría
Marian Rojas, psiquiatra: “Este es el motivo científico por el que nos enfermamos cuando llegan las vacaciones”
Durante los periodos de descanso, el cuerpo deja de sostener una tensión sostenida y se manifiestan dolencias físicas y emocionales que han sido postergadas durante meses
Llega el esperado descanso tras meses de intenso trabajo, pero justo al bajar el ritmo, aparecen la fiebre, la gastroenteritis o un profundo agotamiento; la ciencia explica esta aparente paradoja que vincula el estrés crónico con una bajada de defensas repentina.
El fenómeno es tan común que se ha convertido en una conversación recurrente: después de meses de esfuerzo y tensión sostenida, las ansiadas vacaciones se inauguran con una inoportuna enfermedad. Para muchas personas, el primer o segundo día de descanso trae consigo un resfriado, una migraña, dolores musculares o una repentina sensación de vulnerabilidad y tristeza. Lejos de ser producto de la mala suerte, este hecho tiene una explicación fisiológica y psicológica profunda, tal como detalla la reconocida psiquiatra Marian Rojas Estapé.
El motivo por el que enfermas cuando llegan las vacaciones
Según Rojas, la clave reside en el "modo supervivencia" en el que vivimos gran parte del año. Nuestra rutina diaria, marcada por las exigencias, la incertidumbre y las "micromacrobatallas" cotidianas, mantiene a nuestro sistema nervioso simpático en un estado de alerta constante. Este sistema es el responsable de activar la respuesta de "lucha o huida" ante lo que percibe como una amenaza, ya sea real o imaginaria.
En este proceso, una hormona juega un papel protagonista: el cortisol. Conocida popularmente como la "hormona del estrés", el cortisol se libera para ayudarnos a enfrentar esos desafíos, agudizando nuestros sentidos y movilizando energía. Una de sus funciones es actuar como un potente antiinflamatorio y modular la respuesta del sistema inmunitario. Cuando el estrés es puntual, este mecanismo es beneficioso. Sin embargo, el problema surge cuando el estrés se cronifica.
El "efecto bajón" del sistema inmunitario
Vivir durante meses con niveles elevados y sostenidos de cortisol es, en palabras de Rojas, como mantener al organismo en un estado de tensión forzada, aguantando para no caer enfermo mientras la batalla continúa. El cuerpo, enfocado en la supervivencia inmediata, suprime o aplaza ciertas respuestas inmunitarias para concentrar todos sus recursos en la gestión de la alerta.
Cuando finalmente llegan las vacaciones y nos permitimos relajarnos, se produce un cambio brusco. El estímulo estresante desaparece, y con él, los niveles de cortisol y adrenalina descienden drásticamente. Es en este momento cuando el sistema inmunitario, que había estado contenido, "baja la guardia". Esta caída repentina de la tensión provoca que infecciones que estaban latentes, como el virus del resfriado, encuentren la oportunidad perfecta para manifestarse. El cuerpo, por fin, se permite sentir el agotamiento y la inflamación que había estado ignorando.
Este fenómeno ha sido estudiado y se conoce como "enfermedad del ocio" (leisure sickness). El psicólogo neerlandés Ad Vingerhoets fue uno de los pioneros en investigarlo, tras observar que él mismo enfermaba con frecuencia durante los fines de semana y las vacaciones. Sus estudios concluyeron que aproximadamente un 3% de la población experimenta esta transición problemática del estrés al descanso, con síntomas como dolores de cabeza, fatiga, náuseas e infecciones virales.
El cuerpo grita lo que las emociones callan
La manifestación no es únicamente física. Como subraya Marian Rojas, "el cuerpo está gritando algo que las emociones no han sido capaces de expresar a lo largo de todo el año". Por ello, es también habitual que con el descanso aflore una "tristeza pegajosa" o unas ganas de llorar aparentemente injustificadas. Un estado de alerta mantenido durante mucho tiempo puede enmascarar una profunda vulnerabilidad emocional que solo se hace consciente cuando cesa el ruido exterior.
Pasar de un estado de sobreactividad a una inactividad repentina puede dejar al organismo sin los retos para los que estaba programado, generando malestar. Además, la percepción de la enfermedad cambia; durante los periodos de mucho trabajo, es más probable que ignoremos las señales de nuestro cuerpo, algo que se vuelve imposible cuando por fin paramos.
La conclusión de la psiquiatra es una llamada de atención sobre nuestro estilo de vida. Nos invita a reconocer las señales de agotamiento antes de que el cuerpo las manifieste en forma de síntomas físicos o la mente en forma de angustia o insomnio. Su mensaje final es claro y contundente: "El descanso no es un premio. El descanso es una necesidad básica para poder vivir bien, para poder prevenir las enfermedades físicas y las enfermedades mentales". Integrar pausas reales en el día a día, aprender a gestionar las fuentes de estrés y respetar los ritmos del cuerpo son las claves para evitar que el merecido descanso se convierta en una visita a la farmacia.