Nuevo estudio

Revelan la fascinante relación entre un envejecimiento más lento y la educación

Un estudio pionero revela un vínculo entre los años de escolarización y una vida más larga, abriendo una nueva vía de investigación sobre longevidad

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Hombre leyendoFreepik

¿Cómo hacer para no envejecer tan rápido? ¿Qué trucos pueden ayudarnos a "envejecer bien"? Estas son algunas de las preguntas que más interés suscitan cuando hablamos de longevidad. En el ámbito de la salud y de la ciencia, longevidad no es lo mismo que esperanza de vida. No se trata de alcanzar o superar la edad media de un país: longevidad significa buscar una vida más larga y saludable a nivel individual.

Dicho de otra manera, la longevidad se alcanza cuando se consigue domar los factores relacionados con el retraso del proceso del envejecimiento biológico (que no cronológico). Los estudios científicos más actuales sugieren que hay hábitos de vida saludable que influyen en la velocidad a la que envejece nuestro cuerpo a nivel epigenético. Es decir, que midiendo marcadores epigenéticos como la metilación del ADN, éstos avanzan a un ritmo más lento en comparación con la edad cronológica de una persona.

Hablamos, por ejemplo, de llevar una dieta sana o hacer ejercicio, así como vivir en determinados espacios. Sin embargo, hoy se publica un estudio pionero que ha identificado un nuevo factor beneficioso para la longevidad, que sugiere una posible relación entre el envejecimiento y la inteligencia.

Llevado a cabo por la Escuela de Salud Pública 'Mailman' y el Centro 'Robert N. Butler' de Envejecimiento, ambos pertenecientes a la Univesidad de Columbia, el trabajo ha revelado un vínculo convincente entre el nivel educativo y el envejecimiento biológico, lo que supone "un avance significativo en la comprensión de la longevidad".

Esta investigación, basada en datos de una gran muestra (el Framingham Heart Study), pone de relieve el profundo impacto de la educación en una vida más larga, con resultados publicados en la revista especializada JAMA Open. Aplicando el reloj epigenético DunedinPACE, los investigadores descubrieron que los años adicionales de educación se correlacionan con un ritmo más lento de envejecimiento y la consiguiente reducción del riesgo de mortalidad.

"Sabemos desde hace mucho tiempo que las personas con un nivel educativo más alto tienden a vivir más tiempo. Pero hay un montón de retos a la hora de averiguar cómo sucede y, lo que es más importante, si las intervenciones para promover el nivel educativo contribuirán a una longevidad saludable", explica Daniel Belsky, profesor de Columbia y autor principal del estudio.

Educación y longevidad

El estudio Framingham Heart Study, iniciado en 1948 y que abarca más de tres generaciones, sirve de base para este innovador análisis. Por primera vez, el enfoque del estudio tiende un puente entre la movilidad educativa (ir avanzando a estudios superiores) y sus efectos sobre el proceso biológico de envejecimiento y la mortalidad.

La aplicación del reloj epigenético DunedinPACE a los datos genómicos del estudio ha aportado nuevos datos, sugiriendo que dos años más de escolarización pueden suponer una desaceleración del 2-3% en el proceso de envejecimiento, lo que equivale a un descenso de casi el 10% en el riesgo de muerte.

Para lograr estos resultados, los investigadores de Columbia analizaron meticulosamente los datos de 14.106 participantes de tres generaciones del Framingham Heart Study, relacionando los logros educativos de los hijos con los de sus padres. Un subconjunto de participantes que proporcionaron muestras de sangre permitió calcular el ritmo de envejecimiento biológico.

Al centrarse en la movilidad educativa y las comparaciones entre hermanos, el estudio aisló eficazmente el impacto de la educación de los factores familiares y socioeconómicos. Gloria Graf, primera autora del estudio, subraya la importancia de estos diseños para mitigar las variables de confusión, lo que permite una interpretación más clara de la influencia de la educación en el envejecimiento.

Al separar estos factores, "descubrimos que la movilidad educativa ascendente se asociaba tanto a un ritmo de envejecimiento más lento como a un menor riesgo de muerte", concluye Graf, doctoranda del Departamento de Epidemiología y autora del estudio.

Envejecimiento saludable y la salud pública

Los resultados no sólo refuerzan la hipótesis de que las intervenciones educativas pueden ralentizar el envejecimiento biológico, sino que también allanan el camino para posibles cambios políticos destinados a mejorar la salud y la longevidad de la sociedad.

Según Graf, hasta la mitad del gradiente educativo observado en la mortalidad podría atribuirse a trayectorias de envejecimiento más saludables entre las personas con mayor nivel educativo. Esta correlación se mantuvo a lo largo de las generaciones y en las comparaciones entre hermanos, lo que indica un patrón coherente.

Como señala Belsky, aunque hacen falta pruebas experimentales para confirmarlo, los relojes epigenéticos como DunedinPACE son prometedores para dilucidar el impacto de las intervenciones educativas en un envejecimiento saludable mucho antes de la aparición de enfermedades y discapacidades en etapas posteriores de la vida.

Esta investigación arroja luz sobre el papel fundamental de la educación en la promoción de un ritmo más lento de envejecimiento y la prolongación de la esperanza de vida, ofreciendo un argumento convincente para dar prioridad a los logros educativos como una estrategia clave de salud pública.