Opinión

Combatir las pseudoterapias y la desinformación

«Los movimientos anticiencia, como los antivacunas o los defensores de terapias alternativas sin respaldo científico, han ganado un protagonismo preocupante»

"Hace tiempo decidimos asumir un rol proactivo en la defensa de la salud y la promoción de una práctica clínica basada en la evidencia"
"Hace tiempo decidimos asumir un rol proactivo en la defensa de la salud y la promoción de una práctica clínica basada en la evidencia"APLA RAZÓN

En un contexto donde la desinformación y las pseudoterapias proliferan de forma alarmante, los próximos meses debemos de continuar dando pasos al frente para frenar este fenómeno que, lejos de ser inocuo, constituye una amenaza para la salud pública.

Las pseudoterapias son procedimientos carentes de evidencia científica que pueden no solo pueden retrasar el acceso de los pacientes a tratamientos efectivos, sino que también pueden generar daños físicos, psicológicos y económicos. Desde tratamientos milagrosos contra el cáncer hasta terapias alternativas para enfermedades crónicas, las pseudoterapias se alimentan de la vulnerabilidad de las personas en momentos de gran necesidad.

Ante esto, la Organización Médica Colegial (OMC) decidió hace tiempo asumir un rol proactivo en la defensa de la salud de los pacientes y en la promoción de una práctica clínica basada en la mejor evidencia científica disponible, una acción que responde al compromiso estatutario de defender los intereses de los pacientes y al compromiso deontológico de velar por la mejor praxis médica, tal y como refleja el artículo 23 del Código de Deontología Médica.

Hoy, esta lucha está también respaldada y refrendada por los tribunales de justicia. La Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid desestimó a finales de 2024 un recurso de la Asamblea Nacional de Homeopatía contra este artículo del Código de Deontología Médica referido al uso de prácticas carentes de base científica como procedimientos contrarios a la Deontología Médica. Esta acción nos impulsa para seguir avanzando y lograr nuevos hitos, uno de los cuales debe ser la aprobación de una ley para regular la publicidad de los productos sanitarios que aumente la protección a los ciudadanos y la calidad y la transparencia de los servicios sanitarios de España.

La importancia de esta lucha no puede subestimarse en un momento en el que los movimientos anticiencia, como los grupos antivacunas o los defensores de tratamientos alternativos sin respaldo científico, han ganado un protagonismo preocupante. Estos, muchas veces impulsados por intereses económicos o ideológicos, representan una amenaza directa para la salud pública y minan la confianza en los sistemas sanitarios y en los profesionales que los sostienen.

Insisto en que combatir las pseudoterapias no solo es una cuestión de salud, sino también de justicia social. Permitir que estas prácticas sigan proliferando implica tolerar la explotación de personas en situaciones de vulnerabilidad y consentir la difusión de información errónea que confunde y pone en riesgo a la población. Pero nosotros solos no podemos, la lucha contra las pseudoterapias requiere un esfuerzo conjunto que trascienda las fronteras de las instituciones. La alianza con organizaciones internacionales, asociaciones de pacientes, sociedades científicas y medios de comunicación es esencial para amplificar el mensaje y generar un impacto duradero. Solo a través de un trabajo coordinado seremos capaces de proteger a los pacientes y salvaguardar los principios de una medicina basada en la evidencia.

Como he comentado al inicio, esta lucha está intrínsecamente ligada a la batalla contra la desinformación, y ambas suponen una amenaza creciente en nuestra sociedad que erosiona la confianza de los ciudadanos en la sanidad, los profesionales médicos y las instituciones. Las noticias falsas y las teorías sin sustento científico no solo generan confusión, sino que también fomentan la desconfianza en quienes trabajan diariamente para proteger la salud de todos. Este fenómeno tiene un impacto directo en la percepción que los ciudadanos tienen del Sistema Nacional de Salud (SNS), debilitando su capacidad para funcionar como un pilar esencial del bienestar social. Cuando los pacientes son expuestos a informaciones erróneas que cuestionan tratamientos validados o promueven falsas soluciones, la relación de confianza entre médicos y pacientes se ve seriamente afectada. Este daño no solo compromete la efectividad de la atención sanitaria, sino que también socava los valores democráticos al debilitar la credibilidad de las instituciones encargadas de velar por el bien común. En un contexto donde la cohesión social y la justicia dependen de una población informada y confían en sus sistemas, la desinformación representa un gran obstáculo que debemos superar.

Defender esta causa es, por tanto, un acto de compromiso con el sostenimiento del SNS y con la justicia social en nuestro país que vamos a seguir impulsando los próximos meses. Al combatir las pseudoterapias y la desinformación, se ve reforzado el contrato social entre las instituciones sanitarias y la sociedad y se garantiza que los recursos públicos se usen de manera eficiente y que todos los ciudadanos tengan acceso a una atención sanitaria basada en la evidencia. La denuncia y la persecución judicial por parte de la OMC contra aquellos que juegan con la desesperanza de las personas en su momento más vulnerable, en la enfermedad, es irrenunciable. Ese es nuestro deber y nuestro compromiso.