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Entender y actuar frente al párkinson
Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente en España, afectando a unas 160.000 personas. Se prevé que esta cifra siga aumentando en las próximas décadas debido al envejecimiento de la población

¿Cómo surge el párkinson?
Aún no se conoce una causa única que explique su origen, pero sí sabemos que factores como la edad, la exposición a ciertos factores ambientales, los traumatismos craneales o algunas mutaciones genéticas pueden aumentar el riesgo de desarrollarla. Sin embargo, ninguno de estos factores por sí solo es suficiente para desencadenar la enfermedad. Dado su carácter crónico y progresivo, el manejo interdisciplinar es clave, y aquí el papel de enfermería es fundamental. A medida que avanza la enfermedad, los cuidados se vuelven más necesarios.
¿Existe un tratamiento?
Además del tratamiento farmacológico, o las técnicas empleadas para optimizar la calidad de vida de los pacientes, como puede ser la estimulación cerebral profunda o el tratamiento con ultrasonidos de alta intensidad, es importante prestar atención a los siguientes cuidados. Es fundamental realizar un seguimiento individualizado para detectar carencias nutricionales y conviene prestar atención para evitar interacciones con la medicación.
¿Qué otros síntomas pueden presentar?
Muchos pacientes presentan estreñimiento, el cual puede mejorar con una adecuada ingesta nutricional o con ciertas pautas, como establecer una rutina diaria o elevar las rodillas con un banquito en el servicio. Estos pacientes también pueden presentar disfagia, que es la dificultad para tragar, un síntoma que podemos ayudar a manejar. En estadios avanzados de la enfermedad, pueden tener dificultades para masticar y/o coordinar los movimientos de la lengua al deglutir. Algunas recomendaciones útiles incluyen aprovechar a ingerir en “ON” (cuando el paciente tiene mejor movilidad) para la ingesta, sentarse correctamente y evitar las distracciones durante las comidas, lo que puede ayudar a prevenir atragantamientos. Un problema frecuente en estos pacientes es el "freezing" o bloqueo de la marcha. Para reducir estos episodios y mejorar la movilidad, podemos enseñarles diversas estrategias, como evitar espacios estrechos, utilizar calzado adecuado y asegurar una correcta iluminación. Además, el uso de pistas visuales o auditivas puede ayudar tanto a prevenir los bloqueos como a superarlos.
Por otro lado, también presentan trastornos del habla como la hipofonía, (tono de voz más bajo), o dificultades en la articulación de las palabras. A través de técnicas de comunicación adecuadas, podemos favorecer una mejor interacción con su entorno. Para ello, se recomienda animar a los pacientes a controlar la respiración mediante técnicas de relajación, practicar ejercicios de expresión facial o incluso derivar al logopeda si es necesario.
¿Y la salud mental?
No podemos olvidar el impacto psicológico de la enfermedad, tanto en los pacientes como en sus cuidadores. El estrés, la ansiedad, los trastornos del control de impulsos e incluso las alucinaciones son alteraciones que podemos detectar y abordar. Como enfermeras, recomendamos fomentar la socialización con su entorno, practicar técnicas de relajación que reduzcan la ansiedad, y mantener una buena higiene del sueño. En definitiva, ciertos cuidados pueden hacer más llevadera la enfermedad de Parkinson en quienes la padecen.
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