Salud
Estos son los medicamentos que nunca deberías mezclar con cerveza: te arrepentirás
La cerveza y los medicamentos pueden interactuar de formas no deseadas, generando reacciones adversas
El consumo de cerveza se ha convertido en una práctica habitual y cotidiana en numerosos países alrededor del mundo, y España no es una excepción. En la cultura española, beber cerveza es más una actividad social que se disfruta en reuniones familiares, encuentros con amigos en bares y terrazas, etc. En nuestro país, esta bebida se valora no tanto por su sabor, sino porque se la suele asociar con los momentos de relajación y camaradería que suele acompañar su consumo.
Sin embargo, siempre debemos recordar la importancia de consumir cerveza con moderación, especialmente en situaciones que requieren estar completamente alerta, como al conducir o manejar maquinaria. Además, es crucial moderar el consumo de cerveza, así como de cualquier otro tipo de bebidas alcohólicas, cuando se está bajo tratamiento con algún medicamento.
Medicamentos que nunca debemos mezclar con la cerveza
El alcohol y la mayoría de los medicamentos ingresan a nuestro organismo a través del sistema digestivo, llegando inicialmente al estómago. Desde allí, el cuerpo los transporta al hígado, donde estas sustancias se metabolizan y descomponen para luego ingresar al torrente sanguíneo. Una vez en la sangre, estas sustancias se distribuyen a diversas partes del cuerpo para ejercer su efecto. Estos efectos son los esperados cuando el alcohol y los medicamentos se consumen por separado y en las dosis recomendadas.
No obstante, la ingesta simultánea de alcohol y medicamentos puede desencadenar diversas reacciones adversas. En primer lugar, esta combinación puede comprometer la eficacia y la seguridad de los medicamentos. Además, puede provocar náuseas, vómitos, desmayos, pérdida de coordinación y dolores de cabeza. En algunos casos, esta mezcla también puede aumentar el riesgo de hemorragias internas, problemas cardíacos y dificultades respiratorias.
Ahora bien, no todos los medicamentos con los que mezclemos la cerveza pueden llegar a ser igual de peligrosos o tener las mismas consecuencias:
Inhibidores de la monoaminooxidasa
La cerveza, al igual que el vino y otros alimentos como el queso curado, contienen un aminoácido que ayuda a regular la presión arterial llamado tiramina. Normalmente, el cuerpo la descompone mediante una enzima llamada monoaminooxidasa. Sin embargo, existen un tipo de medicamento, llamados inhibidores de la monoaminooxidasa o IMAO que, como su propio nombre indica, inhiben esta enzima, impidiendo que se descomponga y que se acumule en el organismo.
La acumulación de tiramina puede causar un aumento brusco de la presión arterial, resultando en síntomas graves como dolores de cabeza, sudoración, palpitaciones, cambios en la visión, dificultad para respirar e, incluso, en casos extremos, una hemorragia cerebral.
Los inhibidores de la monoaminooxidasa son los primeros medicamentos antidepresivos que se descrubrieron y, afortunadamente, existen antidepresivos más modernos con menos riesgos. Sin embargo, los IMAO todavía se utilizan en personas para quienes otros tratamientos no han sido efectivos. Por lo tanto, es crucial leer el prospecto de cualquier medicamento y seguir las recomendaciones médicas para evitar problemas graves.
Antiinflamatorios
Los antiinflamatorios, como el ibuprofeno, deben ser utilizados con precaución por las personas que consumen alcohol de manera habitual, ya que la combinación de estos medicamentos con el alcohol puede causar gastritis. La gastritis es una inflamación del revestimiento del estómago, que puede provocar síntomas como dolor abdominal, náuseas y vómitos. En cambio, para las personas que solo beben alcohol de forma ocasional, el riesgo de desarrollar gastritis debido a esta combinación es mucho menor.
Anticoagulantes
Los anticoagulantes son fármacos fundamentales para prevenir la formación de coágulos sanguíneos. Sin embargo, el consumo crónico de alcohol durante un tratamiento con anticoagulantes puede mermar su efectividad, incrementando el riesgo de problemas graves de salud, como accidentes cerebrovasculares o ataques cardíacos. Por otro lado, si una persona que está bajo tratamiento con anticoagulantes consume alcohol de manera ocasional, el efecto puede ser diametralmente opuesto. En estos casos, el alcohol puede intensificar el efecto de los anticoagulantes, haciendo que la sangre se vuelva excesivamente delgada y elevando el riesgo de hemorragias.
Antibióticos
Los antibióticos son medicamentos que se utilizan para tratar infecciones bacterianas. Sin embargo, cuando se combinan con el consumo de alcohol, pueden surgir efectos adversos graves. No ocurre con todos los antibióticos, pero -por seguridad- lo más recomendable es evitar consumir alcohol mientras se está bajo tratamiento con antibióticos. Incluso si la combinación no genera efectos adversos inmediatos, el alcohol puede ralentizar el proceso de recuperación, haciendo que el cuerpo tarde más en sanar.
Depresores del sistema nervioso central
Las benzodiacepinas, los antiepilépticos y, en general, los medicamentos que deprimen el sistema nervioso central, así como los antihistamínicos recetados para alergias, resfriados o gripe, son fármacos que pueden causar somnolencia, mareos y letargo. Estos efectos son similares a los que produce el consumo de alcohol. Por lo tanto, cuando se combinan estos medicamentos con alcohol, los efectos de somnolencia, mareos y letargo pueden intensificarse significativamente. En situaciones extremas, esta combinación podría llevar incluso al coma y la muerte, debido a la sobredosis o a la depresión severa del sistema nervioso central.
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