La lotería maldita

En mi opinión todos los días son «el día del cáncer», ya que todos los días cientos de miles de personas conviven con esta enfermedad del mismo modo que lo hacen sus seres queridos y los sanitarios que los acompañan en esta dura batallada que no entiende ni de géneros ni de edades.

El cáncer es un monstruo de mil cabezas que aparece cuando menos te lo esperas, y necesita que todos empuñemos nuestra espada para poder vencerle.

Solo en España se diagnosticaron el año pasado más de 280.000 nuevos casos, siendo los cabezas de cartel de esta terrible lista los diagnósticos de cáncer de colon y recto, seguidos muy de cerca por el de mama.

Pero el cáncer es mucho más que un puñado de cifras que no hacen otra cosa que alejarnos de la realidad, la cual es mucho más dura que cualquier número.

El cáncer es un mensaje de texto a las once de la noche de tu mejor amigo, es un oncólogo que se rompe en mil pedazos al tener que decir «tengo una mala noticia» y es ese familiar que te abraza fuerte sin decir nada más.

Se necesita investigación, médicos, enfermeros, psicólogos, fisioterapeutas… en definitiva: personas que ayuden a otras personas.

Creo firmemente que el cáncer puede llevarnos a experimentar los peores momentos de nuestra vida, pero también confío en que es capaz de sacar lo mejor de cada persona de alguna u otra manera.

Cuando tengo que hablar de esta enfermedad con alguien ajeno a la profesión me gusta hacer la siguiente analogía: el cáncer es una lotería y al nacer a todos se nos entregan más o menos décimos con los que estamos destinados a jugar, lo único que está en nuestras manos es si queremos comprar más papeletas.