Psicología
Por qué nos hacemos "selfies" y qué piensan los demás de nuestras fotos
Los científicos recopilan miles de reacciones a los selfies para entender cómo obtenemos información de ellos. ¿Nos interesa más el encuadre de la imagen o juzgamos a las personas por el físico?
Desde hace siglos, la gente utiliza los autorretratos para comunicar información sobre sí misma. Ya lo decía Frida Khalo: "Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco". De alguna manera, sus autorretratos eran representaciones de su propia vida y de sus emociones. Pero, ¿las fotografías que nos auto-hacemos tienen el mismo significado? ¿Por qué nos hacemos selfies y qué pretendemos con ello?
Hoy en día, las cámaras digitales permiten compartir nuestro rostro con más facilidad que nunca. Sin embargo, aunque los autorretratos son ya casi omnipresentes, no sabemos cómo los utiliza la gente para comunicarse. Así que un equipo de científicos de la Universidad de Bamberg, en Alemania, se propuso investigar la semántica de los selfies.
"Aunque el término 'selfies' cumple ahora 21 años, y aunque los selfies se conocen en la historia del arte desde hace casi 200 años en fotografía y más de 500 años en pintura, aún carecemos de una clasificación clara de los distintos tipos de selfies", explica Tobias Schneider, autor principal del estudio publicado en Frontiers in Communication y estudiante de doctorado en la Escuela de Posgrado de Ciencias Afectivas y Cognitivas de Bamberg.
Estudios anteriores han establecido que las personas que se toman un selfie tienen tres objetivos principales: autoexpresión, documentación y representación. Algunos científicos han utilizado las etiquetas que acompañan a los selfies y otros metadatos para descifrar los significados que la gente intenta transmitir con ellos, pero esto no tiene en cuenta la foto en sí.
Para entender qué tipo de significado atribuyen las personas a los distintos selfies, los investigadores pidieron a los usuarios que describieran sus primeras impresiones sobre una muestra de selfies. Estas asociaciones podrían recopilarse para averiguar cómo entienden los espectadores los distintos tipos de selfie. O, dicho de otra forma, ¿qué piensan los demás ante nuestros selfies?
"La mayoría de las investigaciones se centran en los factores visuales directos, dejando de lado los factores asociativos que los espectadores tienen en mente cuando navegan por nuestro mundo orientado a los selfies", explica el profesor Claus-Christian Carbon, autor principal. "Aquí utilizamos informes y asociaciones personales para describir y categorizar los selfies de forma sistemática".
Las personas que ven nuestros selfies se imaginan nuestra personalidad
Los científicos crearon su conjunto de datos de prueba a partir de una base de datos de selfies llamada Selfiecity. Utilizaron únicamente autorretratos sin texto, tomados con la cámara de un móvil, con las propias manos o con un palo de selfie. Los 1.001 selfies restantes se presentaron a un tamaño estándar, sobre un fondo gris liso.
Los científicos reclutaron a 132 participantes por Internet. Para evitar cansar a los participantes, utilizaron un algoritmo para seleccionar 15 selfies al azar para que cada participante los revisara. Los científicos proporcionaron cinco cuadros de texto por selfie para que los participantes escribieran sus reacciones espontáneas.
Schneider y Carbon procesaron estos datos para agrupar las primeras impresiones de los encuestados en 26 categorías. Por ejemplo, una de ellas era "estado de ánimo" y englobaba los comentarios que los encuestados hacían sobre el estado de ánimo del autor del selfie.
El análisis identificó cinco grupos diferentes de categorías, que los autores denominaron "perfiles semánticos". El más grande, es decir, el que más impresiones recibió, se denominó "estética". Las personas solían clasificar las fotos según el estilo o la experiencia estética. En otras palabras, describían lo que veían: si la persona lleva bufanda o si el encuadre del selfie es perfecto.
Le seguía muy de cerca "imaginación", imágenes que llevaban a los encuestados a imaginar dónde estaba el autor del selfie o qué estaba haciendo. También "rasgo", fotografías que suscitaban términos relacionados con la personalidad. Por ejemplo, los espectadores solían intentar adivinar la identidad de las personas. Los términos subyacentes eran, por ejemplo, "estudiante" o "bloguero". También definieron a algunas personas como "tiene talento artístico" o apuntaron cosas como "se nota que va de camino al trabajo por los pantalones que lleva".
Menos populares, pero importantes, fueron los grupos "estado". Es decir, aquellas imágenes que para el espectador reflejaban el estado de ánimo o la atmósfera (es decir, personas que dijeron cosas como "está triste" o "contenta"). Tampoco fueron populares las afirmaciones del grupo "teoría de la mente", esto es, imágenes que llevaban a los encuestados a hacer suposiciones sobre los motivos o la personalidad del autor del selfie.
Algunos se atrevieron a hacer asunciones sobre el tipo de persona que eran. Identificaron a algunas como "simpática", "segura de sí" u "honesta", pero también de forma negativa, con términos como "estricta", "obsesiva" o "ingenua". Los científicos añaden que estas palabras a menudo derivaban de "asociaciones de identidad" tales como "se parece a Heidi Klum", parece un "sireno" o "parece una Barbie". También asumían su motivación: "Quiere aparentar ser cool", "está implorando ser reconocido" o "pretende aparentar ser mayor".
Cada grupo mostraba una estrecha asociación entre las distintas categorías de las primeras impresiones de los encuestados, lo que sugiere que éstos estaban captando el lenguaje visual que utilizamos para comunicar distintos aspectos de nosotros mismos, ya sea nuestro mal humor o nuestro gran atuendo.
"Nos impresionó la frecuencia con la que se expresó la categoría 'teoría de la mente', porque es una forma muy sofisticada de comunicar sentimientos y pensamientos internos", afirma Schneider. "Demuestra lo eficaces que pueden ser los selfies en términos de comunicación". Los científicos señalaron que estos perfiles semánticos pueden no expresarse o entenderse de la misma manera en todo el mundo, por lo que es necesario seguir investigando.
"La investigación nunca termina", dijo Schneider. "Necesitamos más informes libres sobre selfies, más descripciones de cómo se siente la gente respecto a las personas y escenas representadas, para entender mejor cómo se utilizan los selfies como forma compacta de comunicarse con los demás". "Definitivamente, en el futuro necesitaremos muestras más amplias, diversas y transculturales para entender cómo los distintos grupos y culturas utilizan los selfies para expresarse", añade Carbon.
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