Salud

¿A qué velocidad envejeces? Ahora podemos saberlo con una simple "foto" del cerebro

Crean una herramienta que predice el riesgo de demencia y otras enfermedades como infartos e ictus, años antes de que aparezcan los síntomas

Descubren qué estructuras moleculares son clave en el proceso de envejecimiento
Longevidad y envejecimientoFreepik

Imagina una herramienta para medir lo rápido que envejeces... mientras sigues razonablemente sano. A partir de un sencillo escáner, de una sola resonancia magnética de la cabeza, los investigadores pueden medir el ritmo de envejecimiento y predecir el riesgo de demencia y discapacidad en los próximos años, cuando aún se puede mejorar la salud.

«Cualquier reunión de instituto nos recuerda que algunas personas envejecen con más gracia que otras. Algunos llegan a la vejez físicamente ágiles y mentalmente despiertos. Otras empiezan a sentirse frágiles u olvidadizas mucho antes de lo esperado. La forma en que envejecemos es muy distinta de cuántas veces hemos dado la vuelta al sol [edad biológica]», afirma Ahmad Hariri, catedrático de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Duke.

Él, científicos de Duke, junto al experto en Psicología y envejecimiento del cerebro Maxwell L. Elliott, de Harvard, y compañeros de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) han desarrollado una herramienta de libre acceso que permite saber a qué velocidad envejece una persona, aún razonablemente sana, observando una instantánea de su cerebro.

A partir de un único escáner cerebral por resonancia magnética, la herramienta puede calcular el riesgo de padecer en la mediana edad enfermedades crónicas que suelen aparecer décadas más tarde. Esa información podría ayudar a motivar cambios en el estilo de vida y la dieta que mejoren la salud. En las personas mayores, la herramienta puede predecir si alguien desarrollará demencia u otras enfermedades relacionadas con la edad años antes de que aparezcan los síntomas, cuando podrían tener más posibilidades de ralentizar el curso de la enfermedad.

«Lo más interesante de todo esto es que hemos captado la velocidad a la que envejecen las personas a partir de datos recogidos en la mediana edad», explica Hariri. «Y nos está ayudando a predecir el diagnóstico de demencia entre personas mucho mayores», señala. Los resultados de su estudio se publican hoy, en la revistaNature Aging.

«Encontrar formas de ralentizar el declive relacionado con la edad es clave para ayudar a las personas a vivir más sanas y más tiempo. Pero primero «tenemos que averiguar cómo podemos controlar el envejecimiento de forma precisa», afirma Hariri. Hasta ahora, se han desarrollado varios algoritmos para medir el grado de envejecimiento de una persona. Pero la mayoría de estos «relojes del envejecimiento» se basan en datos recogidos de personas de distintas edades en un único momento, en lugar de seguir a los mismos individuos a medida que envejecen, explica el experto.

Un escáner cerebral permite saber a qué velocidad envejece una persona
Un escáner cerebral permite saber a qué velocidad envejece una personaEthan Whitman, Duke University

«Lo que parece un envejecimiento más rápido puede deberse simplemente a diferencias en la exposición» a sustancias como la gasolina con plomo o el humo de los cigarrillos, específicas de cada generación, señala Hariri. El reto, prosigue, consiste en encontrar una medida de la rapidez con que se desarrolla el proceso que no esté influida por factores ambientales o históricos no relacionados con el envejecimiento. Para ello, los investigadores de Harvard y Duke se basaron en los datos recogidos de unas 1.037 personas estudiadas desde su nacimiento en el marco del Estudio Dunedin, llamado así por la ciudad neozelandesa donde nacieron entre 1972 y 1973.

Cada pocos años, los investigadores del Estudio Dunedin analizaban los cambios en la presión arterial, el índice de masa corporal, los niveles de glucosa y colesterol, la función pulmonar y renal y otras medidas de los participantes, incluso la recesión de las encías y la caries dental. Utilizaron el patrón general de cambio de estos marcadores de salud a lo largo de casi 20 años para generar una puntuación del ritmo de envejecimiento de cada persona.

La nueva herramienta, denominada DunedinPACNI, se entrenó para estimar esta puntuación de la tasa de envejecimiento utilizando únicamente información de una única resonancia magnética cerebral obtenida de 860 participantes en el estudio Dunedin cuando tenían 45 años. A continuación, los investigadores lo utilizaron para analizar los escáneres cerebrales de otros conjuntos de datos de personas del Reino Unido, EEUU, Canadá y Latinoamérica.

Envejecimiento más rápido y mayor riesgo de demencia

En todos los conjuntos de datos, descubrieron que las personas que envejecían más rápido según esta medida obtenían peores resultados en las pruebas cognitivas y mostraban una contracción más rápida del hipocampo, una región del cerebro crucial para la memoria. Y lo que es más grave, también eran más propensas a sufrir deterioro cognitivo en años posteriores.

En un análisis, los investigadores examinaron los escáneres cerebrales de 624 individuos de edades comprendidas entre los 52 y los 89 años de un estudio norteamericano sobre el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer. Los que, según el instrumento, envejecían más rápido cuando se incorporaron al estudio tenían un 60% más de probabilidades de desarrollar demencia en los años siguientes. También empezaron a tener problemas de memoria y pensamiento antes que los que envejecían más despacio. Cuando el equipo vio los resultados por primera vez, «se nos cayó la mandíbula al suelo», dijo Hariri.

Los investigadores también descubrieron que las personas cuyas puntuaciones en el DunedinPACNI indicaban que envejecían más deprisa tenían más probabilidades de sufrir un deterioro de su salud en general, no sólo de su función cerebral. Las personas con puntuaciones de envejecimiento más rápido eran más frágiles y tenían más probabilidades de sufrir problemas de salud relacionados con la edad, como infartos de miocardio, enfermedades pulmonares o accidentes cerebrovasculares.

Los que envejecían más rápido tenían un 18% más de probabilidades de que se les diagnosticara una enfermedad crónica en los próximos años, en comparación con las personas con índices de envejecimiento medios. Y lo que es aún más alarmante, también tenían un 40% más de probabilidades de morir en ese plazo que los que envejecían más despacio, según los investigadores. «La relación entre el envejecimiento del cerebro y del cuerpo es bastante convincente», afirma Hariri.

Las correlaciones entre la velocidad de envejecimiento y la demencia fueron igual de sólidas en otros grupos demográficos y socioeconómicos distintos de aquellos en los que se entrenó el modelo, incluida una muestra de personas de América Latina, así como participantes del Reino Unido con bajos ingresos o no blancos. «Parece captar algo que se refleja en todos los cerebros», celebra el científico.

El trabajo es importante porque la gente de todo el mundo vive más años. Se prevé que en las próximas décadas se duplique el número de personas mayores de 65 años, hasta alcanzar casi una cuarta parte de la población mundial en 2050. «Pero como vivimos más años, desgraciadamente más gente va a sufrir enfermedades crónicas relacionadas con la edad, incluida la demencia», advierte Hariri.

La carga económica de la demencia ya es enorme. Las investigaciones sugieren que el coste mundial de la atención al Alzheimer, por ejemplo, crecerá de 1,33 billones de dólares en 2020 a 9,12 billones en 2050, un coste comparable o superior al de enfermedades como las pulmonares o la diabetes, que afectan a más personas. Sin embargo, los tratamientos eficaces contra el Alzheimer se han mostrado esquivos. La mayoría de los fármacos aprobados pueden ayudar a controlar los síntomas, pero no consiguen detener la enfermedad.

Una posible explicación de por qué los fármacos no han funcionado hasta ahora es que se empezaron a tomar demasiado tarde, cuando las proteínas del Alzheimer que se acumulan dentro y alrededor de las células nerviosas ya habían causado demasiados daños. «Los fármacos no pueden resucitar un cerebro moribundo», indica Hariri, pero en el futuro, la nueva herramienta podría permitir identificar antes a las personas que pueden estar en camino de padecer Alzheimer y evaluar intervenciones para detenerlo, antes de que el daño cerebral sea extenso y sin esperar décadas de seguimiento.

Además de predecir nuestro riesgo de demencia a lo largo del tiempo, el nuevo reloj también ayudará a los científicos a entender mejor por qué las personas con determinados factores de riesgo, como dormir mal o padecer trastornos mentales, envejecen de forma diferente, explica el primer autor, Ethan Whitman, que está realizando un doctorado en psicología clínica con Hariri y los coautores del estudio Terrie Moffitt y Avshalom Caspi, también profesores de psicología y neurociencia en Duke.

Whitman añade que se necesita más investigación para que DunedinPACNI deje de ser una herramienta de investigación y se convierta en algo con aplicaciones prácticas en la atención sanitaria. Pero mientras tanto, el equipo espera que la herramienta ayude a los investigadores con acceso a datos de resonancia magnética cerebral a medir los índices de envejecimiento de un modo que no pueden hacer los relojes de envejecimiento basados en otros biomarcadores, como los análisis de sangre.