Sanidad
Los médicos, contra la «militarización» de la Sanidad
Una nueva marea blanca se levanta esta vez contra el Gobierno de Pedro Sánchez por la aprobación de un Real Decreto que rompe los cimientos del sistema: acaba con las especialidades y obliga a la movilidad de los facultativos sin criterio sanitario
Si en 1995 la huelga general de médicos supuso la puntilla para el Gobierno de un Felipe González asediado por varios frentes, el parón que organizan para mañana los sanitarios puede convertirse en una sobresaliente estocada para Pedro Sánchez y su ministro de Sanidad, Salvador Illa, que trata de mantenerse a flote en una gestión caótica de la pandemia. Los facultativos sanitarios están hartos del desdén con el que se les ha tratado desde el inicio de la crisis del coronavirus, la exposición sin medios de protección a una enfermedad desconocida, jornadas intensivas a las que fueron y siguen siendo sometidos y, para rematar, un Real Decreto (RD) que remueve los cimientos de un sistema sanitario pionero, ejemplar y admirado en el resto de países.
El Real Decreto Ley 29/2020, que fue aprobado por la puerta de atrás en septiembre por el Ejecutivo de Sánchez, ha desatado una oleada de críticas entre los médicos ya que plantea la movilidad indiscriminada de facultativos, el acceso a la Sanidad sin MIR y la contratación de personal extranjero con una formación no tan exigente como la española. «Este decretazo menosprecia nuestra labor. Hasta ahora, el sistema nacional de salud siempre había abogado por la especialización para así atender con la mayor de las garantías cualquier tipo de patología. Esta ley lo que hace es obligarnos a movernos a cualquier puesto de trabajo de manera independiente a nuestra especialidad y sin poder negarnos. En resumen, que cualquiera valgamos para todo. Esto es revertir la evolución de nuestra profesión», explica Juan Fidalgo, anestesista del Hospital Clínico San Carlos.
Según se explica en el articulado de la norma, esta situación tendría carácter temporal, pero para los facultativos supone un precedente muy importante y desconfían que su aplicación se restrinja solo a casos excepcionales. «No todo vale, hay mucha preocupación entre los profesionales. Genera estrés el saber que te puedan poner al frente de una especialidad que no es la tuya. Está claro que un oftalmólogo no puede tratar una neumonía, es como si llamas a una empresa de construcción para un problema en la instalación eléctrica de tu casa y te mandan a un alicatador. El hecho de trabajar en la construcción no implica que puedas hacer todas las labores implicadas en ella», argumenta Fidalgo.
Además, en lo que coinciden todos los médicos que han participado en este reportaje, es que el problema no reside solo en lo que este RD supone para los sanitarios, sino el impacto que tendrá en los pacientes ya que conllevará a un sistema y una atención muy precaria. «Lo que se está haciendo es militarizar la Sanidad y el Gobierno se guarda la potestad de intervenir y cambiarnos de puesto de trabajo cuando lo estime oportuno, sin tener en cuenta nuestra formación. De igual modo, se permite la contratación de médicos sin MIR (especialidad) y personal extracomunitario cuya formación es mucho más precaria que la nuestra. No puede ser que se vaya a contratar a este tipo de personal para trabajar en puestos de superespecialización para la que otros llevamos formándonos años», asevera Javier Bermejo, que trabaja como médico en el SUMMA.
Maltrato institucional
Para la doctora Ángela Hernández se ha llegado a esta situación por una falta de previsión y de coordinación: «En marzo nos dijeron que no se había podido prever la pandemia, pero esto no es una guerra, es una epidemia mal gestionada en un país desarrollado que se presume con los resortes suficientes para salir adelante. En junio, en vez de prepararse para lo peor solo esperaron lo mejor, no se reforzó el sistema y ahora estamos como estamos. Las cirugías no urgentes se siguen aplazando y el atasco es enorme. Lo que se considera no urgente en este momento puede convertirse en tal si no se trata».
En relación a las condiciones en las que siguen trabajando aquellos que durante meses toda la población denominaba «héroes», los datos son preocupantes. "En atención hospitalaria, existe una temporalidad del 56,6% en el área médica y un 40,4% en la quirúrgica, lo que conlleva que muchos opten por formarse en España pero trabajar en el extranjero. Esto se suma a que desde marzo ya se han infectado de Covid más de 5.000 médicos. Es un maltrato absoluto», sentencia Hernández.
Yolanda Cabrero, anestesista en el Hospital de Getafe, insiste en que el decreto de Sánchez ha sido la gota que ha colmado el vaso, «pero llevamos muchos años de maltrato institucional, nadie nos pregunta, tradicionalmente la Administración no nos consulta a los profesionales y existe un déficit crónico de facultativos en todos los centros hospitalarios». Cabrero insiste en que esta huelga que comienza mañana y que pretende repetirse los últimos martes de cada mes «no es solo porque esta situación nos afecta a nosotros, sino a los usuarios del sistema sanitario. Es una movilización que también va en favor de los pacientes, para que sigan teniendo una sanidad de calidad. No queremos utilizarlos como rehenes sino salvaguardar las condiciones asistenciales existentes».
Un ministro «que no piensa»
«El Gobierno ha tenido seis meses para organizarse y gestionar la situación que en su momento sí fue de urgencia. Han decidido prorrogarlo porque así no tienen que pensar en un plan mejor y, además, de este modo, el Ministerio de Sanidad tampoco tiene que cumplir unos claros requisitos para implementarlo», argumenta Laura López - Táppero Irazábal, médico de urgencias en el Hospital La Paz.
Ella describe cómo es el duro camino que recorrió ella y sus colegas durante años para adquirir una formación excepcional que ahora quieren echar por tierra. «Después de conseguir la mayor nota en Selectividad, hacer la carrera más larga, pasar un examen obligatorio para poder ejercer como especialista, aguantar ser mano de obra barata durante cinco años..., ¿con qué nos encontramos? Pues obligados a suplicar que no nos descuenten de la nómina mensual 200 euros porque, al parecer, en vez de 37,5 trabajamos 35, cuando todos sabemos que la inmensa mayoría hace horas de sobra para cubrir esa jornada».
El desprecio que siente esa profesión es insostenible «y la negligencia de cara a mi salud ha sido supina. Si un paciente puede denunciarme por negligencia si en algún momento he puesto en riesgo su salud, yo también debería poder hacerlo con el Gobierno. En mi servicio, integrado por 41 médicos, se han contagiado 34. Se hablaba de distancia social y a los médicos nos tenían a 15 en un despacho trabajando con cinco ordenadores, comiendo bocadillos y en habitaciones compartidas por tres personas para poder descansar», afirma López-Táppero.
Por todo esto, cuando los médicos escuchan a lo políticos referirse a ellos como «héroes», se les revuelve el alma: «No lo somos, agradecemos el cumplido, pero también tenemos miedo y estamos muy cansados. Queremos que se nos valore y se nos respete», sentencia López-Táppero.
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