Inmunización

Cuando las religiones inciden en la vacunación

Judíos y musulmanes tuvieron que resolver el dilema de si la composición de los preparados atentaba contra sus principios

Coronavirus en Jerusalén
Un judío ultraortodoxo tras realizarse una prueba de coronavirus en el puesto de Magen David Adom en JerusalénABIR SULTANEFE

Aprovechando el éxito de Israel en su campaña de vacunación, muchos en ese país se han preguntado si la vacuna es kosher (apto o adecuado para consumir). Y la pregunta no es ciertamente baladí: muchas vacunas utilizan derivados de cerdo, un animal prohibido para consumo tanto en el judaísmo como por el Islam. Pero en este caso, como no se trata de consumo sino de una inyección, los rabinos han declarado que «de acuerdo con la ley judía, la prohibición de consumir carne de cerdo solo se aplica cuando es para alimento o vestuario. Si la sustancia se inyecta en lugar de comerse, no hay prohibición y, por lo tanto, no hay problema, y este es especialmente el caso respecto a la prevención de enfermedades».

Si bien la población judía a nivel global no es muy alta (no llega a los 15 millones), los musulmanes sí son una parte importante de la población global: 1.800 millones. Recientemente Indonesia, el país con mayor población musulmana, declaró halal la vacuna, es decir, apta para sus leyes.

Esta decisión es ciertamente importante ya que en muchas provincias indonesias, como Aceh, el 80 por ciento rechazan todas las vacunas debido a preocupaciones sobre el uso de cerdos, o sus derivados, para fabricarlas.

Pero la historia del rechazo de vacunas en algunos países con mayoría musulmana se remontan mucho más atrás. Y no sin polémica. En 2003 los imanes del norte de Nigeria aconsejaron a sus seguidores (más de 85 millones) que no vacunaran a sus hijos con la vacuna antipoliomielítica oral ya que detrás de esta se ocultaba un complot para disminuir la fertilidad musulmana. ¿El resultado? En 2006 Nigeria representó más de la mitad de todos los nuevos casos de polio a nivel mundial.

La idea del complot se repitió en Pakistán y Afganistán. Algunos talibanes emitieron fatwas oponiéndose a la vacunación y secuestraron, golpearon y asesinaron a funcionarios de vacunación. El problema fue que cinco años más tarde, a la CIA no se le ocurrió mejor idea que fingir una campaña de vacunación para intentar localizar a Osama bin Laden, alimentando lógicamente la paranoia. Desde entonces la CIA prometió que no volvería a crear ese tipo de maniobras. Si lo ha cumplido es algo que ignoramos.

Pero ha habido casos de arrepentimiento posterior. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, por ejemplo, ha hecho de la vacunación una iniciativa oficial en su programa de ayuda humanitaria. Por su parte, los testigos de Jehová, que en 1931 prohibieron que sus miembros recibieran vacunas, revocaron el mandato 20 años después.