Doctor en psicología y especialista en terapia cognitiva en “Más fuerte que la adversidad” (Planeta/Zenith) muestra las claves para afrontar los acontecimientos estresantes, aprender de ellos y salir fortalecidos.
Cuando se va a cumplir un año del estado de alama que confinó a toda España, Riso advierte de que habrá una pandemia mayor a partir de ahora: la de la salud mental y por la que nadie se ha preocupado.
-Propone que seamos más fuertes que la adversidad. ¿Eso se puede entrenar?
-Sí. Cualquier persona puede aprender a ser más fuerte de lo que es. Muchos pacientes que me llaman, me dicen que no pensaron que fueran tan fuertes como son. Descubren su fortaleza; todos somos más fuertes de lo que creemos, pero no lo intentamos. Por eso propongo unos espacios de reflexión, que son información básica para empezar a crear una personalidad resistente.
-Con la fatiga pandémica, ¿existen los “asintomáticos emocionales”?
-¿Con ello quieren decir que no sienten nada? Nunca lo he visto. En pandemia vi al revés, emociones exageradas. Ahora estamos en un cansancio o fatiga emocional. Esto es como una montaña rusa y la mente se ilusiona y de repente baja con la frustración. Cuando sumas todo el tiempo ese ilusionarse y frustrarse, porque te lo quitan, la mente se cansa, porque no es capaz de funcionar así. Y, entonces, aparece la desesperanza, prima hermana de la depresión. Ese cansancio emocional que está sintiendo todo el mundo puede transformarse en depresión en la gente que es vulnerable.
Aquí hay una cosa que es clara: cuando termine esto habrá dos cosas complicadas. Una la parte económica y otra la salud mental. No veo programas de prevención en ningún sitio, y por eso es importante que la gente empiece a preocuparse por su salud mental, no solo por la física.
Fatiga emocional
-¿Cupido también ha enfermado de coronavirus por ese cansancio emocional?
-Cuando hubo el confinamiento físico las parejas que estaban bien se fortalecían, se hacían una piña y luchaban juntos. Las que estaba flojas, se separaban. Me llamó una mujer y me dijo: no sabía que mi marido tenía un coeficiente intelectual tan bajito; otro que no aguantaban a sus hijos o que su mujer fuera tan fea. En China, cuando se hizo el confinamiento, hubo un montón de rupturas, pero al final se arrepentían a volvían a las dos semanas o cuando llegaban al juzgado.El confinamiento, lo que hacía -y seguimos en confinamiento con esas restricciones a la libertad- es que el umbral de la tolerancia se bajó mucho y la gente no soporta cosas del otro que en condiciones normales soportaba. La concepción de pareja que tenemos, creo, es más como pareja de fin de semana y si tienen hijos, más aún.
No creo que Cupido tenga el coronavirus, sino que creo que uno se autoengaña mucho y, cuando estamos en una situación límite como ésta, la mirada cambia. Uno de los más grandes descubrimientos es darse cuenta de qué es realmente lo importante y qué no lo es en la vida. Porque aquí hay pérdidas, porque a veces uno funciona con los valores prestados de otros; y esta vez tiene que sacar los propios.
-¿Qué se aprendió?
Estamos en el desapego puro. Antes para ir a una fiesta nos interesaba mucho la pinta que llevaba uno y ahora la gente ya ve que puede prescindir de eso. Y también hemos aprendido el secreto de la felicidad; entregarse incondicionalmente a lo inevitable. Separar lo controlable de lo que no lo es. Vencer el virus no depende de uno directamente pero sí cuidarte, crear espacios motivacionales, crecer si puedo, revisar muchas cosas, aprender un curso de cocina. Lo que dependa de uno, pero las que no, se quedan fuera. Eso creo que lo puede estar aprendiendo la gente.
-Qué le parece eso de darse un tiempo...
-Puede ser útil si la persona lo maneja bien y pide una ayuda adecuada. Hay que ver qué descubrís, porque si descubrís cosas que atacan tu dignidad personal o una incompatibilidad que no va con uno como que ya no le gusta el olor, por más que se dé un tiempo te pueden dar siglos. Habría que ver cada caso. Si una pareja tiene problemas de comunicación, sí que se pueden dar un tiempo o si una persona está muy estresada. Pero, generalmente, cuando uno tiene una buena pareja uno se da el tiempo dentro de la pareja, están juntos, peleando juntos. ¿Y qué pasa? Muchos vuelven, pero cuando lo tienen cerca ya no lo valoran igual. El cambio de la mirada hace que la gente empiece a ver las cosas de otra manera.
-¿El confinamiento puede hacer que se entre en bucle en pensamientos irreales?
-Cuando se bloquea la libertad de un mamífero, cualquier ser vivo al que pongas restricciones va a desarrollar irritabilidad. Y, puede en algún momento soñar despierto, pero lo que más lo va a marcar es la irritabilidad y la tristeza por la pérdida, porque se una pérdida de libertad, pero también de hacer cosas que antes podía. Pero la ira... hay gente que tiene ira frente a la vida y ese fenómeno de espera no son capaces de administrarlo bien.
-El Covid ha puesto a prueba nuestro ego. ¿El tamaño importa?
-El tamaño sí importa, pero no más grande, sino más chiquito. El virus es cien veces más chiquito que una bacteria, es una pequeña hebra de ácido ribonucleico nos arrodillo a todos. Como especie somos más vulnerables de lo que pensábamos. Además, la gente dice, ¿y dónde está toda la tecnología? Hay millones de virólogos en el mundo, grandes investigadores y resulta que la vacuna la saca una empresa privada... “No importa que tan alto sea tu trono, siempre estarás sentado sobre tu culo”. Todos estamos igualados. Aunque creo que los que tienen más necesidades, sufren más.
-Ha tomado el modelo guerrero como forma de seguir hacia delante...
Me preguntan mucho, como si fuera un brujo, ¿qué pasará? Yo siempre digo que no sé, pero mientras tanto, hay que luchar. Tomé el modelo del guerrero. Hay muchas culturas que toman al guerrero interior, en el nuestro es el sistema inmunológico, pero ahora tenemos que ayudarlo con la razón, con la conciencia, hacer un equipo con él. Es el que te dice en un momento dado: esta batalla no es mía, entrego las armas.
En el amor ocurre igual. Por ejemplo: Un tipo insoportable y la mujer espera que él cambia. No, deponga las armas. Un buen guerrero sabe elegir sus luchas. La gente ahora se está acercando a una sabiduría empírica. Se pregunta si esto vale o no la pena, antes ni se lo preguntaban. Nuestra cultura les encanta que todos seamos parecidos, en una colmena. Cuando empiezan a sobresalir las singularidades, asusta. La gente tuvo que salir de su propia colmena y se enfrentó a la autodeterminación. ¿Yo puedo apropiarme de mi ser? Eso no estaban acostumbrados a hacerlo.
-Dicen muchos que el dolor es maestro, pero ¿tanto dolor no es innecesario? ¿Nos podemos ahorrar esas lecciones?
-Una persona que sufre mucho se puede enloquecer. La depresión te lleva a la muerte. Uno no tiene que hacer un culto al sufrimiento, pero sí entender que forma parte del ser humano. Hasta los budistas aceptan que tiene que haber sufrimiento. ¿Pero esa gente que tiene ese crecimiento personal... no ven el mundo en el que están? Tenemos que ver cuál es un sufrimiento útil y uno inútil. Volvamos un tema de pareja: yo estoy con una persona que me ha sido 15 veces y pienso que puede cambiar. Esa relación me duele todo el tiempo, me quita energía... Ese es un sufrimiento inútil, porque te hunde. Pero yo quiero cambiarle ese sufrimiento por uno mejor: Empaque, váyase y elabore el duelo. Ahí sentirá ese sufrimiento, pero saldrá adelante, llevará a la aceptación y será libre. Un sufrimiento que te avisa que algo está funcionando mal es un sufrimiento útil si es capaz de leerlo. Si vas a una fiesta y la gente no es amable, y llegas a casa y no puedes dormir ese sufrimiento te está diciendo que necesitas una aprobación de los demás... hay que aprender a leerlo.
-¿El sufrimiento, la adversidad puede hacer que evolucionemos muy rápido?
-Sí, en situaciones límite puede ocurrir situaciones como esa. Hay una película en la que se cae un avión, el tipo era un cobarde, pero a medida que va cayendo se vuelve plano y a la vez se siente bien y empieza a rescatar gente. Lo que le pasó en esa experiencia límite es que ya no le tiene miedo a nada. Puede haber una conversión o transformación radical, personas que desarrollan una fuerza extrema como por ejemplo para levantar un automóvil para rescatar a alguien.
-¿Estamos en una situación límite?
-Ésta no es una situación límite sino sostenida en el tiempo. En una situación de estrés, en la que tus recursos no alcanzan, un estrés postraumático, como los soldados que vienen del frente, con un flash back se puede psicotizar. Pero también hay gente que hace un crecimiento postraumático y que no solo se recupera, sino que quedan mejor. Esas personas que quedan mejor no se saben bien por qué quedan mejor. Parecería que tienen unos recursos internos que afloran ahí. La personalidad resiliente... El crecimiento postraumático es que cambias la visión de ti mismo, de los otros que no tiene por qué ser Teresa de Calcuta y tu relación con el cosmos, es otra.
-¿Se puede inmunizar frente al miedo?
-Sí, hoy día sabemos las terapias que funcionan con el miedo, y son terapias de exposición. La persona que decide tomar una decisión de ser valiente, de enfrentarlo y llamar al miedo: si sé que me da miedo hablar en público, lo busco. Si tengo miedo a quedarme solo, lo busco. Cuando pierdo miedo al miedo soy un guerrero. Puedes afrontar una cosa más fuerte. Enfrentar el miedo te da una satisfacción muy profunda, descubres que eres más que aquello que te tenía controlado. Nunca lo vencerás si lo evitas.
-¿Existe la profecía autocumplida o autosabotaje?
-Yo prefiero lo de la profecía autocumplida, está demostrada y se sabe, hay base empírica. Siempre hacemos profecías autorrealizadas. En una situación complicada quizá.
-¿Se puede vivir un duelo a destiempo?
-Sí, se puede vivir un duelo a destiempo. Lo que es muy difícil es un duelo indeterminado, con un desaparecido, eso es muy difícil. Por ejemplo: se murió en un hospital. Entonces viene la culpa porque no pudo hablar con esa persona, el entierro se demora... Ahí tienes que hacer un duelo transitorio. En la película Philadelphia aparece muy bien reflejado: hacen una comida, se reúnen y los despiden así. Lo que es difícil de manejar ahí la culpa por pensamientos anteriores en plan si uno pensó que era mejor una residencia a que estuviera en casa. Si el duelo no se completa puede terminar en depresión o en “aquí no ha pasado nada”. Y ambas necesitan ayuda profesional, que es acompañar la persona en el duelo, que pueda seguir la persona en ese proceso.
Lo que está pasando nos ha acercado el tema de la muerte, porque estamos más cerca, vimos que podíamos morir más fácil. Hay que poder vivir bien y morir bien. Ya no es un tema tabú.