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Covid por sexos

El SARS-Cov-2 sí entiende de género

Una producción más fuerte de interferón, la mayor activación de las células T y una especial susceptibilidad a la autoinmunidad son algunas de las características biológicas que protegen a las mujeres de la covid-19

Las mujeres presentan un sistema inmunológico y hormonal superior al de los hombres en todas las edades Antonio LacerdaEFE

Entre las muchas disparidades de salud que caracterizan la pandemia de covid-19, una que ha recibido especial atención es la diferencia en los resultados entre hombres y mujeres. Ya en febrero del año pasado, los investigadores observaron que, aunque los hombres y las mujeres contraían la infección en tasas similares, los hombres parecían mucho más propensos a morir a causa de ella. La evidencia de la brecha se ha hecho cada vez más obvia, a medida que se han ido analizando más datos. Algunos de los resultados extraídos del proyecto internacional «Sexo, Género y Covid-19» indican que los hombres con la enfermedad tienen alrededor de un 20% más de probabilidades de ser hospitalizados que las mujeres. Una vez ingresados, es más habitual que requieran cuidados intensivos y que acaben falleciendo. De hecho, por cada mujer que muere por la infección, mueren entre 1,5 y 2 varones.

Unos datos que no resultan sorprendentes a la bióloga Sabra Klein, de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, que ha estado estudiando las respuestas inmunitarias a las infecciones virales durante más de dos décadas. En declaraciones a la revista «The Scientist», Klein afirma que «la pandemia está ayudando a destacar una verdad importante en la biología de las enfermedades infecciosas: que los virus y otros patógenos no afectan por igual a mujeres y hombres»

Las dos caras de la moneda

Las investigaciones retrospectivas sobre otros coronavirus, el SARS en 2003 y el MERS en 2013-14, revelan que, entre los casos detectados, los hombres tenían un mayor riesgo de muerte que las mujeres. También se sabe que otros virus, como la hepatitis C, causan infecciones más graves en los varones. Por otro lado, las enfermedades autoinmunes como el lupus, la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide que, en muchos casos, se cree que surgen de la activación excesiva de las vías inmunitarias antivirales son mucho más frecuentes en las mujeres, lo que ha llevado a Klein y a otros investigadores a pensar que podrían estar observando dos caras de la misma moneda.

En ese punto, el inmunólogo Marcus Altfeld, del Instituto Heinrich Pette de Hamburgo, declaraba al mismo medio que «esta diferencia es particularmente evidente en las células involucradas en el sistema inmunológico innato, que tienden a responder más rápidamente en las mujeres a la estimulación de virus que se unen a los receptores de esas células y, una vez estimuladas, lanzan una mayor producción de moléculas de señalización antivirales. «Este es realmente el primer paso en la respuesta inmune contra un virus».

Otros investigadores han descubierto que los neutrófilos, el tipo de glóbulo blanco más abundante en el sistema inmunológico de los mamíferos, parecen responder más a la señalización del interferón si se toman muestras de mujeres. Específicamente, las células femeninas muestran una regulación positiva más fuerte de múltiples genes involucrados en la defensa inmunológica, según un estudio publicado el año pasado por Mariana Kaplan y sus colegas del Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel.

Duygu Ucar, profesora asociada del Laboratorio Jackson en Maine (Estados Unidos) es una de las investigadoras que más ha profundizado en el análisis de las divergencias entre el sistema inmunológico de hombres y mujeres desde el punto de vista de la regulación genómica. Según las conclusiones de uno de sus últimos trabajos, que ella y su equipo realizaron usando modelos computacionales: el sistema inmunológico de la mujer cambia menos y experimenta transformaciones menos significativas con la edad en comparación con el del hombre, además de que envejece cinco veces más lento.

Según lo expuesto en este y otros trabajos, habría dos tipos de inmunidad en la que las mujeres tendrían una ventaja sobre los varones. Por un lado, la inmunidad adaptativa, ya que se ha demostrado que poseen un mayor número y / o una mayor actividad de algunos tipos de células T, lo que puede ayudar a desencadenar respuestas inmunitarias adaptativas a las infecciones virales. Y, por el otro, la inmunidad natural, ya que la producción de anticuerpos tiende a ser menor en los hombres que en las mujeres para una serie de infecciones virales y vacunas, aunque aún no hay la suficiente evidencia para asegurar que esto sucede también respeto al SARS-CoV-2.

«Realmente, la mayor evidencia que tenemos de que hay diferencias entre géneros en este aspecto es el sistema de regulación y control que el organismo femenino pone en marcha durante el embarazo para no generar ni inducir el rechazo del sistema inmune del bebé. Este sistema de control es fundamental para prevenir un aborto, y determina en algunos casos el que se produzcan. Lo que desconocemos es si este mecanismo estaría relacionado con el sistema inmune de la mujer», señala Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia en la CEU San Pablo.

¿Y respecto a la inmunidad mediada por las vacunas? «Se sabe que la vacuna es igual de eficaz en ambos sexos, pero lo que no se sabe es si, a medio o largo plazo, va a haber diferencias de protección entre hombres y mujeres. Lo más probable que no, o que, si la hay, esta no sea muy grande», concluye Nistal.

El sexo fuerte también después de los 65 años

Se sabe que las hormonas sexuales afectan e incluso interactúan directamente con las células inmunitarias y tienen implicaciones directas en la forma en que reaccionan a los desafíos inmunitarios. A medida que envejecemos, los niveles de hormonas sexuales disminuyen, por lo que lo esperado es que si los niveles de hormonas sexuales disminuyen después de cierta edad, los sistemas inmunológicos masculino y femenino deberían verse y comportarse de forma mucho más similar porque el efecto de dichas hormonas se borra o se diluye, pero no se ha observado eso. La sorpresa es que después de los 65 años las diferencias aumentan entre el hombre y la mujer.

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