Inmunidad
Diego Saranova «se salvó» del contagio durante la primera ola, también en la segunda, tercera y así hasta esta sexta en la que ha caído enfermo «por un cúmulo de circunstancias fatales», dice. Incide en lo de haber «salido indemne» del virus porque, como técnico sanitario, se enfrentó a él desde el primer momento, cara a cara, cuando las medidas de protección eran escasas y los casos se contaban por miles.
Nos atiende desde casa de Logroño donde permanece aislado después de que un test antígenos confirmara su positivo: «En el fondo, esto me produce una pequeña insatisfacción personal. Me sentía orgulloso de haber hecho las cosas bien y no haberme contagiado ni en los peores momentos. El coger el virus en la única cena a la que he ido con amigos en el último año y medio, y con las tres dosis de la vacuna, me hiere un poco en mi orgullo, porque se podría haber evitado, pero también es verdad que después de tanto tiempo sin hacer ningún plan, es cierto que hay que tratar de seguir con nuestras vidas. Como consuelo también me digo a mí mismo que si he llegado hasta ahora sin contagiarme es que algo he hecho bien».
El caso de Diego, que trabaja desde hace dos décadas como técnico sanitario en una UVI móvil del servicio sanitario de La Rioja, se suma también al de centenares de personas que, aun habiendo recibido la tercera dosis, han caído enfermos. Y es que, como dicen los expertos, la vacuna protege, pero no inmuniza completamente: «No sé cómo estaría si no me hubiera vacunado. Ahora, lo que estoy pasando es como un catarro fuerte, con molestia de garganta, mucosidad... Lo cierto es que al contagiarme se ha producido una pequeña evolución en mi pensamiento. Antes pensaba que con las tres dosis estaría totalmente inmunizado, pero ahora soy consciente de que este virus es capaz de sortear incluso las tres dosis. Es muy puñetero».
¿Efectos secundarios?
Diego recibió la tercera dosis el pasado 13 de diciembre y «al día siguiente estaba como si me hubiera pasado la estación internacional por encima, pero no lo di importancia, pensaba que serían los efectos secundarios de la tercera dosis». Pero con el paso de los días, aunque estaba algo mejor, experimentó un picor extraño en la garganta y mucha mucosidad. «Algo no iba bien, mi sexto sentido me decía que aquello no era de la vacuna. Pensaba que el único riesgo que al que me había cometido desde marzo de 2020 había sido una comida reciente con amigos, pero con las tres vacunas no podría ser. Eso sí, la Ley de Murphy estaba ahí para darme un buen sopapo en la cara».
Así que con sus dudas y con ese «catarro» sospechoso, acudió esa misma semana hacerse una prueba de antígenos. El primero dio negativo, a finales de la semana, se hizo el segundo y ahí es cuando salieron las dos «malditas» dos rayitas del dispositivo.
«De hecho, cogimos dos test, uno para mí y otro para mi mujer que ya comenzaba también con molestias en la garganta. Al principio, ella dio negativo, pero luego cayó, así que imagínate la situación en casa con los dos padres contagiados y tres hijos pequeños a los que cuidar. Ahora estamos de cuarentena de la mejor manera que podemos hacerlo», relata.
Miedo inevitable
Los pequeños de 6, 4 y 2 años, de momento, no se han contagiado. Para confirmar que, aunque haya contraído el virus se encuentra «casi» en plena formar, Diego explica que justo antes de nuestra llamada estaba haciendo un poco de bicicleta estática. «Pero no creas que no tengo cierto miedo, después de todo lo que he visto en este tiempo. Sé que hay personas que a los siete o diez días del contagio es cuando peor se ponen. Así que no te voy a engañar, estoy algo preocupado. El virus es bastante fastidiado y es que no solo afecta a nivel respiratorio. He notado estos días cosas raras: pequeños mareos, dolor de estómago... ataca a demasiados sistemas del organismo».
Durante todos estos días de encierro, Diego ha tenido mucho tiempo para reflexionar. Como paciente asmático, «he tenido miedo, por lo que podía venir», pero sobre todo he pensado mucho sobre el tema de la vacuna. «No entiendo cómo hay gente que todavía sigue negándose a recibir las dosis. Algunos me dirán: ‘’Fíjate si estabas vacunado y te he has contagiado’'. Pero la lectura que hay que hacer es que, gracias a que estoy vacunado, el desarrollo del virus en mi organismo ha sido muy leve».
Además, este técnico sanitario, asevera que «no podemos poner toda la carga de la inmunidad de la vacuna para salir de este problema, hay que seguir siendo responsable y tomar todas las medidas que recomiendan las autoridades». Diego lo dice con su memoria todavía posada en los peores momentos de la pandemia: «Cuando en la UVI dejaron de existir los pacientes con ictus o infartos, cuando todos eran enfermos de covid, cuando por la carretera solo circulábamos nosotros y los coches fúnebres. Debemos de seguir adelante, pero también mirar atrás para intentar no regresar a esa situación. Ser responsables y evitar que la sanidad colapse», reflexiona.