Artilugios
¿Quién fue el verdadero inventor del teléfono?
A pesar de ser una pregunta “sencilla”, todavía existe gente que piensa que Alexander Graham Bell inventó este dispositivo. No obstante, desde el 11 de junio de 2002, ese dato no es correcto
Aunque todavía existe gente que piensa que Alexander Graham Bell fue el inventor del teléfono, desde el 11 de junio de 2002 ese dato ya no es correcto. Ese día se produjo la reparación de una injusticia histórica después de que el Congreso de los Estados Unidos reconociera a un inmigrante florentino como el inventor del teléfono en lugar del conocido Graham Bell. Historiadores e ítalo-estadounidenses ganaron la batalla que reconoció a Antonio Meucci como padre de las comunicaciones modernas, aunque fuera 113 años después de su muerte. Calificando la carrera del italiano de extraordinaria y trágica, la resolución dice que su “teletrófono”, mostrado en Nueva York en 1860, lo convirtió en el inventor del teléfono en lugar de Bell, quien tuvo acceso a los materiales de Meucci y quien sacó su patente16 años después.
“Es el sentir de la Cámara de Representantes que se debe reconocer la vida y los logros de Antonio Meucci, y se debe reconocer su trabajo en la invención del teléfono”, indicó la resolución. La inmortalización de Bell en libros y películas ha irritado a generaciones de italianos que conocen la historia de Meucci.
Antonio Meucci
Nacido en 1808, estudió diseño e ingeniería mecánica en la Academia de Bellas Artes de Florencia y, como técnico de escena en el “Teatro de lla Pergola” de la ciudad, desarrolló un sistema primitivo para ayudar a sus compañeros a comunicarse. En la década de 1830 se mudó a Cuba y, mientras trabajaba en métodos para tratar enfermedades con descargas eléctricas, descubrió que los sonidos podían viajar por impulsos eléctricos a través del alambre de cobre. Al detectar el potencial, se mudó a Staten Island, cerca de la ciudad de Nueva York, en 1850 para desarrollar la tecnología.
En 1857 cuando la esposa de Meucci, Ester, quedó paralizada, el inventor desarrolló un aparato de comunicación por voz para conectar su laboratorio en el sótano con el dormitorio donde se encontraba su esposa inválida y, en 1860, realizó una demostración pública de la que se informó en la prensa en italiano de Nueva York. Mientras daba refugio a los exiliados políticos, Meucci luchó por encontrar respaldo financiero, sin embargo la suerte no le acompañó. No pudo dominar el inglés y sufrió graves quemaduras en un accidente a bordo de un barco de vapor.
Obligado a hacer nuevos prototipos de aquel primer teléfono después de que Ester vendiera sus artilugios por 6 dólares a una tienda de segunda mano, sus modelos se volvieron más sofisticados. Era, como casi todos los inventores de la historia, un hombre adelantado a su época, tanto es así que el inductor formado alrededor de un núcleo de hierro en forma de cilindro era una técnica tan sofisticada que se usó décadas después para conexiones de larga distancia. No obstante, Meucci no podía pagar los 250 dólares necesarios para obtener una patente definitiva para su “teletrófono”, por lo que en 1871 presentó un aviso renovable, de un año, sobre una patente inminente. Tres años más tarde y debido a la mala fortuna del inventor italiano, ni siquiera podía pagar los 10 dólares que costaba renovarlo. Por lo que, desesperado, envió un modelo con los detalles técnicos a la compañía de telégrafos “Western Union” pero no logró reunirse con sus ejecutivos. Cuando pidió que le devolvieran los materiales, en 1874, le dijeron que se habían perdido. Dos años más tarde, el 14 de febrero de 1876, Alexander Graham Bell y Elisha Gray, presentaron dos diseños de un teléfono en Nueva York en un lapso de tan solo dos horas. Según la mayoría de las versiones, la aplicación depatente de Bell llegó antes. En otras, la advertencia de Gray llegó primero, pero permaneció en la bandeja de entrada hasta esa tarde. Y aunque la solicitud de Bell fue presentada más tarde por su abogado, este solicitó que se llevara a un examinador de manera inmediata. La aplicación de Gray, por otro lado, no fue examinada hasta el día siguiente. En cualquier caso, se convenció a Gray de abandonar su aplicación, lo que permitió que Bell obtuviera la patente estadounidense 174.465 lo que lo convirtió en una celebridad e hizo que firmara un trato lucrativo con “Western Union”.
En ese momento, Meucci demandó a Bell y estaba a punto de ganar, la corte suprema accedió a escuchar el caso y se iniciaron cargos de fraude contra Bell, cuando el florentino murió en 1889 y la acción legal murió con él. 113 años después, el 11 de junio de 2002, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que reconoce el logro de Meucci y establece que: “Si Meucci hubiera podido pagar la tarifa de 10 dólares para mantener su advertencia después de 1874, no se podría haber otorgado ninguna patente a Bell”.
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