Salud

¿Sufres afantasía? Tus pupilas pueden delatar si padeces esta extraña condición

Entre un 3 y un 5 por ciento de la población mundial sufre este trastorno que impide generar imágenes mentales

Ojo de color azul
Ojo de color azulDaniel Vineyard©Gtresonline

La afantasía es un extraño trastorno que hace que las personas que lo sufren no puedan generar o proyectar imágenes en su mente. Esta condición, que afecta a entre un 3 y un 5 por ciento de la población mundial, impide a estas personas recordar el pasado, imaginar el futuro o incluso soñar.

La alteración mental fue descrita por vez primera por el célebre investigador Francis Galton a finales del siglo XIX, pero hasta hace poco la investigación en torno a este fenómeno ha había sido muy escasa.

No fue hasta 2015, cuando Adam Zeman, neurólogo en la Universidad de Exeter y experto en la memoria y trastornos del sueño, acuñó el término afantasía, tras publicar un artículo en el que describía el caso de un paciente que refería haber perdido la capacidad de concebir imágenes mentales después de someterse una operación quirúrgica.

Desde entonces, él y su equipo investigan este raro fenómeno que afecta a personalidades como Blake Ross, cocreador del navegador web Mozilla Firefox; Ed Catmull, cofundador de PIxar, o el genetista Craig Venter, primera persona en secuenciar el genoma humano.

Hasta hace algunos unos años, el diagnóstico de la afantasía se realizaba a través de lasexperiencias subjetivas de los pacientes. Ahora, un reciente estudio dirigido por científicos de UNSW Sydney y publicado en la revista eLife, ha encontrado la primera evidencia biológica de la afantasía en los ojos y más concretamente en las pupilas.

Para el estudio, los científicos australianos hicieron pruebas con dos grupos de participantes: uno con 42 personas que informaron tener imaginación visual y otro conformado por 18 individuos con afantasía autodeclarada.

A los participantes del primer grupo se les colocaron unas gafas con el objetivo de rastrear sus movimientos oculares, así como el tamaño de sus pupilas. Luego, fueron expuestos a formas brillantes u oscuras sobre un fondo gris, lo que previsiblemente provocó la constricción pupilar en respuesta a las formas brillantes (comparable a mirar un cielo brillante) y la dilatación pupilar en respuesta a las formas oscuras (después de apagar una luz).

A continuación, probaron la capacidad de la mente para visualizar objetos. Para ello, se pidió a los participantes que simplemente imaginaran esas mismas formas claras y oscuras (con los ojos abiertos, para que se rastrearan sus pupilas), y luego informaran sobre la Intensidad de esas imágenes. Como resultado, los investigadores encontraron que incluso en respuestas a formas brillantes y oscuras imaginadas, las pupilas de los participantes aún se contraían y dilataban adecuadamente. Esta respuesta fue mayor en aquellos que reportaron mayor viveza de las imágenes.

Los investigadores encontraron que las pupilas de las personas con afantasía no respondieron cuando se les pidió que imaginaran objetos oscuros y claros, mientras que las personas sin esta alteración sí lo hicieron

“El reflejo pupilar es una adaptación que optimiza la cantidad de luz que llega a la retina”, explica el profesor Joel Pearson, autor principal del artículo. “Y aunque ya se sabía que los objetos imaginados pueden evocar los llamados cambios ‘endógenos’ en el tamaño de la pupila, nos sorprendió ver cambios más dramáticos en aquellos que informan imágenes más vívidas. Esta es realmente la primera prueba biológica y objetiva de la viveza de las imágenes”.

Una vez establecido el vínculo entre las imágenes visuales y la respuesta pupilar, los investigadores probaron el efecto en los 18 individuos afantásticos. Al exponer a los participantes a formas brillantes y oscuras, los investigadores encontraron que las personas con afantasía exhibían la misma respuesta pupilar que la población general: constricción para brillante, dilatación para oscura. Sin embargo, cuando se les pidió que visualizaran esas mismas formas con los ojos abiertos, las pupilas de los individuos con afantasíano cambiaron de tamaño de manera significativa.

“Nuestros resultados muestran un nuevo y emocionante método objetivo para medir imágenes visuales y la primera evidencia fisiológica de afantasía. Con más de 1,3 millones de australianos que se cree que tienen afantasía, y 400 millones más a nivel internacional, ahora estamos cerca de una prueba fisiológica objetiva para ver si alguien realmente tiene este trastorno”, asegura el profesor Pearson.

Para asegurarse de que los participantes con afantasía estaban realmente tratando de imaginar las imágenes en el estudio, incluyeron otro experimento. En esa ocasión, se les solicitó que imaginaran cuatro formas simultáneamente, en lugar de una. “Se sabe que nuestras pupilas aumentan de tamaño cuando hacemos una tarea más difícil”, afirma el investigador en neurociencia Lachlan Kay, del Laboratorio de Mentes Futuras de la UNSW. “Imaginar cuatro objetos simultáneamente es más difícil que imaginar uno solo. Las pupilas de las personas con afantasía se dilataron cuando imaginaron cuatro formas en comparación con una, pero no cambiaron en función de si las formas eran brillantes u oscuras. Esto indicó que los participantes con afantasía en realidad estaban tratando de imaginar en este experimento, solo que no de una manera visual”.

Estos hallazgos también son realmente interesantes con respecto a la memoria y la afantasía, dijo la Dra. Rebecca Keogh, investigadora postdoctoral de la Universidad de Macquarie y otra autora del estudio. “Nuestro trabajo demuestra que las personas afantasía pueden realizar tareas de memoria de trabajo visual, recordando muchas imágenes durante un corto período de tiempo, sin utilizar imágenes visuales”.

El profesor Pearson y su equipo en Future Minds Lab planean investigar cómo este nuevo método podría ampliarse y aplicarse en línea para permitir una medición global, eficiente y objetiva de imágenes y afantasia. “Sabemos que pensar o no en imágenes afecta la cantidad de detalles en los recuerdos de toda la vida, cuando nos emocionamos al leer y cómo mantenemos las cosas en la memoria a corto plazo. Este nuevo método nos permitirá comprender los mecanismos cerebrales de las imágenes intensas y las implicaciones globales de cómo pensamos, tomamos decisiones y sentimos”, concluye el profesor Pearson.