Investigación

A la caza de la bacteria intestinal que controlará la adicción al alcohol

Un equipo de científicos españoles analiza si a través de prebióticos que regulan la población de actinobacterias se puede modular esta dependencia

El investigador José Antonio López, en la UCM
El investigador José Antonio López, en la UCMJesús G. FeriaLa Razon

El consumo abusivo de alcohol en la población es uno de los principales quebraderos de cabeza en materia de salud pública. Una droga social que por su grado de aceptación resulta en ocasiones complicado determinar su grado adicción. Los datos resultantes de los estudios más recientes no son nada alentadores. Según un informe de la OCDE, España presenta uno de los niveles más altos de consumo :12,7 litros de alcohol puro per cápita al año, lo que equivale aproximadamente a 2,6 botellas de vino o 4,9 litros de cerveza a la semana por personas a partir de los 15 años.

Es más, según un monográfico elaborado por el Ministerio de Sanidad, la ingesta entre los estudiantes de enseñanzas secundarias, de 14 a 18 años, es elevado (el 76% consumió en el último año), y cada vez hay más que reconocen episodios de consumo intensivo, en concreto, el 32,3% en el último mes. El 18,6% de la población de 15 a 64 años consume alcohol por encima del nivel considerado de bajo riesgo, es decir hasta 10 gramos/día en mujeres y 20 gramos/día en hombres.

El equipo de investigadores del laboratorio de Psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid
El equipo de investigadores del laboratorio de Psicobiología de la Universidad Complutense de MadridJesús G. FeriaLa Razon

Por este motivo, las investigaciones que están llevando a cabo en el laboratorio de Psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid resultan estimulantes a la hora de poder controlar tanto el consumo abusivo como la adicción. El jefe del equipo, José Antonio López, revela que a través de las bacterias (microbiota) del intestino se puede llegar a controlar el deseo de consumir alcohol (adicción) así como los efectos adversos de éste.

Su equipo lleva años estudiando la farmacología y genética de esta sustancia y un ensayo reciente en humanos, en concreto gracias a la voluntariedad de más de 500 estudiantes universitarios madrileños, ha demostrado la conexión entre aquellos que bebían más alcohol y la multiplicación de las actinobacterias en su intestino: «Fue a través de las heces de los sujetos analizados donde encontramos esas diferencias y ese ‘’link’'. Las actinobaterías muestran cambios en su población cuando interaccionan con el alcohol, hay una sobrerrepresentación de las mismas cuando hay un consumo del mismo. Esto nos llevó al estudio más pormenorizado de las mismas», explica López.

De humanos a ratas

El siguiente paso fue continuar el ensayo con animales, en concreto con ratas: «Lo que hicimos fue convertir a un grupo de estos animales en dependientes de alcohol, generando así el síndrome de abstinencia. Otro grupo de ratas actuaron como control. A continuación, lo que realizamos fueron trasplantes de microbiota, es decir, de los microorganismos del intestino tanto de las ratas alcohólicas como de las que no lo eran. El resultado arrojó resultados interesantes», explica. Partían de la hipótesis de que si hay bacterias que potencian el consumo de alcohol, al realizar este trasplante de un animal que se había convertido en alcohólico a otro que no lo era, se potenciaría en este segundo su necesidad de ingesta de esta droga.

«Al transferirlo, nos encontramos que aquellos animales que habían recibido el trasplante de los alcohólicos bebían más que los que recibieron la microbiota control. El mensaje, por lo tanto, es que el alcohol no solo altera la microbiota intestinal, sino que también es causa. Cuando hay una mayor concentración de este tipo de bacterias en el intestino, se genera una mayor necesidad de ingesta de esta sustancia y, por lo tanto, este resultado podría explicar por qué algunas personas son más o menos sensibles a la ingesta de alcohol, así como a sus efectos adversos y placenteros», puntualiza el experto.

«El estudio representa un avance significativo en la comprensión del papel de la microbiota intestinal en el comportamiento motivado, en concreto, en el comportamiento de consumo de alcohol voluntario», añade Elena Giné, investigadora del Departamento de Biología Celular de la UCM. Este trabajo, publicado en «Translational Psychiatry», supone por lo tanto un paso más en la explicación de por qué no todas las personas que beben alcohol experimentan los mismos efectos ni todas desarrollarán un trastorno por consumo de alcohol.

Consumo de alcohol en España
Consumo de alcohol en EspañaTeresa Gallardo

Una vez llevado a cabo tanto los ensayos con humanos como con los animales, ahora, el equipo trabaja en identificar si lo detectado en las ratas sería también transferible al ser humano: «Es clave determinar que si al aumentar en cierto individuo una determinada bacteria, su apetito por el alcohol aumenta. O, si por el contrario, a un alcohólico, si se le reduce el nivel de estas bacterias en su organismo, su adicción disminuye», detalla López.

Entre sus numerosas pruebas que han realizado en los últimos años, con un parón por motivo del covid que los llevó a frenar sus investigaciones para desarrollar test de anticuerpos y antígenos del Sars-Cov-2, también probaron a esterilizar la microbiota de algunas ratas a través de un cóctel de antibióticos para determinar si con un intestino que partiera de cero, el resultado del trasplante arrojara algún tipo de conclusión diferente. Sin embargo, esta línea de investigación concluyó sin éxito. «En este campo esto es todo nuevo y es el momento más goloso para los investigadores porque lo que hallemos quedará para la historia», reconoce el jefe del equipo de este laboratorio de la Complutense.

La fibra «mágica»

Y es que, de confirmarse que la modificación de conducta respecto al alcohol que han mostrado las ratas al realizarle ese trasplante, tiene exactos resultados en el hombre, supondría un antes y un después en las terapias de personas alcohólicas, a través de las cuales, tratándolas con prebióticos que controlaran el volumen de estas bacterias, se podría reconducir su adicción.

«Aquí me gusta hablar también de los simbióticos, que supone la combinación de probióticos y prebióticos. En esta categoría están los psicobióticos que son lo que producen un efecto en la salud mental que es lo que queremos desarrollar y sacar alguna patente. Imagina que exista un producto que capaz de regular el consumo de alcohol, al igual que lo hacen con la ansiedad o depresión. Sería un paso de gigante», reconoce con entusiasmo José Antonio López.

En este momento, en este laboratorio se encuentran en fase de prueba a través de fibras que son fermentadas por las bacterias: «Éstas producen más o menos tipos de ácido graso de cadena corta, como el butirato, por ejemplo. Hemos visto que cierto tipo de fibras regulan el consumo alcohol. Así, un prebiótico como la fibra podría ser un psicofármaco para reducir el consumo de esta sustancia. Esto lo hemos testado en animales y queremos empezar con humanos. En breve tendremos los resultados. Esperamos que sean positivos», concluye.