Desesperación

Paciente covid persistente: «He pagado 15.000 euros por un lavado de sangre»

La desesperación de estos enfermos les ha llevado a recurrir a tratamientos experimentales sin base científica. Guitte es una de ellas y cuenta a LA RAZÓN su viacrucis: «Haría lo que fuera por mejorar»

Gitte Boumeester, durante las sesiones de aféresis en Lárnaca, Chipre
Gitte Boumeester, durante las sesiones de aféresis en Lárnaca, ChipreCedida

Gitte Boumeester nos atiende desde la cama de su casa en Almelo, en Países Bajos, desde donde lleva prácticamente sin moverse desde que el pasado 20 de noviembre se contagiara de covid. Su vida se convirtió entonces en un infierno. Como consecuencia de esta enfermedadha desarrollado el síndrome de taquicardia postural ortostática (POTS), es decir, latidos rápidos de corazón cada vez que cambia de postura. También dolor de pecho, dificultad para respirar y deterioro cognitivo (problemas de concentración y memoria), así como lo que se denomina PEM, es decir, exacerbación de los síntomas post esfuerzo.

De la noche a la mañana Gitte pasó a ser una persona enferma y dependiente. No le daban solución. Le dijeron que padecía la famosa «covid persistente», un mal que padecen entre el 10% y el 15% de las personas que han atravesado la enfermedad. «Mi vida cambió por completo. Yo trabajaba como psiquiatra 40 horas a la semana y estaba a 10 meses de conseguir la titulación. Hacía ejercicio tres veces por semana. Corría y hacía ballet. Además, tenía una vida social muy activa. Ahora, me paso el día de la cama al sofá y tan solo salgo para mis citas médicas», confiesa.

Tal era su desesperación que decidió comenzar a investigar por su cuenta ante el fracaso de los tratamientos que recibía. No podía resignarse a vivir siempre así. Así que en Facebook encontró un grupo de personas con covid persistente y ahí fue la primera vez que escuchó lo de los lavados de sangre para acabar con su mal. La conocida técnicamente como aféresis se estaba realizando en varias clínicas en Alemania, Suiza y Chipre, dirigidas específicamente a pacientes de esta tipología. La terapia consistía en la extracción de la sangre del cuerpo y su posterior conducción por un filtro para separar, según relata esta paciente, «lípidos y proteínas inflamatorias».

«No tenía nada que perder, vi que en Lárnaca, Chipre, acababan de abrir una clínica y me dijeron que podría empezar el tratamiento en marzo. En total, incluyendo los vuelos y el apartamento donde me alojaba, me gasté unos 15.000 euros», confiesa. «Allí me trataron muy bien, todos los empleados eran muy comprensivos y no cuestionaban que tus síntomas pudieran ser mentales o inventados», matiza.

Las sesiones de aféresis duraban «entre dos horas y media y cuatro horas, dependiendo de cómo reaccionan tus venas». Sin embargo, los resultados, en su caso, no fueron los esperados, así que decidió continuar con el tratamiento. A día de hoy ha recibido hasta siete «lavados de sangre», el último en Osnabrück, Alemania, «pero tampoco ha paliado mis síntomas, sigo en una condición física muy mala, no mejoro», dice con lamento.

A pesar de ello, sí reconoce que otros pacientes en su misma situación sí han experimentado mejoría. Ante el aumento exponencial de pacientes que buscan alternativas experimentales de este tipo, la comunidad médica ha reaccionado advirtiendo de la falta de evidencia científica. Muchos piensan que es una manera de hacer dinero a costa de la desesperación ajena.

«Agresivo e invasivo»

La doctora Victoria Trasmonte, intensivista y médica estética, ha tratado a pacientes covid y muchos de ellos de larga duración. Explica detalladamente que la aféresis es un proceso de filtrado y separación de la sangre que hasta ahora se ha utilizado para muchas patologías autoinmunes y de otro calado. Incluso, apunta que la diálisis en sí es un tipo de aféresis. «Sin embargo, el uso para pacientes covid es algo experimental, yo no me arriesgaría a realizarlo porque no hay una base sólida que demuestre su eficacia. De ser así, los hospitales ya lo habrían incluido en sus terapias».

Además, apunta que, en este momento, en España, hay previsto un ensayo clínico en el Can Ruti sobre plasmaféresis en pacientes con covid persistente. Iba a iniciarse en junio pero la Agencia Española del Medicamento lo ha frenado hasta conocer más detalladamente su finalidad.

Por ello, Trasmonte envía un mensaje a la población ante este tipo de terapias experimentales: «Hay que advertir bien a los ciudadanos y quien se someta a ello debe hacerlo en centros homologados con profesionales formados, si no, puede ser algo peligroso, ya que una aféresis es demasiado invasiva y agresiva. Si no hay ensayos clínicos que demuestren sus buenos resultados, no debería realizarse».

«Para covid no está indicado. Como se está viendo, hay quien lo utiliza por analogía con otras enfermedades que sí se está usando. Muchas comparten el estado inflamatorio que presenta la covid y en estos casos piensan que pueda funcionar la plasmaféresis. Por eso se está haciendo, pero sin que haya ninguna base científica que lo constate», añade la experta en la materia.

Sin embargo, parece que los pacientes que llevan muchos meses, incluso ya años, con síntomas de covid persistente, no dudan en seguir probando tratamientos, independientemente de su eficacia probada. “Yo seguiré sometiéndome a cualquier tratamiento disponible, siempre que haya una mínima posibilidad de que mi situación pueda mejorar», concluye Gitte.