Monkeypox

Los riesgos de no considerar la viruela del mono una “emergencia sanitaria internacional”

Diversos expertos apuntan que, nuevamente, la OMS está reaccionando tarde, y que ya se ha perdido la oportunidad de frenar la transmisión

Es la segunda vez que los expertos de Comité de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se reúnen en un mes para dilucidar si el actual brote de viruela del mono- que ya supera los 15.000 casos en 80 países- debe o no ser considerado «una emergencia de salud pública de importancia internacional», el mayor nivel de alerta recogido por el Reglamento Sanitario Internacional. Hasta ahora solo la covid y la polio tienen esa «categoría».

En la primera reunión, celebrada el pasado 23 de junio, los expertos de la OMS decidieron no hacerlo atendiendo a tres motivos principales: la levedad de la gran mayoría de los diagnósticos y la escasa mortalidad (solo se han producido cinco muertes, y todas han sido en África), la escasa transmisión del virus (2%, según los últimos estudios) fuera de los grupos con prácticas de riesgo– hombres que mantienen relaciones con hombres en ambientes donde es frecuente el contacto estrecho con múltiples parejas y desconocidos– y el crecimiento sostenido, pero no exponencial de casos.

Respecto al último punto, las cifras no están claras. Cuando se celebró la primera reunión del organismo, había 3.040 casos en 47 países, y los nuevos diagnósticos iban creciendo a una media de entre 200 y 250 al día. A fecha de hoy, aumentan a un ritmo de más de 600 cada 24 horas. Un análisis publicado a principios de junio determinó que, mientras los primeros 1000 casos habían tardado un mes en producirse– del 6 de mayo al 6 de junio–, los segundos 1.000 se sumaron en un día.

Un grupo de riesgo claro

De lo que cada vez hay mayor evidencia es de que el grueso de la transmisión se produce en el ámbito de la actividad sexual, y de un grupo de población en concreto. Aunque no sea la única vía de transmisión del virus de la viruela del mono (MPX), la sexual es la mayoritaria (95%).

Así lo determina la mayor investigación hasta la fecha– que informa sobre 528 infecciones confirmadas en 43 lugares entre el 27 de abril y el 24 de junio de 2022– fruto de una colaboración internacional de 16 países y dirigida por investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido). En total, el 98% de las personas infectadas eran hombres gais o bisexuales, el 41% era VIH positivo y su edad media era de 38 años. Además, su promedio de parejas sexuales en los tres meses previos fue de cinco, y alrededor de un tercio reconoció haber visitado lugares propicios para encuentros sexuales como fiestas sexuales o saunas en el último mes.

En la misma línea, los datos recogidos en los informes semanales de la Agencia de Salud y Seguridad de Reino Unido (UKHSA, por sus siglas en inglés) muestran que la mitad de los hombres examinados para la viruela del mono dieron positivo; mientras las mujeres, solo dieron positivo el 0,6% de las veces.

Para parte de la comunidad científica internacional, el hecho de que este brote tenga este comportamiento tan claro en su forma de propagación y, por ahora, este acotado a grupos de riesgo bien definidos, es una ventaja a la hora de centrar los esfuerzos de concienciación, prevención y tratamiento. Sin embargo, para la OMS y otros organismos internacionales, como los Centros para la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC) y Europa (ECDC), esto supone un problema y un riesgo por la posible estigmatización de la comunidad homosexual y bisexual.

De hecho, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, saco este tema justo antes de que comenzara la reunión de revisión en la tarde del miércoles. «En algunos países, las comunidades afectadas se enfrentan a una discriminación que pone en peligro su vida. Existe una preocupación muy real de que los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres puedan ser estigmatizados o culpados por el brote, lo que hace que el brote sea mucho más difícil de rastrear, y de detener».

¿Estigma o daño?

En contraposición, son muchas las voces críticas con esta actitud de «sobreprotección» por parte de las autoridades sanitarias, que plantean que este sesgo está llevando a los organismos públicos a dar mensajes «peligrosos y erróneos». «Decir públicamente que la viruela del mono no afecta solo a homosexuales y que la puede tener cualquiera es una temeridad, ya que hace que los esfuerzos no se focalicen en la prevención y tratamiento en los grupos de riesgo, que son los que verdaderamente pueden padecerla. ¿Por qué el riesgo se considera estigmatizante y el daño no?», declaraba estos días a The Atlantic el periodista estadounidense experto en enfermedades infecciosas y salud LGBTQ, Benjamin Ryan.

A renglón seguido, el escritor y profesor de Historia Jim Downs señalaba: «como hombre gay que estudia la historia de las enfermedades infecciosas, me preocupa que los líderes de salud pública no estén haciendo lo suficiente para alertar directamente de los riesgos de esta infección a los hombres que tienen sexo con hombres ».

Pero ¿que cambiaría si la OMS la declara una emergencia sanitaria mundial? Entre otras cosas, aumentaría los niveles de alerta de las redes sanitarias nacionales y se pondrían en marcha mecanismos para un mayor acceso a las vacunas– cuyas dosis son escasas– y la distribución equitativa de las mismas. Algo que parece imprescindible para frenar la transmisión, un reto que muchos expertos dan ya por perdido, al menos en el corto plazo. «La falta de una declaración de emergencia nos deja sin una coordinación global, sin que se establezcan el dinero y los recursos necesarios» indicó Kavita Patel, exasesora de la Casa Blanca durante la presidencia de Obama.