Estudio

Cada vez nacen menos niños durante los días de fiesta nacional

La asociación El Parto es Nuestro señala que es debido al aumento de partos inducidos y de cesáreas programadas

Un equipo de profesionales sanitarios practica una cesárea
Un equipo de profesionales sanitarios practica una cesáreaefeLa Razón

El parto es un proceso que, salvo excepciones, se produce espontáneamente hacia el final del embarazo. Este carácter fisiológico del parto plantea la imposibilidad de prever la fecha exacta en la que se producirá el nacimiento. De hecho, aunque los ginecólogos suelen calcular el día aproximado del parto basándose en una diferencia de cuarenta semanas desde el primer día de la última menstruación de la madre, solamente un 4% de los bebés nace en el momento en el que se cumplen estas cuarenta semanas. La mayoría de nacimientos ocurren entre la semana 37 y la semana 42 de gestación. ¿Cualquier día? La respuesta es negativa. Aunque pensemos que estos se distribuyen uniformemente durante todos los días del año, sea martes o sábado, no es así. Según los datos facilitados por la asociación El Parto es Nuestro en primicia a LA RAZÓN, hoy en día, hay menos probabilidad de nacer durante los fines de semana o durante días de fiesta nacional.

Según el trabajo realizado por la asociación El Parto es Nuestro en base a los datos de la estadística de nacimientos del Movimiento Natural de la Población del Instituto Nacional de Estadística para los años 2010-19, en la última década, los tres días es los que se han producido menos nacimientos han sido el 25 de diciembre (843 partos de media), el 1 de enero (888 partos) y el 8 de diciembre (955 partos). Fechas como el 6 de enero, el 1 de mayo, el 15 de agosto, el 12 de octubre, el 6 de diciembre o el 31 de diciembre se suman a los días con datos más bajos de nacimientos. En contraposición, los días que más nacimientos se han producido son: el 10 de octubre (1282 partos), el 20 de septiembre (1279 partos) y el 27 de septiembre (1278 partos). “El motivo de esta mayor presencia de los meses de septiembre y octubre es la existente estacionalidad de los nacimientos. En España, actualmente, los niños nacen en mayor proporción durante los meses de septiembre, octubre y noviembre”, explica Adela Recio, miembro de la organización feminista sin ánimo de lucro El Parto es Nuestro.

Este estudio constata la tendencia que los expertos en estudios estadísticos habían observado en dos publicaciones previas: La atención al parto en España: Cifras para reflexionar sobre un problema de 2015 y Nacer en horario laboral de 2016. Este último, efectuado con los datos de estadística de nacimientos en la Comunidad de Madrid desde 1975 hasta 2010, ya retrataba que cada vez ocurrían menos nacimientos en fines de semana y festivos. Así, cuando en marzo de 1977 los más de 1.800 nacimientos se repartían equilibradamente entre todos los días de la semana; en el mismo mes de 2016, las probabilidades de nacer en fin de semana o en Semana Santa bajaban entre un 10% y un 25%.

Desde la asociación El Parto es Nuestro, señalan que estos datos tienen su explicación en el aumento de partos inducidos y de cesáreas programadas. “Existe un exceso de partos inducidos. El porcentaje se ha incrementado de un 19% en 2010 a un 34% en 2018 , triplicando así el porcentaje de inducciones recomendadas por la OMS (<10%). Por otro lado, el porcentaje de cesáreas programadas ha aumentado también: de un 8,5% en 2015 a un 9,2% en 2019″, comenta Recio respaldándose en los datos de 2019 del último informe de Euro-Peristat (un monitor de salud perinatal que analiza periódicamente los datos relacionados con el embarazo y parto en los 27 estados miembros de la Unión Europea, además de Islandia, Noruega, Suiza y el Reino Unido).

Más inducciones y cesáreas programadas

El aumento de inducciones al parto y de cesáreas programadas se debe, según la portavoz de El Parto es Nuestro, a dos motivos. “Una de las razones fundamentales está en lo que llamamos el paradigma del parto medicalizado en el que han sido formados los profesionales, y que es compartido por la sociedad. Es decir, un conjunto de creencias, sin respaldo científico, según las cuales la intervención en los partos es una mejor garantía de que el parto vaya a desarrollarse de forma adecuada. Esto conlleva una serie de intervenciones innecesarias que, en lugar de facilitar, complican los partos perjudicando su buen transcurrir, obligando a intervenir, esta vez sí por necesidad, con consecuencias en la salud de madres y bebés a corto y largo plazo. Por otro lado, existe la conveniencia o los intereses logísticos de que los partos sucedan en horario laboral”, asegura.

De la misma opinión es Marina Trigos Amaya, matrona y autora del libro Somos Diosas: “Hay una regla no escrita en los hospitales, sobre todo los del sistema privado, que obliga a evitar programar inducciones los días festivos y fines de semana, incluso se intenta evitar que el parto ocurra durante la noche. Esto, en algunas ocasiones, es debido a que hay una disminución del personal. Es un claro ejemplo de que se anteponen las preferencias del profesional por encima de las necesidades de la mujer y de su proceso natural del parto”. Y añade el parto prolongado como otro factor que influye en el aumento de inducciones y cesáreas: “La evidencia reconoce como fisiológico el parto que se desarrolle entre la semana 37 a la 42, a partir de la semana 41

hay que hacer una evaluación cercana del estado de salud de la madre, por lo que, si todo permanece en estado de salud, se puede provocar el parto en el último día 42 semanas. Sin embargo, el protocolo de muchos hospitales no permite pasar de la semana 41 y, en algunas ocasiones, las mujeres cuentan que les han provocado el parto pasando la semana 40. Además, los profesionales encuentran más motivos subjetivos para inducir el parto -mucho o poco líquido, bebé grande o pequeño, vueltas de cordón...- cuando los motivos de inducción reales serían justificados con datos objetivos que determinarán el riesgo de que el embarazo siga su curso en cada caso”.

Inducciones injustificadas

Desde El Parto es Nuestro denuncian el abuso de inducciones injustificadas y que estas a veces se sitúen para esquivar un día festivo o para asegurar que el parto suceda en un horario concreto, que es el que logísticamente conviene a una clínica o a un equipo de profesionales. “Hay que entender que una inducción es una intervención mayor que comporta una serie de riesgos en la salud y que su uso debe estar justificado por la presencia de factores de riesgo y solo realizarse tras una evaluación ajustada entre el riesgo/beneficio. Existe una gran diferencia entre que un parto empieza de forma fisiológica y uno que empieza a través de una inducción médica, porque las posibilidades de sufrimiento fetal y de acabar en cesárea o parto instrumental se multiplican en el segundo caso”, subraya Adela Recio.

La matrona añade otras consideraciones sobre las intervenciones sin causa médica justificada: “Es una mala práctica que parece ser aceptado por los padres a los cuales no se les hace conscientes de los riesgos que conlleva: mayor número de tactos vaginales; el lugar de nacimiento queda reducido al parto hospitalario debido a la probable necesidad de utilizar oxitocina, monitorización continúa y epidural; mayor riesgo de parto instrumentado y desgarros con afectación del esfínter anal; los fármacos que se utilizan pueden causar hiperestimulación uterina y sufrimiento fetal; etc.”. La autora del libro Somos Diosas puntualiza: “Cuando se decide la inducción de un parto, el ginecólogo es quien tiene la última palabra. La mujer confía en el profesional sin haber sido suficientemente informada y sin ofrecer opciones alternativas”.

La portavoz de El Parto es Nuestro insiste sobre los riesgos de las inducciones injustificadas: “Cuanto antes se induce un parto, más probabilidades tiene esa inducción de no progresar, de forma que el parto acabe en una cesárea o en un parto instrumental. Además, cuando se usa oxitocina sintética para inducir hay que monitorizar de manera continua la frecuencia cardiaca fetal para poder advertir enseguida si las contracciones perjudican al bebé. Esto implica que, si no se dispone de un monitor inalámbrico, se verá comprometida la movilidad de la mujer, que deberá estar atada al monitor mediante cables, con lo que esto conlleva de incomodidad, aumento del dolor, dificultad para el descenso del bebé, etc. Algunos efectos colaterales de la oxitocina sintética son el incremento de la necesidad de analgesia por el aumento de dolor, una mayor frecuencia de taquisistolía (más de seis contracciones en diez minutos), un mayor riesgo de rotura de útero (especialmente en mujeres con cesárea previa), mayor riesgo de sufrimiento fetal y una mayor tasa de partos instrumentales o cesáreas. Es importante considerar la alteración que produce la oxitocina sintética en el proceso fisiológico y en la producción de oxitocina endógena, hormona fundamental y clave para el progreso adecuado de la dilatación, expulsivo, alumbramiento y el establecimiento de la lactancia y el vínculo con el bebé”.