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250 euros al año: Estos tres aparatos son los verdaderos devoradores de energía

Más allá de la lavadora o la nevera, son los dispositivos de entretenimiento los que disparan la factura de la luz en muchos hogares españoles

250 euros al año: Estos tres aparatos son los verdaderos devoradores de energía
250 euros al año: Estos tres aparatos son los verdaderos devoradores de energíaFreepik

Cuando se habla de ahorrar energía en casa, la mente suele irse de inmediato a los electrodomésticos grandes: el frigorífico, la lavadora, el horno... Son aparatos imprescindibles y, por tanto, sospechosos habituales cuando toca revisar la factura teniendo que revisar la hora a la que usarlos. Sin embargo, cada vez más estudios y análisis coinciden en señalar a otros responsables menos evidentes.

Tres dispositivos concretos, tan presentes en la vida diaria, pueden acumular juntos un gasto cercano a los 250 euros al año en electricidad si se utilizan de forma intensiva. En un país como España, donde el precio medio de la luz ronda los 0,15 euros por kilovatio hora en el mercado regulado (PVPC), basta con echar cuentas para comprobar que el entretenimiento digital puede ser un lujo más caro de lo que parece.

1. El televisor

Las televisiones modernas son mucho más eficientes que aquellas pantallas de plasma que se vendían hace quince años. Aun así, no dejan de ser uno de los aparatos que más horas permanecen encendidos en el hogar.

Un televisor LED de gran tamaño, de unos 55 pulgadas, puede consumir en torno a 150 vatios por hora. Si está encendido unas cinco horas al día, la factura anual asciende a unos 40–45 euros. Y hablamos de un uso medio. En casas donde la televisión funciona casi como “fondo sonoro” durante ocho o más horas, la cifra puede superar los 70 euros.

El consumo no depende solo de las horas: el brillo, las funciones smart activas y el tamaño de la pantalla influyen notablemente. Cuanto más grande y más tiempo encendida, más se nota en la factura.

2. El ordenador de sobremesa

Si hay un aparato capaz de eclipsar a la televisión, ese es el ordenador de sobremesa. Mientras que un portátil apenas consume lo equivalente a unos diez euros de electricidad al año, un PC de torre puede multiplicar esa cifra por diez fácilmente.

Un ordenador de gama media que consuma 300 W y se utilice seis horas diarias genera un gasto cercano a 100 euros anuales. Y si hablamos de equipos pensados para videojuegos, edición de vídeo o tareas pesadas, la cifra escala rápidamente. Los conocidos gaming PCs, con tarjetas gráficas de alto rendimiento y varios ventiladores, pueden dispararse hasta los 150 euros al año si se usan a diario.

Es el precio oculto de tener un ordenador potente: aunque no lo notemos, la máquina trabaja como una estufa eléctrica en miniatura, y cada minuto encendido cuesta dinero.

3. Las consolas

Las consolas de videojuegos también han ido aumentando su consumo a medida que se han convertido en centros de entretenimiento completos. No solo sirven para jugar, sino también para ver series, escuchar música o navegar. Eso significa que pasan más tiempo encendidas, incluso en modo de espera.

Una consola moderna puede gastar unos 20 euros al año con un uso moderado de tres horas diarias. Sin embargo, el verdadero problema está en el consumo en reposo: algunos modelos mantienen funciones activas incluso apagados, con un gasto constante de varios vatios que, a lo largo de los meses, se traduce en decenas de euros adicionales en la factura.

La suma que marca la diferencia

Por sí solos, estos aparatos pueden no parecer tan caros. Pero sumados, y con un uso intensivo, alcanzan fácilmente los 200–250 euros anuales. A ello habría que añadir otros pequeños dispositivos que nunca se desconectan, como el router, los monitores adicionales o los reproductores de streaming. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el consumo en espera puede representar hasta el 10 % de la factura de un hogar medio. El resultado es que, sin darnos cuenta, la factura eléctrica refleja más nuestro tiempo de ocio que el uso de la lavadora o el lavavajillas.

No se trata de renunciar al ocio digital, sino de gestionarlo mejor. Algunas medidas sencillas pueden marcar la diferencia: apagar totalmente los dispositivos en lugar de dejarlos en reposo, usar regletas con interruptor para cortar la corriente de golpe o programar temporizadores que eviten horas de consumo inútil. También ayuda ajustar el brillo de la televisión, activar los modos de ahorro de energía en consolas y ordenadores, o planificar el uso en las franjas horarias más baratas si se tiene tarifa con discriminación horaria.