Opinión

Sin carencias ni padres

Anita Obregón sigue generando debate tras saltarse varias leyes españolas

MADRID, 05/04/2023.- Portada de la revista ¡Hola! que muestra a la actriz y empresaria Ana Obregón, de 68 años, con la niña nacida por gestación subrogada en Miami de nombre Ana Sandra Lequio Obregón en sus brazos y que afirma es de su hijo fallecido Alejandro Lequio García.. El anuncio, como el del nacimiento de la niña el 20 de marzo en el centro sanitario Memorial Regional Hospital de Miami, Estados Unidos, ha sido publicado por la revista "Hola", a la que ha declarado: "Esta fue la última voluntad de Aless, la de traer un hijo suyo al mundo". EFE/ ¡Hola! SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)
Ana Obregón afirma que la niña gestada en Miami es de su hijo fallecido ¡Hola! EFE

Anita Obregón sigue generando debate tras saltarse varias leyes españolas (la que prohíbe la gestación subrogada, la que establece los límites de la reproducción en los 50 años y la que restringe la utilización de semen post mortem a la pareja y en los doce meses siguientes al fallecimiento de la misma). Esta claro que toca revisar las lagunas de la legislación a este respecto. También habría que hacerlo en tanto a otros relativos a la reproducción asistida (los donantes anónimos o conocidos, los embriones sobrantes etc.)

A muchos españoles la legislación norteamericana les parece muy laxa, pero la nuestra lo es en comparación a la de varios países europeos, desde donde nos llega una buena cantidad de turismo reproductivo. Dicho todo esto, si algo debería subrayarse aquí y en Tombuctú son los derechos de los niños. El primero el de la identidad, el saber de dónde se proviene, que tantas veces se oculta en reproducciones asistidas de todo tipo y hasta en adopciones; y el segundo, el del cariño de unos padres.

En este caso, la hija/nieta de Ana ha sido «condenada» por su abuela biológica a nacer y vivir sin padre ni madre. Con todo el afecto de unos abuelos (si es que el abuelo «sobrevenido» está de acuerdo), pero sin padres. A esta niña no le faltara nada económicamente. No pasará hambre ni frío, como otras niñas que acabarán convertidas en mujeres que han de ceder sus vientres o dar a sus hijos en adopción, por la precariedad. Pero criarse sin padres supone otro tipo de carencias. Que hay que aceptar cuando toca. La duda es si es lícito que se impongan para paliar el propio dolor o incluso en nombre del hijo fallecido.