Talentum Gaudium
Los «cerebritos» de la «startup» que ayuda a los niños hospitalizados
Ángel tuvo «una iluminación» mientras participaba en la Peregrinación Europea de Jóvenes en Santiago de Compostela. Hoy lidera un proyecto con inteligencia artificial para reforzar la autoestima y estado anímico de menores en procesos oncológicos
Todo nació como «el sueño docente» de Ángel, un joven treintañero emprendedor y multifacético, (podría decirse que es casi un hombre del Renacimiento en pleno siglo XXI) que quiso unificar sus diversos conocimientos y formación para hacer «algo útil para la sociedad». Su proyecto Talentum Gaudium surgió tras varios intentos previos para combinar la tecnología y la ayuda a las personas más vulnerables. Fue durante la última Peregrinación Europea de Jóvenes en Santiago de Compostela cuando «se me iluminó la mente» y es que, en él, su fe es el camino que alimenta sus decisiones.
Ángel García estudió un ciclo formativo de informática y más tarde Magisterio con mención en Pedagogía, carrera que concluyó el pasado junio. Y fue precisamente durante el periodo de prácticas cuando comenzó a desarrollar aquello que tenía en mente. «Hice las prácticas en el aula hospitalaria de La Paz, en oncología. Les propuse implementar el programa que estaba desarrollando en el que, a través de la inteligencia artificial se pudiera revertir el estado de ánimo de los niños ingresados, los cuales suelen estar bastante tristes. Los responsables del aula me dieron permiso y arranqué con 32 niños este proyecto que duró los cinco primeros meses del año. El resultado fue espectacular», apunta a este diario.
Según los datos previos al programa piloto, de los niños y niñas participantes, un 62,5% estaban tristes, un 21,9% enfadados y solo un 15,6% se identificaban como alegres. Sin embargo, tras participar en el proyecto ese 15,6 % se transformó en un 87,5%. «Fue muy satisfactorio», reconoce.
Según detalla Ángel, Talentum Gaudium, que continúa en proceso de mejora para una adaptación total a los menores y sus familias, tiene tres fases. La primera es la de conocimiento del niño en sí a través de una entrevista realizada mediante preguntas personalizadas donde el profesional y una aplicación de inteligencia artificial. Ambos valoran el estado del menor en cuanto a su autoestima a través de una cámara que capta sus emociones faciales por segundo que luego corroboran con su análisis profesional y pinceladas que aportan los progenitores sobre el estado emocional de su hijo. «Cuando un niño o niña ingresa en un hospital aparecen síntomas de miedo, frustración, tristeza, ansiedad. Todo ello afecta al bienestar emocional y a la autoestima», señala el docente.
A partir de ese análisis llega la fase de «ejecución» a través del Metaverso. Allí, él ha creado un mundo virtual lleno de retos y aventuras con la finalidad de que estos sirvan para un mayor autoconocimiento del menor y revertir así su situación de angustia. «La aplicación se adapta al perfil del usuario, es individualizado y flexible. Allí, además de realizar retos, pueden contactar con sus amigos y mantener la relación con ellos, aunque estén hospitalizados», puntualiza el profesor, que matiza que «todo el proyecto se lleva a cabo a través de las inteligencias múltiples de Howard Gardner».
Por último, llega la fase de análisis para estudiar su evolución emocional. «Los resultados fueron muy buenos, tanto el personal del aula como los niños y los familiares estaban encantados», reconoce Ángel, quien reconoce que al principio tuvo ciertas dudas ante el complejo contexto donde iba a desarrollar su proyecto: «Mi director espiritual me dijo que tenía miedo de que perdiera la fe al estar en contacto con niños enfermos, porque es muy duro. Pero, todo lo contrario, me ha hecho más fuerte y sentir que les estás ayudando es un auténtico regalo», asegura.
Tal fue el éxito del proyecto piloto que no solo recibió el apoyo del personal sanitario del hospital donde lo desarrolló sino que también ha quedado finalista en la convocatoria Educaixa Bridgecall 2023, con la que han conseguido 5.000 euros que servirán para mejorarlo. De igual modo ha ganado la convocatoria Explorer de la Universidad Francisco de Vitoria, la cual les está acompañando y guiando, a través del Centro de Emprendimiento UFV.
Como lo que resultó ser una pequeña idea está tomando grandes dimensiones, Ángel decidió rodearse de otros profesionales que aportaran en aquellas tareas en las que él no llegaba. Y entonces, apareció Kali Martínez, compañera del instituto madrileño en el que trabajan y que, como experta en gestión de negocios, le asesora en temas empresariales. «Cuando me contó su proyecto me quedé asombrada, me pareció fantástico. Un día me dijo que le acompañara a La Paz para ver cómo funcionaba in situ. Acudí con cierta aprensión porque no es sencillo trabajar con niños que están malitos, pero enseguida conecté con ellos y vi los buenos resultados que daba el programa», comenta Kali.
Ahora han hecho un buen tándem en la que Ángel continúa con su creatividad y lluvia de ideas y «yo le doy la dosis de realidad del mercado y del Derecho», dice entre risas. Y es que su idea es hacer de ello un programa esté presente «en todos los hospitales posibles». «Nos complementamos muy bien, tenemos los mismos valores y nuestra formación ayuda a que la idea inicial se convierta en algo grande. Por ejemplo, yo no tenía ni idea de cómo sacarlo a la luz, la perspectiva económica y ella lo está dando un buen impulso».
Trascender fronteras
Pero no solo ellos dos forman el equipo, también acaba de incorporarse otra compañera, que además de ser docente es enfermera y refuerza la dimensión sanitaria que les faltaba. María Fadón trabaja en el Hospital Gregorio Marañón y es compañera del mismo instituto, donde imparte clases en formación profesional. «Al haber estado desde hace años con pacientes oncológicos de todas las edades, comprendo bien los procesos de estados emocionales y autoestima por los que pasan cuando se les diagnostica un cáncer», asegura la experta. Por eso, Ángel consideró fundamental su presencia en el «team»: «Es un pilar clave, ya que ella nos orienta sobre cómo enfocar el proyecto de cara a llevarlo a todos los hospitales», dice el artífice de la iniciativa.
Sobre la presencia de este tipo de proyectos en centros sanitarios, los responsables de Talentum Gaudium (que significa talento y alegría) aseguran que han investigado sobre ello y «no hay nada parecido. Es algo muy concreto, enfocado a personas de una edad muy determinada y con una enfermedad concreta. Ni siquiera a nivel internacional hemos visto un proyecto parecido, así que esperamos que trascienda fronteras, porque al ver el efecto que tiene sobre los niños entre seis y 12 años, que es con los que trabajamos, te das cuenta de que merece la pena», dice Ángel.
Además, el joven relata una historia personal que le ha marcado en este camino. Cuando se encontraba en La Paz llegó al aula de niños hospitalizados de oncología una menor a la que él había dado clase con anterioridad: «Al principio me impactó verla allí, pero enseguida me recompuse y nuestro proyecto le ayudó mucho en su proceso. Sus padres me dieron las gracias, fue muy emocionante», reconoce.
Y es que, según los tres docentes cualquier iniciativa que ayude a que los niños se fortalezcan anímicamente durante su tratamiento oncológico es fundamental. «Estamos muy orgullosos de lo conseguido y seguiremos luchando para que se pueda implantar en todos los centros sanitarios», coinciden.
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