
Demandas
Las cuentas pendientes de la Sanidad con las enfermeras
Estas profesionales trabajan con contratos temporales, ratios imposibles y condiciones que las empujan, cada vez más, a migrar o a abandonar la profesión.

Existe una profesión sanitaria que va mucho más allá de la aplicación de protocolos o la curación de pacientes. Representa el cuidado constante, la escucha activa o el consuelo. Ellas conocen nuestros miedos y entienden nuestros silencios. Y no preguntan qué tienes, sino cómo estás. Son las enfermeras, profesionales excluidas, históricamente, de los foros estratégicos y de las estructuras de decisión, pero imprescindibles en la asistencia, la investigación, la gestión, la docencia o la promoción y la prevención. No hay duda de que contribuyen a sostener el sistema sanitario con vocación, conocimiento y una entrega que trasciende lo laboral; sin embargo, actualmente lo hacen en un marco de déficit estructural, precariedad, falta de reconocimiento y sobrecarga emocional, sin visos de mejorar. Muchas trabajan con contratos temporales, ratios imposibles y condiciones que las empujan, cada vez más, a migrar o abandonar la profesión.
En la actualidad, según el documento del Consejo General de Enfermería (CGE) titulado «Radiografía de la profesión enfermera. Informe de Recursos Humanos 2023», para llegar a alcanzar las ratios europeas (media de Eurostat, OCDE y OMS) habría que aumentar aproximadamente el número de profesionales en 122.993 enfermeras. Esto supondría un 40% más de las que tenemos en este momento. Es decir, mientras que en Europa hay 8,8 enfermeras por cada 1.000 habitantes, nuestro estado apenas alcanza las 6,3. «En nuestro país hay 345.000 enfermeras, pero solo algo más de 306.000 figuran como no jubiladas, por lo que son esas las susceptibles de atender a la población», explican desde el CGE. Y añaden: «Países como Noruega, Austria o Islandia triplican el número de enfermeras que tenemos en España». Además, existe una disparidad preocupante entre las distintas comunidades autónomas y provincias, lo que provoca desigualdades en el sistema sanitario.
El informe advierte de que, al ritmo actual, se tardarían entre 22 y 30 años en alcanzar el nivel necesario de profesionales para garantizar cuidados con plenas garantías. Se trata de una carencia estructural que impacta especialmente en ámbitos como la Atención Primaria y la atención domiciliaria, donde las plantillas son especialmente limitadas.
A este panorama se suma otro factor inquietante: el envejecimiento de la profesión. Según datos de la OCDE, el 18,6% de las enfermeras españolas tiene más de 55 años y se prevé que más de 64.000 se jubilen en la próxima década. Solo en Andalucía, por ejemplo, se calcula que más de 10.000 enfermeras se retirarán del ejercicio profesional en los próximos diez años. Un reciente estudio del Ministerio de Sanidad ratifica la previsión. En este caso, indica que en los próximos 10 años pondrán fin a su vida laboral 49.791 enfermeras, un 16,9% del total de las profesionales en activo.
Esta ola de jubilaciones implica una pérdida considerable de personal experimentado, lo que pone en jaque la sostenibilidad del sistema sanitario si no se incrementa de forma urgente la formación y contratación de nuevas profesionales. A estas jubilaciones se unen las del personal docente e investigador. Según los datos, el 42% del personal docente e investigador de las facultades de Enfermería tiene más de 50 años.
Según el CGE, revertir esta situación requiere «invertir en enfermeras, en formación, en crear nuevas plazas en las universidades, en retener el talento para que no se marche fuera de nuestras fronteras, en lograr recuperar a los que se han marchado fuera… entre otras cuestiones. Son soluciones que no son a corto plazo, pero hay que empezar a planificarlas desde ya».
Precariedad laboral
Realmente, en enfermería se considera que existe pleno empleo. Según los datos del SEPE, el servicio de empleo estatal, en 2023 había 3.349 enfermeros en paro, lo que supone una tasa de desempleo del 1,09%. A pesar de ello y del alto nivel de responsabilidad que asumen, muchas enfermeras siguen encadenando contratos de días o incluso de horas, sin posibilidad de estabilidad ni desarrollo profesional. A ello se suma, que el empleo es estacional, las cifras de paro se reducen especialmente en los meses de verano y en algunos picos de invierno, incrementando la precariedad.
Esta temporalidad es especialmente acuciante entre las enfermeras jóvenes, que tras años de formación se enfrentan a una inestabilidad crónica. Además, las condiciones laborales dificultan la conciliación, fomentan el estrés crónico y afectan directamente a la salud física y mental de las profesionales. Según una macroencuesta del Ministerio de Sanidad en colaboración con el CGE, el 95% de las enfermeras considera que su carga de trabajo es excesiva. El 60% se ha planteado abandonar la profesión y el 23% ha necesitado una baja laboral por motivos psicológicos.
Para algunas enfermeras, la solución pasa por irse a trabajar a otro país. Solo en 2024, más de 1.100 enfermeras solicitaron la documentación necesaria para ejercer fuera de nuestras fronteras. Los principales destinos: Noruega (336), Estados Unidos (226), Reino Unido (92), Irlanda (60), Países Bajos (43), Australia (41), Francia (40), Suiza (39), Canadá (22), Bélgica (13), Arabia Saudí (11) y Portugal (11). Noruega, por ejemplo, es el principal destino ahora mismo de las enfermeras españolas, que pueden ver cómo su sueldo se multiplica por cuatro.
«Las enfermeras españolas están muy solicitadas en los países más desarrollados del mundo. Pero invertimos en formar profesionales altamente cualificados que se acaban yendo a otros países en busca de mejores condiciones, con lo que toda la inversión en formación que se ha realizado se pierde», lamentan los portavoces del CGE.
Prescripción enfermera: un avance incompleto
La reforma de la Ley del Medicamento aprobada por el Gobierno en abril de 2025 supuso un hito importante: se reconoce legalmente la capacidad prescriptora de las enfermeras en igualdad con médicos, odontólogos y podólogos. Sin embargo, su aplicación real aún está pendiente. El Real Decreto 954/2015, que regula esta capacidad, apenas ha generado diez guías en una década, dejando a muchas profesionales sin respaldo legal en prácticas cotidianas como la administración de determinados fármacos. El CGE exige que esta reforma se complete con la actualización de las guías y el desarrollo reglamentario que garantice seguridad jurídica y eficacia asistencial.
Otras cuentas pendientes: especialidades y grupo profesional
España cuenta con siete especialidades reconocidas en Enfermería, pero solo una –la de matrona– está plenamente implantada en todas las comunidades autónomas. El resto presentan una aplicación desigual, falta de reconocimiento laboral y ausencia de convocatorias específicas en muchas regiones. Así, enfermeras que han cursado dos años adicionales de formación acaban trabajando como generalistas, sin que se reconozca su cualificación, y los pacientes pierden acceso a cuidados más específicos y actualizados.
Otro de los grandes retos es el reconocimiento institucional de la enfermería dentro del sistema sanitario. A día de hoy, las enfermeras siguen clasificadas en el Grupo A2 del personal estatutario, a pesar de contar con formación universitaria de grado y, en muchos casos, con másteres o doctorados. El CGE reclama desde hace años su inclusión en un Grupo A1 unificado, e incluso en un Grupo A1+ para aquellas con formación de posgrado. Esta clasificación afecta no solo al salario, sino también a las posibilida-des de promoción, acceso a puestos de gestión y representación en espacios estratégicos.Otra cuenta pendiente tiene que ver con su presencia en los espacios donde se diseñan las políticas sanitarias. Solo tres consejeras autonómicas de Sanidad son enfermeras. En el Congreso hay tres representantes y en el Senado, solo una. Desde el CGE y la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE) se reclama una apuesta decidida por el liderazgo enfermero, tanto en la gestión hospitalaria como en los niveles políticos.
Otra de las carencias más urgentes es la de enfermeras en el entorno educativo. En España hay una enfermera escolar por cada 6.368 alumnos, una cifra que impide desarrollar estrategias efectivas de prevención, educación para la salud y atención a niños con enfermedades crónicas o necesidades especiales. Del mismo modo, la Atención Primaria continúa siendo la gran olvidada del sistema. El gasto destinado a este nivel asistencial apenas alcanza el 14% del presupuesto sanitario (cuando la OMS recomienda el 25%), y las plantillas de enfermería están lejos de lo necesario para atender con calidad a una población cada vez más envejecida y con mayor cronicidad.
En investigación, el panorama no es más esperanzador. Las enfermeras que quieren dedicarse a la investigación se encuentran con múltiples barreras: falta de financiación, escaso reconocimiento, ausencia de tiempo protegido y una carrera investigadora mal definida. Muchas de ellas se encuentran en la tesitura de tener que sacrificar tiempo personal o incluso laboral para poder avanzar en sus proyectos científicos. Y ello, teniendo en cuenta que sus contribuciones son clave para mejorar los cuidados y la eficiencia del sistema.✕
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