Salud mental
El desembarco de la medicina psicodélica: “es tan revolucionario como lo fueron los antidepresivos”
La búsqueda incansable de una madre por encontrar una solución a la enfermedad de su hijo está a punto de cambiar el tratamiento de la depresión y otros transtornos mentales
Allan Malievsky estudiaba su segundo curso en la Universidad George Washington (EE UU) en 2012 cuando un día notó que le faltaban las fuerzas para seguir viviendo. No podía respirar, ni tenía energía para levantarse de la cama, y se apagó la luz de su mundo. Se tomó un descanso en el curso y se fue a visitar a sus padres, Ekaterina Malievskaia y George Goldsmith. Los meses pasaban pero Allan no mejoraba, tenía depresión y un trastorno obsesivo- compulsivo (TOC), pero la medicación no le estaba haciendo ningún efecto. Eakaterina, que era médico, buscaba sin descanso qué era lo que podía ayudar a su hijo a salir de ese pozo oscuro, y así es como dio con un ensayo clínico muy pequeño en el que se mostraba que la psilocibina- una sustancia que se obtiene de hongos alucinógenos- funcionaba en el tratamiento del TOC. Llevaron a Allan a una sesión con un terapeuta-chamán que les habían recomendado en círculos de investigadores de confianza y, en una sesión de unas seis horas, con ayuda de la psilocibina- administrada en té, el joven dejó de sentir angustia y regreso su interés por la vida.
El cambio fue tan impactante que Ekaterina y su marido decidieron seguir investigando con la psilocibina. En 2016 fundaron su propia compañía, Compass Pathways, que hoy está realizando el ensayo clínico más amplio y ambicioso hasta la fecha para comprobar los efectos de la psilocibina en la depresión. "En estos momentos la psilocibina es la sustancia psicodélica que más cerca esta de aprobarse para uso terapéutico en Europa. Lo que se ha visto es que tiene un efecto beneficioso en la depresión, que no solo es inmediato- a diferencia del tratamiento con antidepresivos, que se puede demorar hasta un mes- sino que la mejora puede durar semanas, e incluso meses, con una sola toma, a diferencia de la esketamina - el primer avance frente a la depresión en 30 años cuya financiación en España se ha aprobado recientemente para el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento (DRT)- que hay que administrar dos o tres veces a la semana para conseguir que su efecto se mantenga- explica Víctor Pérez- Sola, presidente de la Fundación Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (Fepsm) y director del Servicio de Psiquiatría del Hospital del Mar, de Barcelona.
Las microdosis no funcionan
El experto señala que para la administración de la psilocibina hay dos estrategias fundamentales: las microdosis ("que no tiene evidencia científica"), y las 'full dosis' ("las dosis más alta son las que han demostrado que funcionan"). Su hospital ha participado con ocho pacientes- los únicos españoles- en un ensayo publicado recientemente en la revista científica New England of Medicine que ha demostrado la eficacia de esta sustancia en como monoterapia en el tratamiento de la DRT- aquella que no mejora con el tratamiento con antidepresivos, y que, en España, afecta al 35% de las personas con este transtorno mental-. Otro aspecto esencial es el entorno profesional y seguro en el que deben administrarse estas sustancias para asegurar que el paciente no tenga un "mal viaje". "Por el gran efecto alucinógeno que tienen, siempre tiene que haber dos psicólogos formados en esta terapia acompañando al paciente al que, antes de administrársele la dosis de psilocibina, se le enseña un video de un barco navegando por paisajes naturales de gran belleza para que confíe en que la experiencia va a ser agradable", destaca.
Otra de las conocidas como drogas psicodélicas que se encuentra en fases avanzadas de investigación es el MDMA (o polvo de ángel), que ha demostrado su beneficio como adyuvante en sesiones de psicoterapia para el tratamiento del trastorno por estrés postraumático (TPEP). De hecho, se espera que la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) lo apruebe este año. "No sabemos que exigencias pedirá la Agencia Europea del medicamento (EMA) para aprobar el MDMA, porque no tiene una cobertura de patente- lo que se patenta no es la sustancia sino la formación de los terapeutas para trabajar con ella-. En EE UU no la está financiado la industria, sino fondos privados de donantes, personas con mucho dinero que quieren ayudar a que mejore el tratamiento del TPEP, que allí es un gran problema de salud", señala Pérez-Sola.
"Sabemos desde hace décadas que las memorias relacionadas con el trauma no se recuerdan y se vuelven a guardar intactas, sino que, cada vez que las sacamos a la luz ante un terapeuta, se va modificando su componente emocional. Ahí es donde el MDMA interviene, ya que favorecer el reprocesamiento de recuerdos traumáticos y la participación emocional en el proceso terapéutico. De este modo, se consigue que, al volverlo a guardar en una situación segura, este se vaya matizando hasta, por decirlo de algún modo, deje de doler. Los grupos que estamos trabajando en estos fármacos somos conscientes de que son tan revolucionarios como lo fueron en su momento los antidepresivos", asegura.
Por último, la sustancia psicodélica que está en una fase más temprana de investigación es la dimetiltriptamina (DMT), una potente droga alucinógena a la que apodan como "molécula del espíritu" o “molécula de Dios". "Se están haciendo ahora los ensayos clínicos fase II para comprobar su efecto en el tratamiento del TEPT. El modo de administración es parecido al de la psilocibina, pero este caso por aspiración, en vez de en pastillas", describe el psiquiatra.
Tienen riesgos
La gran pregunta que surge ante el avance de la medicina psicodélica es que si estas sustancias se conocen desde hace siglos, y su efecto en la salud mental puede ser tan revolucionario, ¿por qué no se ha investigado con ellas antes siguiendo un método científico? "Por los riesgos, mayormente, que son muy importantes. Por un lado están los efectos psicodislépticos que pueden tener- es decir, que nos dé un 'mal viaje'- y que hacen indispensable que se tomen siempre como parte de un protocolo terapéutico, en un entorno seguro y acompañados de profesionales cualificados. Por otro, aunque estas sustancias tienen un bajo riesgo de dependencia si lo comparamos con otras como la cocaína, la heroína o el tabaco, en personas con tendencia a la adicción si pueden crear un mal uso. En esos casos, que son muy poco frecuentes, los efectos son catastróficos", advierte.
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