Sucesos

El parricida de Alicante: «No podía creerlo, había tres cadáveres»

Los fallecidos son una mujer de 69 años y dos hombres de 71 y 42 años

El parricida de Alicante: «No podía creerlo, había tres cadáveres»
El parricida de Alicante: «No podía creerlo, había tres cadáveres»larazon

Suena el teléfono en el 112 de Alicante. Es la 1.43 de la madrugada. El operador responde solícito: «¿En qué puedo ayudarle?» Al otro lado de la línea una voz de hombre como ido responde: «Tengo un corte en el abdomen. Estoy sangrando, vengan rápido».

Suena el teléfono en el 112 de Alicante. Es la 1.43 de la madrugada de este pasado viernes al sábado. El operador responde solícito: «¿En qué puedo ayudarle?» Al otro lado de la línea una voz de hombre como ido responde: «Tengo un corte en el abdomen. Estoy sangrando, vengan rápido». Le piden la dirección: «Pasaje Maestro Enrique Granados 11. Piso tercero».

Durante los siguientes minutos, el 112 recibe tres llamadas más de la misma persona que afirma llamarse Francisco Javier Martínez Bosch. Tiene un relato inconexo y contradictorio. Una vez explica que ha tenido una discusión con su hermano, otra que la Policía ya ha estado en su casa esa misma tarde en torno a las 19.00 horas y en la última que se ha encontrado a sus padres y a su hermano muertos en su casa y qué no sabe cómo ha ocurrido. Desde la primera comunicación el 112 manda con urgencia una ambulancia al domicilio y da parte de todos los detalles a Policía Nacional y Local para que acudan al lugar.

Los primeros en llegar son los sanitarios, pero se encuentran con que no hay nadie más, están solos. Lo nunca visto. No se atreven a subir al domicilio sin cobertura de algún agente. Lo avisan a través de la emisora, pero sigue sin aparecer nadie. Han trascurrido más de diez minutos y ellos están mano sobre mano sin poder atender a las víctimas. En la Policía Nacional no pueden enviar a nadie. Todos andan ocupados en otros avisos. Los sindicatos denuncian que existe un problema severo de falta de efectivos desde hace tiempo. Esa noche para toda la ciudad, que en verano puede alcanzar los 400.000 habitantes, hay cuatro coches patrullando, nada más. Una patrulla para cada 100.000 habitantes. Son cuatro agentes de la Policía Local los que finalmente se hacen cargo del asunto. Tocan el telefonillo de la casa y se identifican. «Les abro», responde una voz de varón. Suben al tercero y se encuentran la puerta del domicilio abierta. Las paredes están llenas de sangre. En la cocina hay un hombre sentado en una silla. Está descalzo y tiene el dorso desnudo. A simple vista se dan cuenta de que el vaquero largo rezuma sangre. En el brazo izquierdo tiene una herida profunda que se está taponando con un trapo de cocina. En ese instante está hablando con el 112 a través del manos libres. Se queja de que no viene nadie y de que necesita ayuda. Dos agentes se quedan con él vigilándole mientras que los otros registran la casa. En el comedor encuentran dos personas fallecidas sobre un gran charco de sangre. Un hombre y una mujer. Son Encarnación y José, de 69 y 71 años respectivamente, los padres de Francisco. Siguen registrando la casa habitación por habitación. Todas están vacías salvo una. Cuando tratan de entrar la puerta no cede, es como si hubiese algo que impidiese que su apertura. La revientan de una patada, pero no logran que se abra por completo. Al asomarse se dan cuenta de que choca contra un cadáver. Es Alejandro, de 42 años, hermano de Francisco. Aparentemente todos han sido apuñalados con saña. Le preguntan al superviviente dónde está el cuchillo. «He visto antes uno en el lavabo. Es un cuchillo de cocina con mango negro». Allí lo localizan. Con la escena controlada avisan a los sanitarios para que suban y mientras atienden al herido, los agentes intentan averiguar qué ha pasado. «Esta tarde discutí con mi hermano y sobre las 19.00», cuenta Francisco, «han empezado a aporrear la puerta y a gritar Policía. Me he asustado y me he escondido en el baño. Cuando he salido me he encontrado los tres cadáveres. Mis padres y mi hermano muertos. No podía creérmelo. No sabía qué les había pasado. He tenido miedo y me he ido de casa corriendo. He vuelto ya de madrugada y seguían los cuerpos ahí, tirados en el suelo, así que me he llamado al 112. No recuerdo mucho más». Mientras dos agentes le tranquilizan, los otros dos hablan con el doctor: «Además de la herida del brazo, tiene un pinchazo en el lateral izquierdo del abdomen». Tiene pinta de que ambas heridas son autoinfligidas. Detienen a Francisco como sospecho de las tres muertes.

Pasadas las tres de la madrugada, casi hora y media después del primer aviso, los policías locales entregan al detenido a la Policía Nacional, que son los competentes para investigar el caso. ARP, sindicato de Policía Nacional denuncia que en las noches de Alicante hay una falta absoluta de efectivos para patrullar y que la situación es gravísima. Hay veces en las que se ha tenido que retirar a los agentes que custodian las puertas de comisaría por falta de policías en las calles.