
Religión
«Dilexit nos»: el Papa Francisco remasteriza la devoción al Corazón de Jesús
El Papa publica su cuarta encíclica, en la que comparte que el culto a Jesús «implica construir el Reino de amor y de justicia»

Francisco ha desempolvado una de las devociones más añejas del catolicismo para actualizarla y revestirla de la impronta social que ha marcado su pontificado. Y lo ha hecho en forma de encíclica, el texto magisterial de mayor rango que puede firmar un Papa. Es la cuarta que firma, lleva por título «Dilexit nos», en español «Él nos amó», y se presenta como un documento sobre «el amor humano y divino del corazón de Jesucristo». O lo que es lo mismo, una actualización del fervor por el Sagrado Corazón de Jesús.
«La devoción al Corazón de Cristo no es el culto a un órgano separado de la persona de Jesús», sentencia el pontífice latinoamericano en un texto estructurado en cinco capítulos en el que alterna un tono poético en el que interpela al lector sobre la importancia de la ternura con un estilo más académico y pedagógico cuando aborda el fundamento bíblico y teológico. Prueba de ello son las más de 200 citas que se diseminan a lo largo de la obra.
Aunque en el documento llama a los católicos a recuperar «la comunión eucarística los primeros viernes de cada mes» y «realizar una hora de adoración los jueves», se percibe un empeño en el Papa por evitar que los creyentes caigan en la herejía del «jansenismo», que miraba «con desprecio todo lo que fuera humano, afectivo, corpóreo, y en definitiva entendían que esta devoción nos alejaba de la purísima adoración al Dios altísimo».
Frente a ello, Jorge Mario Bergoglio subraya que la pasión por Cristo ha de traducirse en un compromiso para transformar el mundo: «Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz del milagro social», suscribe. Con este punto de partida, argumenta que «si nos dedicamos a ayudar a alguien eso no significa que nos olvidemos de Jesús. Al contrario, lo encontramos a Él de otra manera». «Él te envía a derramar el bien y te impulsa por dentro. Para eso te llama con una vocación de servicio: harás el bien como médico, como madre, como docente, como sacerdote», escribe como consejo.
En la encíclica, radiografía el contexto global actual, para denunciar la existencia de «un sistema degradante» que «sólo nos urge acumular, consumir y distraernos». «Anti-corazón es una sociedad cada vez más dominada por el narcisismo y la autorreferencia», advierte. A la luz de las «nuevas guerras», apunta que «la sociedad mundial está perdiendo el corazón». «Ver llorar a las abuelas sin que se nos vuelva intolerable es signo de un mundo sin corazón», comenta sobre las ancianas víctimas de los conflictos bélicos.
En su reflexión, el Papa da un tirón de orejas a la Iglesia, ante el riesgo de «reemplazar el amor de Cristo con estructuras caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración de la propia mentalidad, fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar de ese amor gratuito de Dios que libera».
El hecho de que «remasterice» la devoción al Sagrado Corazón no significa que cuestione la fe de la gente sencilla. Todo lo contrario. De forma expresa, el Papa jesuita lanza una petición: «Ruego que nadie se burle de las expresiones de fervor creyente del santo pueblo fiel de Dios, que en su piedad popular intenta consolar a Cristo». Desde esta perspectiva, invita «a cada uno a preguntarse si no hay más racionalidad, más verdad y más sabiduría en ciertas manifestaciones de ese amor que busca consolar al Señor que en los fríos, distantes, calculados y mínimos actos de amor de los que somos capaces aquellos que pretendemos poseer una fe más reflexiva, cultivada y madura».
Empanadillas papales
En «Dilexit nos» también hay hueco para el fenómeno de la Inteligencia Artificial. Es en este punto en el que Francisco adopta una mirada más introspectiva al apuntar que «el algoritmo en acto en el mundo digital muestra que nuestros pensamientos y lo que decide la voluntad son mucho más ‘estándar’ de lo que creíamos. Son fácilmente predecibles y manipulables. No así el corazón».
Para el Obispo, «en el tiempo de la Inteligencia Artificial no podemos olvidar que para salvar lo humano hacen falta la poesía y el amor». «Lo que ningún algoritmo podrá albergar será, por ejemplo, ese momento de la infancia que se recuerda con ternura y que, aunque pasen los años, sigue ocurriendo en cada rincón del planeta», deja caer. Justo después se detiene en «esos pequeños detalles, lo ordinario-extraordinario, nunca podrán estar entre los algoritmos» como «en el uso del tenedor para sellar los bordes de esas empanadillas caseras que hacemos con nuestras madres o abuelas», «calcar un dibujo al contraluz de una ventana», «secar una flor entre las páginas de un libro, cuidar un pajarillo que se ha caído del nido», o «pedir un deseo al deshojar una margarita».
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