Supervivencia

El estremecedor testimonio de Matt Potratz: "Estuve enterrado vivo cinco horas, pero sobreviví"

Sufrió una avalancha que le hizo acabar contra un árbol: "Me dijeron que tenía muerte cerebral. Mi padre pidió una segunda opinión"

El estremecedor testimonio de Matt Potratz: "Estuve enterrado vivo cinco horas, pero sobreviví"
El estremecedor testimonio de Matt Potratz: "Estuve enterrado vivo cinco horas, pero sobreviví"Mirror

La vida a veces da segundas oportunidades y ofrece emocionantes historias de superación. Una de ellas es la de Matt Potratz, un hombre que quedó sepultado por una avalancha en Idaho. Esta lo arrojó montaña abajo y lo aplastó contra un árbol. La fuerza del impacto arrancó su casco y le obstruyó las vías respiratorias con nieve. Su rescate duró cinco horas en las que estuvo enterrado por la nieve debido a que mal tiempo impidió el aterrizaje del helicóptero, por lo que un equipo terrestre tuvo que transportarlo en trineo.

Las lesiones fueron catastróficas: fractura de cuello, fémur destrozado, tres costillas rotas, pulmón colapsado, fracturas en los huesos faciales y traumatismo craneoencefálico grave, con hematomas bilaterales. Falleció de camino al hospital, pero le reanimaron. Sin embargo, no se registraba ninguna actividad cerebral y los médicos pidieron considerar a su familia desconectar las máquinas. Como reveló en una entrevista en 'Mirror', su familia no se rindió.

El médico tuvo que volver

Recuerda la resiliencia de su familia: "Me dijeron que tenía muerte cerebral, pero mi padre pidió una segunda opinión". "Llevaban allí aproximadamente una hora y media y estaban a punto de aceptar la realidad cuando uno de mis buenos amigos dijo: 'No sé por qué, pero siento que Matt sabe que estamos aquí. ¿Por qué no vemos qué pasa si intentamos que responda?", confesó. No se rindieron: "¡Matt, si me oyes, abre los ojos!", grito uno de sus amigos. Matt no abrió los ojos, pero sus párpados se movían claramente, según explica el medio británico.

"Hicieron volver al médico y él dijo: '¿Creen que respondió?' Y me hicieron apretarle suavemente la mano. Creo que en ese momento presencié un milagro", se narra. Finalmente, la familia decidió no desconectarle y se recuperó tras pasar 88 días en el hospital, la primera mitad de ellos en coma: "Cuando salí del coma, me dieron un bolígrafo y me pidieron que escribiera mi nombre. No pude. Me pidieron que escribiera el abecedario. No pude. Mi vocabulario era muy limitado, muy infantil".

De trabajar en películas a una dura recuperación

En el momento del accidente él era atleta profesional de motos de nieve de Idaho y viajaba por el oeste de Estados Unidos y Canadá grabando películas de acción extrema: "Monté a nivel profesional para productoras de cine que hacen películas de acción extrema en zonas remotas, saltando de acantilados, escalando canales, haciendo todo tipo de locuras". Tenía un importante caché: "Monté con los cinco mejores del mundo. Participé en siete películas y mostré mi talento por todo el mundo".

Tras el accidente todo cambió y el contraste fue difícil de superar: "Sabía que había sido fuerte y atlético, pero saber eso y, al mismo tiempo, darme cuenta de que mi mente y mi cuerpo ya no eran esa persona, fue realmente frustrante. Y, además, el dolor físico era extremo". Tenía que centrarse en aprender a caminar de nuevo, además de también empezar de cero en la lectura.

Valoró quitarse la vida

Hizo una comparación de su dolor: "Era como cuando se te enfría la mano y luego se calienta demasiado rápido, esa sensación de ardor; multiplicado por 15 o 20". Incluso realizó una estremecedora confesión: "Una noche me desperté y grité: '¡Ya basta, se acabó!'. Saqué mi equipo de motonieve. Mi plan era equiparme por completo, de pies a cabeza, conducir hasta el puente cercano, volver a ponerme el casco que había perdido en la avalancha y saltar".

Sin embargo, su hijo Ethan evitó el suicidio cuando se estaba vistiendo para irse: "Me dijo: 'Papá, no quiero que estés en el cielo. Quiero que estés aquí conmigo". Ahora su día a día ha mejorado tras un tratamiento que le volvió a cambiar la vida: "Me abrieron la columna vertebral y usaron una aguja electrificada para crear lesiones en los nervios y cortar la señal". Pese a seguir con un brazo paralizado, ahora su calidad de vida ha mejorado a los 44 años: "Me cambió la vida por completo. Todavía tomo una dosis baja de medicamentos no narcóticos, pero nada más".