A Tu Salud

Dormir bien

La falta de sueño influye negativamente en nuestra respuesta inmunitaria

También podría llevar a un aumento del riesgo de padecer una enfermedad cardiaca e incluso a una muerte prematura

Dormir mal es causa de numerosos males en nuestro organismo
Dormir mal es causa de numerosos males en nuestro organismoLa Razónfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@e4c5a58

Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, sin contar siestas. Pese a este «descanso», nuestro cuerpo sigue trabajando. Hay un descenso en la presión arterial baja y el ritmo respiratorio, los músculos se relajan, se incrementa el suministro de sangre a los músculos, el cuerpo repara y hace crecer los tejidos y también se liberan hormonas que actúan durante el sueño y que tendrán importantes funciones a lo largo del día. A esto hay que sumarle procesos cerebrales, como la consolidación de cierto tipo de memorias.

Uno de los problemas a los que se enfrentan los expertos que estudian el sueño somos los humanos. Por un lado, existen los estudios que analizan el sueño por medio de los cuestionarios, y la percepción no siempre es objetiva. La otra opción son los estudios de laboratorio: un entorno controlado en el que se estudian las rutinas de descanso con diferentes dispositivos, que pueden influir en nuestra rutina de sueño ya que no es nuestro lugar habitual y sabemos que estamos siendo «vigilados».

Pese a todo esto, es innegable la importancia del sueño en nuestra vida diaria. Pero no solo importa la cantidad de horas que dormimos, también la calidad. De hecho, un estudio publicado en la revista PLOS ONE señala la importancia de la calidad por encima de la cantidad.

«Dormir mejor –explican los autores– significa una mejor calidad de vida. Si bien es importante cuándo dormimos y cuánto tiempo dormimos, las personas que tienen un sueño de mejor calidad también tienen una mejor calidad de vida, independientemente de cuánto tiempo duerman. Al seguir a 4.253 personas durante tres años, descubrimos que aquellos cuyo sueño mejoró también tenían una mejor calidad de vida».

Y esto no solo es válido para adultos, también para los menores de 12 años. Un análisis que involucró a 100 niños sanos de 8 a 12 años demostró que dormir 39 minutos menos por noche resultó en un bienestar físico y general, una capacidad para afrontar bien la escuela y una calidad total relacionada con la salud significativamente más bajos.

Pero hay más aún. La falta de sueño podría llevar a un aumento del riesgo de enfermedad cardíaca e incluso a una muerte prematura, según un trabajo llevado a cabo por investigadores de las universidades de Sydney y del Sur de Dinamarca. Los autores analizaron datos de más de 300.000 adultos del Reino Unido y descubrieron que los trastornos del sueño están asociados con diferentes problemas cardiovasculares.

Dormir bien previene enfermedades

Todas estas son las consecuencias de «un mal sueño», pero uno bueno también puede servir para prevenir. De acuerdo con un metaanálisis publicado en la revista Current Biology,dormir bien ayuda a nuestro sistema inmunológico a responder a la vacunación. Los autores, liderados por Karine Spiegel, del Instituto Nacional Francés de Salud y Medicina, analizaron los resultados de siete estudios que vacunaron contra infecciones virales (influenza y hepatitis A y B).

Luego compararon la respuesta de anticuerpos de las personas que durmieron una cantidad de horas «normal» (de 7 a 9, según la recomendación de la Fundación Nacional del Sueño, para adultos sanos) con la de las personas que durmieron menos de 6 horas por noche. Compararon el efecto para hombres, mujeres y adultos hasta los 65 años.

Los resultados mostraron que las personas que dormían menos de seis horas por noche producían significativamente menos anticuerpos que las personas que dormían siete horas o más, y el déficit equivalía a dos meses de disminución de anticuerpos.

«Dormir bien no solo amplifica, sino que también puede extender la duración de la protección de la vacuna –explica Spiegel en un comunicado–. Cuando vemos la variabilidad en la protección proporcionada por las vacunas COVID-19, las personas que tienen condiciones preexistentes están menos protegidas, los hombres están menos protegidos que las mujeres y las personas obesas están menos protegidas que las personas que no tienen obesidad. Esos son todos los factores sobre los que una persona individual no tiene control, pero sí puede modificar su sueño».

Hay también otros detalles interesantes. Cuando analizaron a hombres y mujeres por separado, el resultado solo fue significativo en los hombres, y el efecto de la duración del sueño en la producción de anticuerpos fue mucho más variable en las mujeres. Esta diferencia probablemente se deba a la fluctuación de los niveles de hormonas sexuales en estas últimas.

«Sabemos por estudios inmunológicos que las hormonas sexuales influyen en el sistema inmunológico –continúa Spiegel–. En las mujeres, la inmunidad está vinculada al ciclo menstrual, el uso de anticonceptivos y la menopausia y el estado posmenopáusico, pero, desafortunadamente, ninguno de los estudios que resumimos tenía datos sobre los niveles de hormonas sexuales».

Sin embargo, queda mucho por saber sobre el sueño y la vacunación, dicen los autores. «Necesitamos comprender las diferencias de sexo, qué días alrededor del momento de la vacunación son los más importantes y, exactamente, cuánto se necesita dormir para que podamos orientar a las personas –concluye Spiegel–. Vamos a vacunar a millones y millones de personas en los próximos años, y este es un aspecto que puede ayudar a maximizar la protección».