
Opinión
La importancia de apostar por la educación internacional
Coordinadora del IB del Colegio Europeo de Madrid

Es evidente que en un mundo cada más más interconectado y en una sociedad cada vez más global como la que hoy tenemos la educación y los proyectos educativos no pueden limitarse solo a las fronteras de un país. Los estudiantes del siglo XXI necesitan, sin duda, ir mucho más allá.
Por ello, los colegios españoles tienen hoy el reto, y también la oportunidad, de formar a sus alumnos para el futuro real y práctico que les espera, donde deberán desenvolverse no solo en un escenario global y diverso, sino en un cambio constante que, además, avanza a pasos agigantados.
Así pues, la educación internacional es uno de los valores diferenciales que las familias deben tener en cuenta a la hora de elegir la educación de sus hijos ya que ésta, incorporada de forma estratégica en los proyectos educativos, ofrece la oportunidad para que los niños del hoy desarrollen habilidades y competencias interculturales, se formen y dominen varios idiomas y, al mismo tiempo, construyan una mentalidad realmente abierta que les brindará muchos beneficios tanto a nivel personal, como académico y, en un futuro, también profesional.
La educación internacional ya no puede ser un complemento de la educación, sino que debe ser una parte esencial para formar a los ciudadanos del futuro: jóvenes capaces de pensar de forma crítica, capaces de trabajar y colaborar con personas de diferentes culturas y, por supuesto, capaces de entender los desafíos globales que marcarán su futuro.
En nuestro país, por suerte, ya existen colegios con proyectos educativos que tienen una clara vocación internacional. Lo primero que debemos tener en cuenta es que no se trata únicamente de formar a los alumnos en diferentes idiomas, ni siquiera de apostar por metodologías vanguardistas, sino que se trata de, como veníamos adelantando, de promover y fomentar una mentalidad abierta, global y reflexiva en cada una de las etapas del aprendizaje.
De este modo, debemos apostar por la filosofía del Bachillerato Internacional (IB), desde la etapa de infantil hasta la de secundaria, para ofrecer la posibilidad de convivir en un marco educativo que basa su enfoque en la indagación, la reflexión y la comprensión intercultural.
Además, cabe destacar que la metodología IB no se centra solo en contenidos, sino en atributos del perfil de los alumnos: indagadores, informados, íntegros, solidarios, audaces, equilibrados, reflexivos… Esto, evidentemente, contribuye de forma significativa en el desarrollo socioemocional y ético del estudiante.
En cuanto a la práctica, cabe destacar que esto se traduce en un día a día donde los alumnos aprenden a preguntar, investigar y conectar lo que estudian con el mundo que les rodea. Las aulas son espacios donde se anima a debatir, a compartir perspectivas culturales y a abordar los temas desde una mirada global. Además, la enseñanza por proyectos y la evaluación competencial forman parte natural del proceso, preparando a los alumnos no solo para superar exámenes, sino para comprender la realidad con pensamiento crítico y curiosidad intelectual.
A parte de los proyectos que se llevan a cabo dentro del aula es importante que el compromiso de los colegios con la internacionalización vaya mucho más allá con el fin de garantizar una verdadera educación internacional, tanto en la teoría como en la práctica. Por ello, los intercambios escolares y los proyectos internacionales juegan un papel fundamental en toda esta perspectiva y forma de entender de un nuevo modelo educativo.
Los programas internacionales y de intercambios, en muchos casos, pueden incluir también el intercambio de profesiones, algo que, sin duda, supondrá una experiencia muy enriquecedora que no solo abrirá puertas y mente a los alumnos, sino también a los docentes que los acompañarán a lo largo de su vida académica. Por supuesto, es importante señalar que estas experiencias fomentan el intercambio de metodologías, la convivencia multicultural y la creación de vínculos educativos sólidos entre distintos contextos y realidades. Algo que, sin duda, solo conlleva beneficios personales y académicos.
En muchas ocasiones, los acuerdos internacionales entre colegios también se pueden complementar con conexiones online que permitan a los estudiantes de distintos países conectarse a través de videollamadas, compartir proyectos colaborativos, aprendizajes y perspectivas, una práctica tan motivadora como enriquecedora.
Este contacto directo y frecuente con realidades diferentes les permite comprender la diversidad cultural, practicar el idioma inglés en contextos reales y desarrollar una mentalidad abierta y global, acorde con los principios del Bachillerato Internacional.
Cuando una familia elige el proyecto educativo que formará a sus hijos lo primero que tiene en cuenta son los beneficios que este tendrá en ellos, tanto en su etapa estudiantil como en el futuro laboral al que se enfrentarán.
Así pues, el impacto de apostar por una educación internacional traerá consigo múltiples ventajas, entre ellas: pensar globalmente y actuar localmente, hablar varios idiomas, conocer otras culturas y participar en proyectos internacionales, que permitirá ampliar su visión del mundo y fomentar valores como la empatía o la tolerancia.
Además, los programas del IB les ayudan a desarrollar habilidades clave: autonomía, pensamiento crítico, comunicación, trabajo en equipo y creatividad. Todo ello mejora su preparación para acceder a universidades internacionales y, sobre todo, para desenvolverse con éxito en un entorno profesional y social cada vez más diverso.
Sin ningún tipo de duda, está muy claro que la Europa del futuro se construye, desde ya, en las aulas de hoy y apostar por la educación internacional, con proyectos, intercambios y una comunidad educativa abierta al diálogo cultural es clave para formar a los ciudadanos que queremos para nuestro futuro.
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