Foco en las fases tempranas
Una investigación busca dianas terapéuticas para tratar la ELA
El proyecto, que cuenta con el apoyo de la convocatoria CaixaResearch de Investigación en Salud, estudia la falta de comunicación entre la mitocondria y el resto de la célula como principal motivo para la aparición de la enfermedad
La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es un enfermedad muy agresiva y mortal, que progresa muy rápido y no cuenta con tratamientos efectivos. A medida que ésta evoluciona, el paciente va perdiendo la conexión entre las neuronas y el músculo, de manera que éste es incapaz de moverse.
En este contexto, resulta clave saber qué le ocurre a la neurona motora durante la enfermedad y, sobre todo, comprender qué ocurre antes de que el paciente sea sintomático, puesto que en la progresión de la enfermedad, primero es la célula o la neurona la que sufre un insulto y, posteriormente, ese problema va avanzando y, al tiempo, empiezan a aparecer los primeros síntomas en el paciente, momento a partir del cual la enfermedad progresa muy rápido.
Por esta razón, es necesario ir a los estadios anteriores, a los presintomáticos, para tratar de solucionar el problema de la célula en esta enfermedad antes de que el paciente sufra algún tipo de neurodegeneración.
La falta de combustible crea degeneración
En este sentido, cabe señalar que desde hace algún tiempo se conoce muy bien que las células de la ELA tienen un problema metabólico. Tal y como explica mediante un símil Estela Area, investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas - Consejo Superior de Investigaciones Científicas, “si la célula fuera un coche, la neurona motora sería un coche de alta gama, con un gran consumo y una alta velocidad, por lo que necesita la mejor gasolina disponible”.
Sin embargo, en el caso de la ELA, en los inicios de la enfermedad, antes de la aparición de síntomas, la neurona manifiesta dificultades para acceder a “la gasolina de alta calidad, por lo que, a la hora de consumir, recurre a gasolina de peor calidad, o incluso al diésel o la electricidad” y eso hace que poco a poco ésta vaya perdiendo su capacidad funcional.
Eso, extrapolado a las neuronas, se traduce en que “la célula tiene dificultades para acceder al combustible que es más efectivo para ella, que es la glucosa, y al no poder acceder a la misma o no tener capacidad para comérsela recurre a ácidos grasos o aminoácidos para funcionar y eso provoca que el paciente vaya perdiendo tejido adiposo y muscular”. “Es como que el paciente se va comiendo a sí mismo para poder mantener la funcionalidad de estas células”, explica Area, y eso, poco a poco, va causando daños irreversibles en el funcionamiento de la neurona.
El problema es de comunicación
En este contexto, la investigadora se encuentra inmersa en un proyecto,que cuenta con el apoyo de la Fundación “la Caixa” a través de su convocatoria CaixaResearch de Investigación en Salud, cuyo objetivo es identificar la causa principal por la que estas neuronas no pueden utilizar la glucosa como combustible y tratar de revertir ese insulto y, además, tener capacidad de detectarlo lo antes posible para poder desarrollar medicaciones con las que intervenir mucho antes de que el paciente sea sintomático, porque es mucho más difícil intervenir cuando la neurona ya está en fase de degeneración. “Esto nos abriría una ventana de detección, diagnóstico y tratamiento preventivo “; señala Area.
Al respecto, cabe indicar que el cambio de combustible ocurre en etapas muy tempranas de la enfermedad, presintomáticas, de manera que es posible detectar la enfermedad o el riesgo de desarrollarla al menos 10 años antes de que el paciente sea sintomático.
En el marco de esta investigación, por ahora, Estela Area y su equipo ya han podido observar que “el insulto principal tiene lugar en la comunicación entre orgánulos subcelulares dentro de la célula, o, dicho de otra manera, “en la célula hay un motor, que es la mitocondria, y éste está conectado con el resto de la maquinaria del motor para que pueda funcionar y ahí es donde se produce el insulto”, asegura la investigadora.
“Si bien durante muchos años, en ELA, se creyó que la mitocondria fallaba de una manera independiente y que ese era el insulto principal, hemos visto que no es así, que no es el motor lo que falla, sino su conexión con otro tipo de orgánulo, de manera que es un problema de comunicaciones, que son las que regulan, no solo el metabolismo o el acceso al combustible adecuado, sino que también regulan la estructura de la célula”, explica Area, quien indica que “hemos visto que desde el principio de la enfermedad, esas conexiones son deficientes y de forma progresiva, esa neurona tiene cada vez más problemas para acceder al combustible y empieza a sufrir daños estructurales, de manera que al final pierde su funcionalidad”.
En busca de una intervención
Por lo tanto, es necesario contrarrestar ese insulto primario para que la neurona mantenga la capacidad de usar el combustible, de manera que habría que intervenir sobre esa primera falta de comunicación entre la mitocondria y el resto de la célula. Por ello, en el contexto de esta investigación también están trabajando para detectar biomarcadores que permitan hacer una detección temprana “Sería una combinación de lípidos en sangre que nos ofrece la información adecuada acerca del problema que está teniendo la célula. Éstos serían los reporteros de estos problemas metabólicos”, revela Estela Area, quien quiere poner de relieve la importancia del apoyo de la Fundación “la Caixa” en el desarrollo de esta investigación.
“Sin esa ayuda, no podríamos hacer esto”, asegura y destaca que no solo se trata de “el dinero que nos han dado, que asciende a 500 mil euros, sino que se trata de un trabajo en equipo en busca de un mismo objetivo, trabajando a la vez y aprendiendo todos de todos”. “La Fundación “la Caixa” es una de las instituciones más efectivas, funcionales y profesionales que he visto, al nivel de otras de referencia internacional”, concluye
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