Psicología

Mario Alonso Puig, médico y conferencista: "El egocentrismo es la gran enfermedad de nuestros días"

Para el experto, el gran diagnóstico de nuestro tiempo no está en la fiebre de la ansiedad, sino en su etiología: el ego desbordado. Salir del centro -dice- es condición para recuperar perspectiva, vínculos y salud social

Mario Alonso Puig, médico y conferencista: "El egocentrismo es la gran enfermedad de nuestros días"
Mario Alonso Puig, médico y conferencista: "El egocentrismo es la gran enfermedad de nuestros días"Youtube Mario Alonso Puig

En una reflexión reciente, el médico y conferencista Mario Alonso Puig alerta sobre un malestar silencioso que, según él, está en la raíz del sufrimiento contemporáneo: la mirada excesivamente centrada en uno mismo. Su diagnóstico distingue entre síntomas visibles y un origen más profundo que urge atender.

En sus palabras, "el egocentrismo es la enfermedad de nuestros días". No se refiere solo a la vanidad, sino a una forma de estar en "el mundo centrado en lo que los sentidos le muestran y en la idea de que lo único que existe es la materia". Y asegura que ese foco estrecho nos vuelve tremendamente individualistas y nos distancia tanto de los demás como de la naturaleza.

Etiología y clínica: el origen del problema, más allá de los síntomas

Puig recurre a un marco médico para explicar su tesis: en medicina se distingue entre clínica y etiología. "Síntoma: no me encuentro bien; signo: tengo fiebre. Etiología: el origen", señala. Trasladado a lo social, la ansiedad, el aislamiento o la polarización serían manifestaciones clínicas; la etiología, dice, es un yo hipertrofiado que organiza la realidad desde su propio ombligo.

"Hasta que no nos abramos ante la otra persona, hasta que no nos atrevamos a ir más allá del yo egoico, vamos a seguir experimentando los síntomas y los signos de una sociedad enferma", advierte.

Cómo se manifiesta el "yo egoico" en la vida diaria

Cuando todo pasa por el filtro del yo, la realidad se encoge. Se multiplican las comparaciones, la hipervigilancia del propio desempeño y el miedo a perder estatus o control. El resultado es una sociedad más reactiva y menos cooperativa, en la que los vínculos se fragilizan y el bienestar se vuelve precario.

Salir del centro: ensanchar la mirada y reconectar

El antídoto, sugiere Puig, no es negar la propia individualidad, sino ampliarla: reconocer la interdependencia, cultivar la escucha y abrir espacio a aquello que no controlamos. Se trata de pasar del yo como trinchera al yo como punto de encuentro. Implica prácticas concretas -desde la gratitud y la cooperación hasta el contacto con la naturaleza- que desactivan el circuito de la auto-referencia continua.

"Ampliar la mirada es aprender a salir del egocentrismo y abrirnos a los demás", resume. No como gesto moralista, sino como higiene mental y social. Una forma de recuperar perspectiva, propósito compartido y salud relacional en tiempos de saturación y ruido.