Familias de acogida

“Darle un futuro digno a un niño es una de las experiencias más gratificantes que depara la vida”

En España, se realizan alrededor de 1.300 acogidas familiares al año gracias a Cruz Roja

Familias de acogida.
Familias de acogida.La Razón

Al abrirle las puertas de un hogar a un niño en acogida, muchas familias descubren que la experiencia va mucho más allá de hacerle un hueco de unos cuantos metros cuadrados a una persona nueva en la unidad familiar. La experiencia les permite descubrir que el amor no conoce de genética ni de diferencias. “Darle un futuro digno a un niño es una de las experiencias más bonitas y gratificantes que te puede deparar la vida. Estos niños te devuelven el triple de lo que tú les das a ellos y te hacen ver la realidad que viven muchas familias en nuestro país en primera persona y no a través de la televisión o de un periódico. Y es que, no hace falta que nos vayamos a países en guerra o del tercer mundo: al lado de las puertas de nuestras casas, aunque no lo creamos, hay gente que pasa muchas necesidades y niños que pasan situaciones muy dramáticas. Qué mejor que ayudar a los que tenemos al lado de casa y poder darles un futuro digno”, comenta Mar.

Ella y su marido Víctor llevan casi una década acogiendo a bebés y niños que han vivido situaciones de desprotección bien porque las situaciones familiares hacen insostenible el cuidado y la crianza y, de forma temporal, se establece la medida de Guarda voluntaria hasta que se solucionan las problemas en el entorno de origen; o bien porque se ha constatado una situación de desamparo o violencia contra la infancia y la Administración Pública, en ejercicio de la ley y con todas las garantías del Estado de Derecho, retira la tutela hasta que se valora la mejor opción de cuidado. “Sin embargo, no todos los casos son debidos a situaciones dramáticas. Otros menores se dan en acogida con carácter de urgencia debido a que pertenece a una familia monoparental y el progenitor tiene que operarse y no puede dejar al menor con nadie. O por una mala situación económica puntual, por ejemplo”, subraya Mar.

Su primer bebé se llamaba Sara. Se ocuparon de sus cuidados durante nueve meses, pero, a pesar del tiempo, siguen “siendo familia”. Así lo asegura Mar: “Seguimos teniendo contacto y, cuando nos encontramos por ahí, viene corriendo a darnos un beso y un abrazo y a decirnos que nos quiere mucho. Somos familia. Es muy bonito”. La experiencia con Sara fue tan enriquecedora que Mar y Víctor, pese a tener a dos hijas biológicas adolescentes, no dudaron en recibir a más pequeños en su casa. “Desde entonces, hemos acogido a unos ocho o nueve niños. Algunos han estado con nosotros temporalmente, pero también tuvimos un caso temporal que se convirtió en permanente. Saray llegó con tres años. Lleva siete años con nosotros y, por ley, estará en acogida hasta los dieciocho años, pero con visitas periódicas de su familia biológica. Evidentemente, cuando cumple los dieciocho años, no se rompe el vínculo, ese sigue siempre”, asegura la madre de acogida. Pero no es el único caso que tienen actualmente viviendo con ellos. Carmen es una pequeña de dos años que llegó como un caso de urgencia y la lleva diez meses en la familia.

La decisión de sumarse al Programa de Acogimiento Familiar de Cruz Roja no fue fácil para ellos. Eran conscientes de que no iba a ser una experiencia emocionalmente desafiante y de que requería de un gran esfuerzo mental para enfrentar y superar los obstáculos que pudieran surgir. Sin embargo, sus indecisiones quedaron sepultadas cuando conocieron que, a través del programa, contarían con el apoyo constante de un equipo técnico para ayudarles a sobrellevar estos desafíos.

“Te planteas ayudar económicamente a una ONG, pero nosotros teníamos claro que los niños no solo necesitan algo económico, un plato de comida o una prenda de ropa, sino que se les puede prestar una atención personalizada, un cariño, atender sus demandas las veinticuatro horas del día”, puntualiza. Y anima a otras familias a sumarse al programa: “Solo es necesario tener ganas, fuerzas para seguir adelante e ilusión. Es lo único. Sí es duro lidiar con las familias biológicas en algunos momentos, pero, si tenemos empatía, nosotros seríamos igual en ciertas situaciones. Además, los niños se adaptan a todo. Es duro al principio pero, con cariño y con atención, se rompen todas las barreras”. Con su propia hija, lo ha conseguido. Con veinticuatro años, Antía ya ha tenido dos niños en acogida.

Programa de acogimiento familiar

“Esta gran contribución a la sociedad exige compromiso los 365 días del año, las 24 horas del día e implica no sólo a las personas adultas del núcleo convivencial, sino al a red social y familiar del entorno de acogida”, sostiene Carlos Chana, responsable de Infancia de Cruz Roja. Se refiere al Programa de Acogimiento Familiar en España, puesto en marcha en 1989. “Fuimos una entidad pionera en Acogimiento Familiar en España. El programa surgió cuando se estaban creando las bases institucionales de la Protección a la Infancia desde la perspectiva de la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, superando los planteamientos benéfico-asistenciales existentes hasta ese momento”, recuerda

Hoy en día, este programa está presente en 19 localidades del conjunto del Estado. Han sido miles de niños y niñas los que se han beneficiado de esta modalidad de cuidado frentes a las residenciales. “Anualmente, atendemos a más de 1.500 chavales y alcanzamos alrededor de 1.300 acogidas familiares de diferente naturaleza (en familia ajena y extensa, de urgencia, temporal, permanente, especializado…). De una forma u otra, son casi 4.000 personas adultas las que se ven implicadas en este proceso al año”, calcula Chana.

En estos casi 35 años de andadura, se han constatado sus excelentes resultados: “En cierto modo, todo acogimiento familiar conlleva cierto efecto terapéutico para niños y niñas. La vida familiar evita los perjuicios que genera la institucionalización y permite la socialización y el desarrollo infantil en entornos comunitarios en iguales condiciones a las de otros niños y niñas que no están vinculados al sistema de protección a la infancia. En concreto, la modalidad de cuidado familiar permite, si es el caso en familia extensa, seguir vinculado al contexto familiar de origen evitando el desarraigo familiar; si es en familia ajena, ofrecer una oportunidad de estabilidad familiar que compensa y repara las consecuencias traumáticas que muchas veces ha ocasionado la exposición temprana al desamparo o la violencia sufrida”, señala Carlos Chana.

Esta modalidad de cuidado está alineada con las prioridades de desinstitucionalización establecidas en la política social nacional y europea. Es una modalidad de cuidado alineada con los propósitos humanitarios de Cruz Roja y que permite la implicación y compromiso ciudadano para dar respuesta a situaciones de extrema vulnerabilidad. También se entronca con el carácter altruista y solidario de la organización. “Cruz Roja colabora con los Servicios de Protección a la Infancia de las Comunidades Autónomas que son las entidades públicas que tienen la competencia en materia de protección a la infancia, para garantizar una alternativa de vida familiar hasta que se solucionan las cuestiones que determinaron la separación de la familia de origen o se establece una medida de protección de carácter permanente”, expone el experto.

En general, pueden participar en este programa personas adultas con disponibilidad, estabilidad personal y socio-económica, y compromiso para vincularse a un proceso de crianza de carácter temporal. “Tienen cabida diferentes modalidades familiares; monoparentales, nucleares, con o sin hijos e hijas familias homoparentales… Lo importante es la estabilidad familiar y la disponibilidad a implicarse en un proceso compartido con profesionales y voluntarios que les acompañarán en esta misión. Antes del acogimiento, estas familias deberán superar un proceso de formación-valoración a través del cual reflexionamos conjuntamente sobre su decisión; conoceremos el potencial que pueden ofrecer a los niños; y les capacitaremos para poder superar los retos que conlleva el acogimiento”, concluye el responsable de Infancia de Cruz Roja.