Salud mental
Sanidad alienta su propia pseudociencia mientras critica terapias con evidencia científica
Ni los antidepresivos acortan la vida ni el activismo social previene la enfermedad mental. Psiquiatras alertan del peligro de hacer caso a los bulos que difunde el Ministerio
Desde que el Ministerio de Sanidad presentó el borrador de su Estrategia de Salud Mental, a finales de 2021, las sociedades de psiquiatría llevan alertado de los errores de concepto con el que se plantean las políticas para abordar uno de los problemas de salud más importantes de la sociedad española. Desde las primeras versiones, el documento ya atacaba frontalmente a la psiquiatría como ciencia, y le echaba la culpa de que España sea uno de los países del mundo donde más psicofármacos se consumen.
Pero no solo el Ministerio nunca escuchó a los profesionales de este ámbito, sino que su enconamiento se ha ido radicalizando con el paso del tiempo. Durante la Comisión Mixta para el estudio de los Problemas de las Adicciones en el Congreso, que tuvo lugar el pasado mes de abril, la ministra, Mónica García, dijo que el consumo de hipnosedantes, como las benzodiacepinas, produce 1.000 muertes al año de forma directa y otras 2.000 relacionadas. Al poco tiempo, el Comisionado de Salud Mental anunció que preparaba una guía para reducir los fármacos psicotrópicos, y lanzó mensajes más que discutibles como que "los tratamientos farmacológicos a largo plazo matan. Estas personas viven 20 años menos".
Ante tales sin sentidos, Celso Arango, uno de los psiquiatras más reconocidos en Europa y en el mundo, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, jefe del departamento pediátrico y juvenil del mismo centro hospitalario y miembro de miembro de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos, contestó a las declaraciones en un hilo de la red social X.
En él, hacía referencia a un estudio de incidencia de primeros episodios de psicosis a nivel mundial, recién publicado en la revista científica The Lancet Psychiatry, del que es coautor, y señalaba lo siguiente: "Mientras algunos se preocupan de que las personas con trastorno mental tomen tratamientos el mundo se preocupa porque el principal problema de la salud mental sea que la mayoría de las personas no tengan acceso a esos tratamientos. ¿Se imaginan a una ministra de Sanidad compartiendo que los fármacos que tiene aprobados su Ministerio matan y si no se toman se vive más, en contra de toda evidencia científica? Y digo en contra porque es exactamente al revés", indica.
"Por ejemplo –prosigue– las personas con esquizofrenia que toman medicación tienen el doble de posibilidades de vivir en un seguimiento a veinte años, sobre todo si toman clozapina. Que una ministra de Sanidad promueva datos falsos y contrarios a la evidencia y, peor aún, el abandono del tratamiento, es más que una negligencia. Los antipsicóticos han mejorado sustancialmente la calidad de vida y morbimortalidad de pacientes con esquizofrenia, así como de las personas de su entorno".
De ahí que tanto él como la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (Semps), el Colegio de la Psiquiatría de Madrid y decenas de profesionales a nivel particular se pregunten dónde está la coherencia en un Ministerio que ataca sin piedad a las pseudociencias mientras defiende las que encajan con su ideología.
Nula evidencia, solo ideología
Recientemente, la comisionada de Salud Mental, Belén García, se estrenaba en público con unas declaraciones ante los medios en las que defendió la deprescripción de psicofármacos. "La idea es que se puedan prescribir grupos de deporte en lugar de rubifén, asociaciones feministas en lugar de sertralina, o un sindicato en lugar de lorazepam".
Unas declaraciones que, además de peligrosas para las personas con enfermedades mentales, fueron un jarro de agua fría para psicólogos y psiquiatras que trabajan en psicoterapia.
Y es que ni sindicarse ni apuntarse a una asociación feminista tienen evidencia científica alguna para prevenir o tratar los trastornos emocionales, pero si la tienen algunas de las terapias que han incluido en su "Plan de Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias". En concreto, el entrenamiento autógeno, una técnica psicoterapéutica basada en la concentración pasiva en sensaciones corporales naturales. En países como Alemania, Rusia, Canadá, Japón e Italia esta técnica tiene reconocimiento oficial junto a otras psicoterapias, como la cognitivo-conductual. En Reino Unido está reconocida y recomendada por el Servicio Nacional de Salud (NHS).
Aunque el documento no lo mete directamente en el saco de las pseudoterapias, dice de él que aunque "ha demostrado beneficios en la mejora de síntomas psicológicos y físicos ( efectos significativos en la reducción de los niveles de ansiedad y depresión, así como en las cefaleas, la dermatitis atópica, el síndrome de intestino irritable o la fibromialgia), las conclusiones no pueden ser definitivas debido al bajo número de estudios para cada condición de salud y su riesgo de sesgo alto o incierto. Es necesario seguir evaluando la seguridad de estas técnicas".
Ante estas afirmaaciones, la Sociedad Española de Medicina Psicosomática (SEMP) se ha movilizado y ha enviado a Sanidad varias cartas e informes donde detallan la evidencia de este tipo de psicoterapia, acompañada de escritos de varios expertos para solicitar "la urgente revisión y modificación del informe, la retirada del entrenamiento autógeno del grupo de terapias ‘bajo sospecha’, y la revisión completa del Plan".
“El informe del ministerio parte de un error de concepto al clasificar el entrenamiento autógeno dentro de las 'técnicas de inducción de sensaciones corporales', etiqueta no usual en la literatura médica”, comenta Luis González de Rivera, catedrático de Psiquiatría y Presidente de la SEMP. "El entrenamiento autógeno no es ni 'inducción', ni 'representación mental', sino entrenamiento en la percepción y concentración de la atención en sensaciones naturales que están siempre presentes", señala. "Ninguno de los profesionales que investigamos y enseñamos el método hemos sido consultados ni tenido conocimiento de la preparación de este informe previo a su publicación" añade el experto, que aprendió entrenamiento autógeno durante su formación como psiquiatra en la Universidad McGill de Montreal, y lo ha enseñado durante su estancia como catedrático en la Universidad McMaster, de Canadá, y, ya en España, en la Universidad de La Laguna, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned).
Sin fondos para aumenar el número de profesionales
Uno de los aspectos en los que casi todos los agentes implicados en el abordaje de la salud mental están de acuerdo es que el esfuerzo debe ponerse en aumentar el número de profesionales sanitarios, tanto psicólogos como psiquiatras y enfermeras/os especializados. En esta línea, la Comunidad de Madrid censuró el pasado viernes que en el Plan de Acción de Salud Mental no se incluyan fondos para recursos humanos. “Creemos que, en temas de salud mental, la alta tecnología son los psiquiatras, los psicólogos clínicos, las enfermeras de salud mental, y ahí hemos pedido que por favor haya fondos específicos», indicó la consejera de Sanidad de Madrid, Fátima Matute, después del pleno del Consejo Interterritorial del SNS.
La solución pasa por aumentar las plazas para estos profesionales, con el objetivo del que el déficit, acumulado desde hace más de una década, se arregle en unos años. Sin esto o, por ejemplo, crear más hospitales de día, los delirios de Sanidad de deprescribir medicación podrán tener consecuencias nefastas en la población psiquiátrica.
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