Sanidad

Sanidad rechaza financiar el primer fármaco para el insomnio crónico

La decisión aboca a médicos y pacientes a recurrir a las benzodiacepinas, medicamentos que el Ministerio pide "deprescribir"

La ministra de Sanidad, Mónica García, durante una sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados
La ministra de Sanidad, Mónica GarcíaJesús HellínEuropa Press

Se calcula que un 14% de los adultos en España padecen insomnio crónico, porcentaje que se eleva por encima del 30% en profesionales sanitarios y otros trabajadores por turnos. El contexto laboral existente en la atención primaria, en concreto, con una alta carga y presión asistencial, es un factor que predispone a un incremento de los casos de insomnio en sus trabajadores, así como una mayor expresión en la gravedad de dicha patología.

De hecho, según una reciente encuesta realizada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y la Alianza por el Sueño a médicos de Primaria, el 53% presentaba insomnio subclínico, el 33% insomnio clínico y el 4% insomnio grave. Se sabe que esta condición tiene una relación bidireccional con la ansiedad y la depresión, y que es un factor de riesgo de suicidio.

El primer signo que determina si una persona padece insomnio de forma crónica es la llamada regla del 3 por 3. Es decir, si lo sufre 3 días a la semana durante 3 meses. Después se realizan otra serie de pruebas médicas para determina el grado de gravedad, pero hay que tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, cuando una persona acude al médico por un problema de insomnio es porque lleva años sufriéndolo y automedicándose con todo lo que ha podido encontrar sin receta en herbolarios y farmacias.

Durante más de medio siglo las benzodiacepinas han sido la única alternativa para las personas con insomnio cronificado; con sus luces y sus sobras, dado que se trata de medicamentos que generan somnolencia diurna y que, usados más allá de su indicación de entre 4 y 8 semanas, crean tolerancia y generan dependencia.

"El consumo crónico de benzodiazepinas se asocia con una alteración del estado emocional, abuso de sustancias, aumenta el riesgo de suicidio y provoca deterioro cognitivo", explica Carmen Bellido, responsable del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Hospital General de Castellón.

En este punto merece la pena recordar que el Ministerio de Sanidad y el Comisionado de Salud Mental tienen abierta una "cruzada" para "deprescribir" este tipo de fármacos para usos como éste, que entran dentro de lo que ellos consideran "malestares de la vida cotidiana".

Además, achacan injustamente a los médicos de Primaria el abuso en la indicación de benzodiacepinas, antidepresivos y ansiolíticos a la población, cuando su única "responsabilidad" en esta situación es recibir el grueso de las consultas relacionadas con trastornos del estado de ánimo, estrés y problemas de sueño.

Primera línea, inexistente

De hecho, aunque se usen, las guías clínicas no recomiendan la prescripción rutinaria de benzodiacepinas para el tratamiento del insomnio, "ya que su relación riesgo/beneficio es desfavorable, especialmente en personas mayores". Y aquí nos encontramos con la segunda contradicción, que es que la primera línea de tratamiento para el insomnio crónico son las medidas no farmacológicas, es decir, la terapia cognitivo-conductual, que es inexistente en la Sanidad pública.

"Esta terapia no está disponible en el Sistema Nacional de Salud (SNS) porque la hacen psicólogos especialistas en sueño y tenemos las unidades de Salud Mental absolutamente colapsadas. Yo hago ahora mismo una interconsulta para mandar a un paciente con insomnio a la unidad y me la rechazan al instante", explica Bellido, cuyos pacientes son profesionales sanitarios.

De la misma opinión es Lorenzo Armenteros, portavoz de la SEMG: "No hay apenas unidades de terapia cognitivo-conductual que se ocupen del tratamiento del insomnio crónico, las pocas que hay no están preparadas para asumir la enorme demanda y, lo más importante, no hay acceso a ellas desde la atención primaria".

En este desalentador contexto la investigación farmacéutica aporta una solución y, en junio de 2022, la Agencia Europea del Medicamento da luz verde al primer medicamento indicado específicamente para tratar el insomnio crónico de moderado a grave, el daridorexant, un antagonista dual del receptor de la orexina.

El sistema de las orexinas es un modulador clave de la señalización de la vigilia. Las orexinas se liberan en el cerebro e interactúan con todos los neurotransmisores de la excitación para estabilizar la vigilia y regular la atención.

El fármaco, al ir dirigido únicamente a este sistema, actúa sobre el origen del insomnio, por lo que cumple todos los objetivos que se persiguen al tratar a una persona que lo padece. "Disminuye la latencia del sueño (el tiempo que tardo en dormirme), lo mantiene durante toda la noche, mantiene y no altera su arquitectura (como sí hacen las benzodiacepinas) y, en consecuencia, mejora la funcionalidad diurna", explica Bellido. Quviviq, su nombre comercial, llegó a las farmacias españolas en 2023, pero sin financiación pública por parte del SNS. Su precio es de algo más de 90 euros la caja de 30 comprimidos de 50 mg.

Radiografía del insomnio crónico
Radiografía del insomnio crónicoMiguel RosellóLa Razón

La Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIPM), un órgano dependiente del Ministerio de Sanidad que comanda Mónica García, denegó a hace poco más de un mes su financiación "atendiendo a la incertidumbre con respecto al valor terapéutico y social del medicamento y beneficio clínico incremental del mismo, teniendo en cuenta su relación coste-efectividad, y a criterios de racionalización del gasto público destinado a prestación farmacéutica e impacto presupuestario en el SNS», tal como figura en el acta de la reunión del día 26 de febrero.

Pagar un psicólogo o pastillas

Una decisión que deja a los pacientes en la siguiente tesitura: abonar de su propio bolsillo este medicamento (con un coste al día de 3 euros), pagar a un psicólogo privado (entre 60 y 120 euros por sesión) para poder tratar su patología con terapia cognitivo-conductual u optar por lo que a día de hoy le ofrece la sanidad pública: benzodiacepinas (con un coste de unos 3 euros al mes).

"En el contexto actual, con las carencias comentadas, la decisión que se ha tomado es completamente economicista.Lo que se consigue denegando la financiación es impedir el acceso rápido del paciente al mejor tratamiento disponible para su patología, y crear inequidad entre los que sí pueden pagárselo y los que no", señala Armenteros.

"Estamos abocando a muchas personas al consumo de benzodiacepinas, especialmente a los más vulnerables. Son tan baratas que, claro, no crean una distorsión en el sistema sanitario, pero sí una distorsión secundaria por las consecuencias que tiene su uso excesivo en las fracturas de los ancianos, en el deterioro cognitivo o en los accidentes de tráfico", alerta.

Las palabras desafortunadas de la ministra

"Queremos llegar a las mesillas de noche, a las alcobas, para que la gente pueda dormir mejor..." La ministra de Sanidad, Mónica García, usaba estas palabras el pasado viernes para referirse a las ventajas que, a su juicio, supondrá para la población la puesta en marcha del Plan de Acción de Salud Mental 2025-27, que acababa de aprobar el pleno del Consejo Interterritorial. En el contexto ideológico de su formación política, Sumar, la mayoría de los "problemas mentales" (eufemismo en el que engloban también los trastornos mentales) de la población están determinados por sus circunstancias socioeconómicas, por lo que mejorarlas redunda en su salud mental. Cuanto menos sorprende que, pensando así, su departamento no haya apoyado la inclusión de este fármaco en el sistema público, una herramienta que sí tiene evidencia científica (frente a sus recomendaciones de sindicarse o apuntarse a una asociación feminista para mejorar la salud mental, que no la tienen) frente a un problema, el insomnio crónico, que afecta especialmente a personas de bajos recursos.