Psicología

Silvia Severino, psicóloga: “Por esto no deberías hacer tres favores a la misma persona”

El vídeo de la psicóloga explicando por qué ayudar demasiado puede volverse en contra reabre el debate sobre establecer límites en las relaciones personales

Silvia Severino, psicóloga: “Por esto no deberías hacer tres favores a la misma persona”
Silvia Severino, psicóloga: “Por esto no deberías hacer tres favores a la misma persona”Freepik | Instagram (laconsultadesilvia)

Siempre asociamos que una buena persona es aquella que ayuda a los demás y le echa una mano a quien le haga falta. Sin embargo, alguien que de manera recurrente está a disposición de los demás puede correr el riesgo de que los demás dependan en exceso de él. Sobre ello ha reflexionado Silvia Severino, psicóloga y divulgadora, que ha puesto palabras a una sensación compartida por muchos: el cansancio de quienes ayudan sin descanso.

Su mensaje, sencillo pero afilado, no habla de egoísmo ni de distancia emocional, sino de un tipo de generosidad que se vuelve en contra cuando no tiene límites. En un momento del vídeo, Silvia lanza la frase que se ha convertido en titular de su discurso: “Nunca hagas más de tres favores a la misma persona, porque a la cuarta ya no lo verá como ayuda, sino como obligación”.

Por qué no deberías hacer tres favores a la misma persona

La psicóloga explica que ese cambio de percepción no implica mala intención: “Eso no es maldad de la otra persona. Es costumbre cuando ayudamos sin medida, sin pausa y sin límites. El otro deja de percibir el esfuerzo y empieza a dar por hecho algo que a ti te está costando tiempo, energía y paz mental”.

Su advertencia conecta con lo que distintos especialistas en psicología social llaman “fatiga del cuidador invisible”: el desgaste emocional de quien siempre está disponible. Según la American Psychological Association (APA), este patrón se repite con frecuencia en personas con una fuerte necesidad de agradar o con miedo a ser rechazadas.

En palabras de Silvia, “detrás de ese yo puedo con todo o tranquilo, no pasa nada, yo te ayudo, suele haber una necesidad mucho más profunda: el miedo a decepcionar, a perder el afecto del otro o a sentirte inútil si no estás resolviendo sus conflictos del día a día”.

El vídeo ha resonado especialmente entre quienes confunden amabilidad con disponibilidad total. “Cuando damos desde el agotamiento, lo que damos deja de ser generosidad y se convierte en autoabandono”, resume la psicóloga.

Prestar ayuda constante sin cuidar el propio bienestar puede derivar en estrés, ansiedad e incluso somatización física. No se trata, por tanto, de dejar de ser solidario, sino de aprender a poner límites sin culpa.

Aprender a decir no (y no sentir remordimiento)

“Poner límites no es egoísmo y no estás solo. Aprendemos a poner límites”, dice Silvia Severino en la parte final del vídeo. Para ella, negarse a un favor no implica rechazo, sino cuidado personal: “Cuando digo no a las necesidades del otro, es una forma de cuidarme a mí misma”.

Esa idea coincide con las reflexiones de Esther Perel, terapeuta belga de referencia en psicología relacional, quien sostiene que “la generosidad auténtica solo nace de la libertad; si nace del deber, se convierte en resentimiento”.

Cada “no” razonado, explican los expertos, refuerza la autoestima y previene vínculos de dependencia. En última instancia, los límites claros permiten que las relaciones se sostengan en la reciprocidad, no en la deuda emocional.

El consejo de “no hacer más de tres favores” no es una regla numérica, sino una forma de recordarnos que la empatía también necesita descanso. En tiempos en los que se celebra la disponibilidad constante: en el trabajo, en las amistades, incluso en la familia, Silvia Severino propone un acto de resistencia: ayudar, sí, pero sin perderse a uno mismo por el camino.