Padres supervivientes

"Si supiéramos qué ver se evitarían muertes por suicidio"

Carlos Soto y Olga Ramos ayudan a luchar contra esta práctica tras la muerte de su hija Ariadna hace ocho años

Ariadna y Olga
Ariadna y OlgaLa Razón

Cuando Carlos Soto y Olga Ramos hablan sobre su hija Ariadna ambos coinciden en que era una chica "normal", aunque al avanzar en la conversación esa "normalidad" deja paso a un ramillete de cualidades extraordinarias en una adolescente: sensible, cariñosa, muy estudiosa (le gustaba mucho aprender, aunque no era la típica "empollona") y, sobre todo, empática. Enseguida captaba a quién tenía enfrente, porque era también muy observadora. Le gustaba mucho leer, el cine, la filosofía y viajar. Sus padres y ella iban a todas partes juntos. La relación entre los tres era muy buena y hablaban de todos los temas sin eludir ninguno. En lo que tanto Carlos como Olga vuelven a coincidir en señalar es que, a sus 17 años, era más adulta que el resto de sus compañeros, lo que la llevaba a esforzarse mucho en los estudios, y aunque estaba en segundo de Bachillerato, ellos no la presionaban para que estudiase, porque era exigente y perfeccionista.

Pero en esa aparente normalidad en noviembre del año 2015, tres meses antes de su muerte, algo cambió. Ariadna habló con sus padres y les dijo que no sabía lo que le pasaba pero que no podía estudiar, que tenía un "bloqueo". "Ahora lo entendemos como una petición de ayuda", afirma Carlos. "Nosotros le ofrecimos ir a un psicólogo especialista en jóvenes, con el que estableció un vínculo fabuloso desde el primer momento", afirma, pero ella "era muy lista, y se dio cuenta de que él nos contaba lo que le decía (era menor en ese momento), por lo que redujo la cantidad de información". El motivo, cuidar de sus padres para que no se preocuparan por ella.

Como tenía problemas para dormir acordaron ir al médico de familia, que la recetó antidepresivos y ansiolíticos. «No nos extrañó, era la doctora quien se los mandaba, porque dijo que era un problema común en esa edad. En parte nos quedamos más tranquilos. Tomaba su medicación, estaba triste, pero disimulaba. En el día a día es difícil verlo», reconoce su padre. Tras la última sesión a la que asistió en el psicólogo su padre llegó a preguntarla si se planteaba suicidarse. "Qué cosas dices, se te ocurre cada cosa..." fue la respuesta de Ariadna.

Ese sábado Carlos y Olga le preguntaron si quería ir a tomar un café con ellos, pero ella dijo que había quedado con unos amigos y que luego iría de compras. No volvieron a verla con vida, porque Ariadna se suicidó ese mismo día.

Han pasado ocho años, pero Carlos y Olga aún luchan por sobrevivir a la muerte de su hija, por superar el duelo y llegar por fin a la aceptación, aunque no es un proceso lineal y todavía hay momentos mejores y peores. "Era nuestra única hija, nuestra vida se partió", dice Carlos. "Durante los primeros años estábamos como vegetales, no podíamos leer o escuchar música. Ahora ya hemos empezado a viajar", añade. "Hemos tenido la suerte de que vecinos y amigos nos han cuidado muchísimo", sostiene.

Al preguntar a Olga cómo se enfrenta una madre al suicidio de un hijo su respuesta es tajante: «Difícilmente». «Por su forma de ser se cuidó mucho de que no pudiéramos ver nada. Sabíamos que le pasaba algo pero no qué lo motivaba, no puedes estar metido en su cabeza ni ser un policía cuando está fuera de casa». Ahora sospechan que tenía una depresión que no manifestó. «Eso como padre no lo puedes controlar», afirma Olga.

Por eso, ambos subrayan la importancia de saber qué hacer con una persona que manifiesta ideación autolítica. "Si todos supiéramos qué tenemos qué ver... pero sobre el suicidio casi no se habla. Si nosotros hubiéramos sabido un 10% de lo que sabemos ahora...", se lamenta Olga.

Carlos Soto
Carlos SotoJ G Feria

Una de sus grandes luchas ha sido encontrar profesionales que les ayudaran, algo que no ha sido fácil. "En un primer momento acudimos a la trabajadora social, pero no supo dónde enviarnos", explica Carlos. "El médico de cabecera nos escuchó, y nos derivó a psiquiatría. Eso nos cambió la vida. En la primera visita nos escuchó durante horas», lo que fue un alivio para ellos, «porque de repente nos atendía alguien que sabía qué hacer".

No obstante, eso no fue suficiente y siguieron buscando ayuda. Fueron a un Centro de Atención Familiar, donde la psicóloga no estaba especializada en suicidio, pero "durante cuatro años hizo la función de acompañamiento tan necesaria, nos dejó expresar nuestro dolor, nos hizo sentir que lo que nos pasaba era real", declara Carlos.

Dando un paso más, decidieron participar en un grupo de ayuda para supervivientes, del que les hicieron coordinadores. Tanto Carlos como Olga han encontrado un camino en la ayuda a familiares y profesionales que se enfrentan al suicidio, y en luchar por la prevención. En Psicólogos Princesa 81 trabajan en los Grupos de Ayuda Mutua para Supervivientes. Carlos colabora en la formación para los miembros del Summa y de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid. Y ambos protagonizan un impactante vídeo de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) en el que se muestra qué pasa en esos primeros momentos tan duros y dolorosos cuando un ser querido se suicida. "Si con estas pequeñas acciones conseguimos que alguien salve la vida en definitiva será el trabajo que Ariadna va a dejar", concluye Carlos.

Teléfonos de ayuda: 024; Emergencias: 112; Fundación ANAR (para niños y adolescentes: 900 20 20 10 ); Teléfono de la Esperanza: 717 00 37 17

¿Qué se debe hacer?

Estos puntos son algunas de las pautas a tener en cuenta en caso de percibir ideas suicidas en alguien de nuestro entorno.

1. No tener miedo a preguntar "¿estás pensando en suicidarte?". No negar el hecho, ni responder con tópicos como "de todo se sale", ni hacer preguntas con respuesta incluida: "¿No estarás pensando ninguna locura?"

2. Evaluar el nivel de riesgo. Preguntar a la persona si ha pensado cuándo lo haría (para saber la inminencia del intento), cómo (si tiene capacidad para ello) y las razones, dónde y por qué quiere hacerlo. (A mayor número de respuestas afirmativas, mayor riesgo)

3. Aplazar la decisión. Es más realista que quitar a alguien las ideas suicidas, además de evitar una confrontación sobre si sus motivos son legítimos o suficientes.

4. Evitar intentar quitar las ideas suicidas, porque se puede cometer errores como juzgar, dar consejos, comparar el sufrimiento con el propio o cambiar de tema.

5. Facilitar que la persona se desahogue es fundamental, ya que para ellas es difícil cuando no imposible encontrar a alguien capaz de escuchar su sufrimiento.

6. No mentir, ni hacer promesas que no se puedan cumplir, como "ya verás como al final no es nada" o "seguro que todo se arreglará".

7. No tener prisa para resolver la situación. Esto aumentaría la sensación de ser una carga para los demás y agotar recursos que luego puedan ser útiles.

8. No dejar nunca a la persona sola, y tener claro que "entre su confianza y su vida, nos quedamos con su vida". Nadie debe asumir esa responsabilidad sobre otra persona solo, y no hay que fiarse si apelan a nuestra confidencialidad sobre su intención.

9. Sembrar la ambivalencia. Existen mitos "edulcorantes" sobre diferentes formas de quitarse la vida y su rapidez o eficacia, y otros que subestiman el dolor desgarrador que provoca un suicidio.