Opinión

Yo también tuve cáncer

Lo peor es que cuando te lo diagnostican crees que te vas a morir

Nueve de cada diez asturianas menores de 64 años sobreviven al cáncer de mama un lustro después del diagnóstico. REMITIDA / HANDOUT por PRINCIPADO. Fotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma 18/10/2024
Nueve de cada diez asturianas menores de 64 años sobreviven al cáncer de mama un lustro después del diagnósticoPRINCIPADO.Europa Press

Somos muchos, y dicen los expertos que cuantos más años vivamos más cánceres rondarán por nuestras vidas, así que es hora de hablar de ese bicho malo con naturalidad. Lo peor del cáncer es que cuando te lo diagnostican crees que vas a morir. Porque así murieron otros que amaste, otros que apenas conocías, otros. Pero la realidad es diferente.

Según los expertos en los últimos cuarenta años se ha duplicado la supervivencia y el reto actual es que para dentro de cinco el setenta por ciento de pacientes que lo sufren sobrevivan con buena calidad de vida. Convertir el cáncer en una enfermedad crónica hará que desaparezca el terror que le tenemos.

Mi madre murió de cáncer a los setenta y cuatro. Cuando a mí el médico que me hace la colonoscopia me dice que tengo un tumor maligno, lo primero que pienso es: “¿Ya? Qué pronto”. Qué pronto iba a irme de estos lares queridos. No, no me parecía justo ni cabal. Tenía una criatura de doce años y mucho que hacer. Enseguida me hicieron una cirugía por laparoscopia, o sea, sin abrirme la barriga.

A las treinta horas aproximadamente un fallo multiorgánico por infección se apoderó de mi pobre cuerpo. Me dijeron que se habían abierto las grapas que cosían mi intestino, imaginen. Entonces vino lo más terrible: cirugía a lo bestia, colostomía, despedida y mi familia a rezar. Pero remonté, estuve cinco semanas en un servicio de Reanimación despierta día y noche, sintiendo el cuerpo como un recipiente inanimado, sin beber agua (no saben lo terrible que es la sed) más muerta que viva. Cuando pude hablar dicté los artículos para este periódico a mi novio, contando lo que estaba viviendo en aquel zulo siempre falsamente iluminado. Un día divino me llevaron a planta y vi el cielo. Mi médico sonriente me confirmó que no necesitaría quimio ni radio. Yo entonces solo miraba la belleza de ese cielo.

Y sobreviví, porque cada vez más sobrevivimos al cáncer. Y nos hacemos más sabios.