Iglesia

El Vaticano incluye la maternidad subrogada y el feminicidio en su lista de atentados contra la dignidad humana

El Papa actualiza en la declaración Dignitas infinita la lista de «graves violaciones» como el aborto y la eutanasia, a las que suma el feminicidio y la gestación subrogada

El Papa Francisco refuerza, actualiza y amplía las «graves violaciones» de la dignidad humana que se dan en todo el planeta. Es la razón de ser de «Dignitas infinita» –Dignidad infinita–, una declaración vaticana elaborada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe que insiste en su condena al aborto y la eutanasia, pero añade otras denuncias como el feminicidio, la maternidad subrogada, la teoría de género o el acoso en redes sociales.

Esta compilación se traduce en trece amenazas sobre cuestiones «que pueden estar oscurecidas en la conciencia de muchas personas hoy en día», entre las que destacan aquellas que están más vinculadas a la Doctrina Social de la Iglesia, que se ha convertido en un eje del pontificado de Francisco. Así, incluye la violencia contra los migrantes, la trata de personas, la guerra, la pobreza, los homicidios, los genocidios, el suicidio, el trabajo forzado, la prostitución, la esclavitud, la pena de muerte o las encarcelaciones arbitrarias. Todas ellas, según el documento de la Santa Sede, atentan contra esa «dignidad infinita, que se fundamenta inalienablemente en su propio ser, le corresponde a cada persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre».

Este texto nace como respuesta al 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y está firmado por el cardenal prefecto de Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández. Ha tardado más de cinco años en configurarse, hasta que hace dos semanas fue aprobado por el pontífice argentino. Se firmó el 2 de abril, al cumplirse 19 años de la muerte de Juan Pablo II, y vio la luz ayer.

Para argumentar cada una de estas alertas, Dotrina de la Fe se remite al magisterio de los Papas más recientes, lo mismo de Pablo VI que de Juan Pablo II y Benedicto XVI, como del propio Francisco. Al abordar asuntos como la defensa del no nacido o de los enfermos terminales, no se aprecia cambio alguno en la doctrina católica y se ahonda en ellos con la contundencia habitual de la Iglesia. Esta misma determinación se aprecia en prácticas más recientes, como la maternidad subrogada o la teoría de género.

«La práctica de la maternidad subrogada viola, ante todo, la dignidad del niño», se lee en el documento, que llega a la conclusión de que el menor «se convierte en un mero objeto». «El deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un ‘derecho al hijo’», se insiste, a la par que se certifica que la maternidad subrogada «viola, al mismo tiempo, la dignidad de la propia mujer que o se ve obligada a ello o decide libremente someterse».

Diferencia sexual

Al adentrarse en la llamada ideología de género, el Vaticano prefiere utilizar el término inglés «teoría de género». En cualquier caso, considera que «debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres». Con esta premisa, la Iglesia sentencia que «toda operación de cambio de sexo, por regla general, corre el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción». A este respecto, solo se excluye «la posibilidad de que una persona afectada por anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan posteriormente, pueda optar por recibir asistencia médica con el objetivo de resolver esas anomalías».

Eso sí, la Declaración vaticana recuerda que toda persona, «independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto». Incluso se explicita que «hay que denunciar como contrario a la dignidad humana que en algunos lugares se encarcele, torture e incluso prive del bien de la vida, a no pocas personas, únicamente por su orientación sexual».

El propio Víctor Manuel Fernández quiso verbalizar ayer en la rueda de prensa para presentar el documento que «estamos evidentemente a favor de la despenalización de la homosexualidad», y puso en valor cómo Francisco se reúne con frecuencia con personas transexuales bajo el «principio de acogida a todos, como dice el Papa, que no cambia». «Es doloroso que algunos católicos defiendan leyes injustas que ordenan el encarcelamiento de personas por el solo hecho de ser homosexuales», remarcó también el cardenal argentino. Eso sí, a la par el prefecto dejó caer que «la idea del matrimonio gay con la propia eliminación de las diferencias no parece aceptable».

La novedad principal de la Declaración radicaría en incluir en este texto no solo los que podrían considerarse como «pecados» individuales, sino aquellos que implican una responsabilidad comunitaria, como la guerra, la explotación laboral de los extranjeros o los abusos sexuales. De la misma manera, en la misma línea que el Papa Francisco ha ido expresando en sus intervenciones públicas, «Dignitas infinita» alza la voz contra «las violencias contra las mujeres, que es un escándalo global, cada vez más reconocido».

«Aunque de palabra se reconoce la igual dignidad de la mujer, en algunos países las desigualdades entre mujeres y varones son muy graves e incluso en los países más desarrollados y democráticos la realidad social concreta atestigua que a menudo no se reconoce a la mujer la misma dignidad que al varón», se especifica en un documento. Y se añade también que «las desigualdades en estos aspectos son distintas formas de violencia».

En este apartado sobre la mujer, Doctrina de la Fe vuelve a mencionar a aquellas que sufren «coacción» para interrumpir su embarazo, así como la práctica de la poligamia. «Es este horizonte de violencia contra las mujeres no se condenará nunca de forma suficiente el fenómeno del feminicidio», subraya.

También resulta inédito que Roma se adentre en una temática como el universo digital y cómo puede convertirse en «un mundo en el que crecen la explotación, la exclusión y la violencia». «Basta pensar en lo fácil que es, a través de estos medios, poner en peligro la buena reputación de cualquier persona con noticias falsas y calumnias», se deja caer sobre lo que se presenta como «el lado oscuro del progreso digital».