
Ciencia
Entre lo verdadero y lo certificado: III Congreso Internacional de Bioética
Se celebró ayer y hoy en Roma y reunió a 400 investigadores, científicos, médicos de todo el mundo

«¿Cómo podría haber contradicción entre lo verdadero y lo verificado? Siempre es lo segundo lo que tarda». Con esta cita de Jérôme Lejeune se clausuró con éxito el III Congreso Internacional de Bioética en Roma, bajo el lema: «El esplendor de la verdad en la Ciencia y en la Bioética».
El evento, celebrado durante dos días en Roma, los días 30 y 31 de mayo, se ha consolidado desde su primera edición en 2023 como un foro de referencia para debatir sobre las cuestiones esenciales de la bioética.
El objetivo de este año fue interrogarse sobre la existencia de la verdad en la encrucijada entre las ciencias experimentales y médicas, la filosofía y la teología.
Esta edición fue organizada por la Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune, con el apoyo de más de 40 instituciones internacionales, entre ellas la Catholic University of America (Estados Unidos), el Kennedy Institute y el Pellegrino Institute de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos), universidades de Argentina, México, Polonia, Italia, España, Suiza, Kenia, la República del Congo, y otras entidades como los Caballeros de Colón (Estados Unidos), Word on Fire (Estados Unidos), Ethics & Public Policy Center (Estados Unidos), Fertilitas (España) y la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC), por mencionar solo algunas.
Traducida simultáneamente a cuatro idiomas, la conferencia reunió a cerca de 400 investigadores, científicos, médicos, así como filósofos y juristas de todo el mundo.
Una vez más, el encuentro contó con la presencia de destacados ponentes. La conferencia inaugural fue impartida por Su Eminencia el Cardenal Willem Jacobus Eijk (Países Bajos), quien mostró cómo la ciencia y la bioética pueden estar al servicio de la verdad, siempre que se respeten tres principios fundamentales: primero, «reconocer que la razón humana es capaz de conocer verdades metafísicas»; luego, reconocer «que el hombre posee, en todo caso, una autonomía relativa»; y finalmente, reconocer «la vida humana como un valor intrínseco».
Juan Arana (España), académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, presentó una conferencia brillante sobre cómo «la evolución del pensamiento occidental ha tendido a descuidar la búsqueda de las grandes verdades de la filosofía en favor de las pequeñas verdades de la ciencia», cuando en realidad estas últimas están ligadas a las primeras «por hilos, si bien sutiles, eficaces, y deberíamos esforzarnos por restablecer ese vínculo perdido». Insistió además en el carácter indispensable de la filosofía y la metafísica en la búsqueda de la Verdad en diálogo con la ciencia.
El profesor Bernard Schumacher (Suiza), de la Universidad de Friburgo, mostró que la evolución del método científico provoca una evolución en la relación con la verdad: con el método científico moderno, «la realidad se reduce a lo que es de orden matemático» y se llega a pensar que «la ciencia solo puede captar hechos necesarios, cognoscibles mediante la experimentación empírica», excluyendo del campo del conocimiento todo lo que no es demostrable empíricamente.
La conferencia del filósofo Thibaud Collin (Francia) también despertó gran interés. Interrogó la naturaleza de la doctrina de la ley natural: «¿es una ideología que debe ser denunciada como tal?», «¿no es más bien una construcción social e histórica “naturalizada” y, por lo tanto, criticable? Pero entonces, ¿en qué se fundamenta lo justo y lo injusto y en nombre de qué criterio la sociología crítica puede deconstruir la ley natural?»
Stephan Kampowski (Italia), del Instituto Teológico Pontificio Juan Pablo II, abordó la verdad moral en bioética, explicando que «las nuevas biotecnologías pueden crear posibilidades nunca antes vistas. Por tanto, antes de discutir el significado antropológico y el estatus ético de una acción biomédica o biotecnológica, es necesario primero establecer los hechos científicos».
El primer día de la conferencia concluyó con dos mesas redondas. La primera abordó la difícil cuestión del consejo genético. La genetista Teresa Perucho (España), el cirujano Emmanuel Sapin (Francia) y el neonatólogo Robin Pierucci (Estados Unidos) analizaron los criterios de un consejo genético justo: ¿cómo acompañar a los padres en un anuncio difícil sin traicionar el deber del médico, hecho de compasión y respeto por la vida humana?
La segunda mesa redonda trató el tema de la objeción de conciencia, gracias a las intervenciones de dos destacados ponentes: Grégor Puppinck (Francia), del Centro Europeo para el Derecho y la Justicia, y Nicolás Lafferriere (Argentina), del Centro Bioética Persona y Familia. Puppinck mostró que «si la cuestión del derecho a la objeción de conciencia está tan debatida, es porque la conciencia personal es el último y verdadero testigo de la verdad y del bien». Lafferriere, por su parte, citando la encíclica Evangelium Vitae, explicó que el rechazo a participar en una acción injusta no es solo un deber moral, sino también un derecho humano fundamental. Si no fuera así, «la persona humana se vería obligada a realizar una acción intrínsecamente incompatible con su dignidad y, de este modo, su misma libertad, cuyo sentido y finalidad auténticos residen en su orientación hacia la verdad y el bien, quedaría radicalmente comprometida».
El último día de la conferencia, el sábado 31 de mayo, el profesor Emmanuel Sapin habló sobre la disforia de género, mostrando que la diferencia sexual hombre-mujer es una realidad objetiva, con un papel preponderante de las hormonas y del cerebro en la identidad sexual. La preocupación por la búsqueda de la verdad debería llevar a la ciencia a reconocer la existencia de trastornos y, por tanto, a trabajar sobre sus causas, incluida la posible responsabilidad de los disruptores endocrinos.
Por último, el debate sobre la creación del mundo y la aparición del hombre en la tierra despertó gran interés, con las brillantes intervenciones de Michael Taylor (Estados Unidos), Angelo Carfì (Italia) y Olivier Bonnassies (Francia), autor del bestseller «Dios, la ciencia, las pruebas».
El encuentro concluyó con una magnífica conferencia de Jean-Marie Le Méné, presidente de la Fundación Jérôme Lejeune, quien expuso la misión del científico según Jérôme Lejeune: es aquel que «reconoce sin vergüenza que lo que sabe es microscópico en comparación con todo lo que no sabe, y que se siente fascinado por la aventura de la inteligencia en el camino hacia lo inteligible».
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