La resurrección de las víctimas
Era una noche cerrada. El invierno era duro en Belfast. Y no sólo porque el sol desaparecía a las cuatro de la tarde sino porque las únicas luces que alumbraban luego la ciudad eran las de las bombas y ametralladoras.
Era una noche cerrada. El invierno era duro en Belfast. Y no sólo porque el sol desaparecía a las cuatro de la tarde sino porque las únicas luces que alumbraban luego la ciudad eran las de las bombas y ametralladoras.