
Ciencia
Científicos estadounidenses identifican los restos del planeta que impactó contra la Tierra y formó la Luna
Este hallazgo refuerza una de las teorías más aceptadas sobre el origen de la Luna y ofrece nuevas pistas sobre cómo se formó nuestro sistema planetario

Durante décadas, los científicos han intentado descifrar uno de los mayores enigmas del cosmos: cómo se formó la Luna. La hipótesis más aceptada (la delGran Impacto) sostiene que un cuerpo del tamaño de Marte, llamado Theia, colisionó con la joven Tierra cuando ambos aún eran masas incandescentes de lava. De aquel cataclismo surgió el material que, al enfriarse, dio lugar a nuestro satélite natural. Sin embargo, la procedencia exacta de Theia seguía siendo un misterio: ¿vino del interior o del exterior del sistema solar?
Nuevas pruebas apuntan a que Theia, el planeta que chocó con la Tierra hace unos 4.500 millones de años, se formó mucho más cerca del Sol de lo que se pensaba. Un equipo internacional, con participación de investigadores del Instituto Max Planck para la Investigación del sistema solar (Alemania) y la Universidad de Chicago (Estados Unidos), ha identificado en el interiorterrestre rastros que podrían proceder de aquel colosal impacto.
Los científicos analizaron rocas del manto terrestre y muestras lunares de las misiones Apolo para comparar su composición isotópica. Los resultados muestran una coincidencia casi perfecta en las proporciones de hierro y otros metales, lo que sugiere que la Tierra y la Luna comparten un mismo origen material: el choque con un planeta vecino llamado Theia.
El análisis químico que desvela el parentesco entre la Tierra y la Luna
El estudio, dirigido por el geocientífico Timo Hopp, concluye que Theia se formó en la parte interna del sistema solar, más cerca del Sol que la Tierra. Para demostrarlo, el equipo comparó la composición de distintos isótopos en rocas terrestres y muestras lunares recogidas por las misiones Apolo. Parte del material de Theia habría quedado atrapado bajo África y el Pacífico, en enormes estructuras detectadas por estudios sísmicos y consideradas “fósiles planetarios”.
Los isótopos funcionan como una especie de ADN químico que revela el lugar donde se formó un cuerpo celeste. “Estos elementos tienen distintas afinidades por el metal y se distribuyen de forma desigual durante la formación planetaria; por eso el oro es tan raro y valioso”, explica Nicolas Dauphas, coautor del estudio y profesor en la Universidad de Chicago y en la de Hong Kong. “Analizarlos nos permite acceder a las distintas fases de construcción de los planetas”.
Las mediciones revelaron que la Tierra y la Luna comparten casi la misma composición química, lo que confirma su origen común. Con esos datos, los científicos recrearon cómo eran ambos planetas antes del impacto y concluyeron que se formaron a partir de los mismos materiales del sistema solar interior. “Lo más probable es que fueran vecinas antes de colisionar”, señala Hopp.
El equipo también analizó meteoritos de distintas clases para comparar sus proporciones isotópicas. Estos fragmentos, que conservan la huella química de diferentes regiones del sistema solar, sirvieron de referencia para determinar la procedencia del material. Los resultados sugieren que su composición no coincide con la de los meteoritos del cinturón exterior, sino con la de los que se formaron más cerca del Sol.
“El origen de un planeta está grabado en su composición química”, explica Thorsten Kleine, director del Instituto Max Planck y coautor del estudio. “Las proporciones de ciertos isótopos de metales como el hierro o el molibdeno permiten rastrear dónde se formaron sus bloques iniciales”. En palabras del propio Kleine, “la composición de un planeta guarda la memoria de su origen. Gracias a ella, estamos aprendiendo no solo de dónde vino la Luna, sino también cómo empezó todo”.
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