Tecnología

El MIT desarrolla un sistema que convierte el amoníaco en energía limpia y barata

Un nuevo estudio revela cómo aprovechar el amoníaco como fuente de hidrógeno sin generar emisiones, una alternativa prometedora para descarbonizar la industria pesada y el transporte marítimo

El 35% de las emisiones de origen antropogénico se debe a la industria de los combustibles fósiles, un 40% a la agricultura y un 20% a los residuos
El 35% de las emisiones de origen antropogénico se debe a la industria de los combustibles fósiles, un 40% a la agricultura y un 20% a los residuoslarazon

El amoníaco, un compuesto abundante y fácil de almacenar,podría convertirse en la clave para sustituir los combustibles fósiles en sectores difíciles de electrificar. Ingenieros del MIT, en colaboración con la empresa Amogy, han desarrollado un sistema que descompone el amoníaco para extraer hidrógeno, generando energía sin emitir dióxido de carbono.

El proceso utiliza un catalizador mejorado capaz de “romper” las moléculas de amoníaco a baja temperatura y con alta eficiencia. Este avance permite producir hidrógeno directamente en el punto de consumo, sin necesidad de costosas plantas de procesamiento ni infraestructuras adicionales.

“El amoníaco ya se transporta y almacena a gran escala, por lo que aprovecharlo como combustible sería un paso natural hacia una economía sin carbono”, explican los responsables del proyecto. Según los investigadores, su tecnología puede integrarse en motores industriales, generadores o incluso embarcaciones, donde el hidrógeno obtenido se quema o alimenta pilas de combustible para generar electricidad.

Un camino hacia la descarbonización industrial

El sistema de Amogy se ha probado con éxito en drones, camiones y barcos, demostrando que el amoníaco puede alimentar motores de forma estable y segura. A diferencia del hidrógeno comprimido, que requiere temperaturas y presiones extremas, el amoníaco es líquido a condiciones manejables y su infraestructura de transporte ya existe a nivel global.

Además de reducir costes,el proceso elimina la dependencia de combustibles fósiles en industrias que representan cerca del 30 % de las emisiones globales, como el acero, el cemento o el transporte marítimo. El objetivo, según los ingenieros, es llevar esta tecnología a una escala comercial en los próximos años.

Aunque el amoníaco presenta desafíos (como su toxicidad y la posible emisión de óxidos de nitrógeno si se quema directamente), el MIT confía en que la combinación de nuevos catalizadores y sistemas de control haga viable su uso masivo. “Es una transición compleja, pero necesaria”, señalan los autores. “El amoníaco podría ser el puente que nos acerque a una energía verdaderamente libre de carbono”.