Cerebro

¿El futuro del trabajo? Empleados a los que se les escanea el cerebro

Y no se hace por motivos de salud

¿Serán así las oficinas del futuro? EFE/Rodrigo Sura
¿Serán así las oficinas del futuro? EFE/Rodrigo SuraRodrigo SuraAgencia EFE

Existen jefes y líderes. La gran diferencia entre ambos (o al menos una de ellas) es que los líderes confían en la responsabilidad delegada. Los jefes, sin embargo, sienten que deben estar en permanente control de todo. Y la palabra clave aquí es control. De hecho les encantaría estar dentro de la cabeza de sus empleados no solo para saber qué piensan sino saber cuándo están trabajando y cuándo o qué los distrae de sus tareas. Desafortunadamente puede que no estemos muy lejos de que este tipo de directivos cumplan su fantasía gracias a la inversión cada vez mayor en tecnologías de escáner cerebral para empleados.

En los últimos años han surgido varias empresas que ofrecen dispositivos de lectura mental para sus empleados. El objetivo es eliminar la indecisión ante ciertas tareas y fortalecer la concentración. Un ejemplo de ello es InnerEye, una empresa israelí que afirma que sus dispositivos combinan inteligencia artificial con el cerebro humano para acelerar el reconocimiento visual. ¿Qué significa esto? Básicamente que una persona que utiliza esta tecnología (una suerte de gafas de realidad virtual que “leen” nuestra mirada), es capaz de analizar hasta 10.000 imágenes por hora. Muestras de productos, tomografías, proteínas… todo esto podría ser analizado en segundos según Inner Eye.

Otra empresa que va por un camino similar es Emotiv, quienes también utilizan unos dispositivos con IA pero en este caso se trata de un electroencefalograma inalámbrico. Vamos, un lector de nuestras ondas cerebrales que envía la información vía bluetooth o Wifi. La justificación para desarrollar estos productos va desde potenciar el bienestar y la concentración de los empleados a una herramienta para mejorar la productividad y el aprendizaje de tareas. La realidad es que se está obteniendo información directa del cerebro de los empleados.

“El potencial distópico de esta tecnología no se nos escapa – explica Tan Le, director ejecutivo y cofundador de Emotiv en una entrevista –. Por ello somos muy conscientes de elegir socios que quieran introducir esta tecnología de manera responsable; deben tener un deseo genuino de ayudar y empoderar a los empleados”. ¿Quién y cómo determina que el interés sea genuino? En un entorno en el que cada vez aumenta más el trabajo remoto, esta tecnología se podría convertir en un recurso obligatorio para controlar que las horas de trabajo se cumplen, más que para garantizar el bienestar de los empleados.

También habría que determinar a quién corresponden los datos obtenidos y cómo se usan. Cómo responde nuestro cerebro a determinadas imágenes, sonidos y aún a pausas para tomar café o intercambios con el equipo de trabajo, constituyen una herramienta muy poderosa para los responsables de publicidad… ¿Se puede vender esta información aunque sea anónima?

Karen Rommelfanger, especialista en Neurología de la Universidad de Emory y fundadora del Instituto de Neuroética, lo tiene bastante claro: “Creo que hay un interés significativo por parte de los empleadores respecto a esta tecnología, pero no sé si hay un interés genuino por parte de los empleados”.