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Crítica de “Better call Saul”: La tragedia de un hombre condenado
En su quinta temporada, ya estrenada en Movistar+, el “spin off” de “Breaking Bad” confirma ser una serie absolutamente desgarradora, y una de las mejores de las últimas décadas
Se suponía que Saul Goodman iba a ser una gracieta, un fugaz contrapunto cómico dentro de la trama cada vez más sombría de “Breaking Bad”. La función del personaje, un picapleitos corrupto hasta la médula, era introducir a Walter White y a su ayudante Jesse Pinkman en el submundo criminal de Alburquerque, y punto; estaba previsto que apareciera en tres únicos episodios. En lugar de eso, no solo se quedó hasta el final de aquella serie sino que se erigió en protagonista de un “spin off” que acaba de estrenar su quinta temporada. Y aunque nada logrará evitar que “Better call Saul” permanezca para siempre a la sombra de “Breaking Bad” ni que, como consecuencia de ello, recomendarla a menudo sea como hablarles a las paredes, merece ser situada al lado de la ficción que la alumbró en el panteón de las mejores teleseries de este siglo.
Pese a que ambas observan la degradación moral de un antihéroe, hay una diferencia esencial entre ellas. En su día, mientras contemplábamos “Breaking Bad”, no éramos conscientes de lo lejos que Walter White iba a llegar, y poco a poco fuimos pasando de admirarlo a darnos cuenta de que, en realidad, el tipo era un monstruo y debía ser destruido. Lo más desgarrador de “Better call Saul” es que desde su principio hemos sabido que su protagonista, Jimmy McGill, fracasará en su intento de ser un abogado respetable y se convertirá en un estafador llamado Saul Goodman; que después de eso será cómplice de las fechorías del narco Heisenberg, y que para escapar de todo acabará refugiado tras una nueva identidad, un mostacho y unas gafas, trabajando en un kiosco de repostería de centro comercial. La diferencia entre ambos personajes es que, si Walter en el fondo siempre fue Heisenberg, la conversión de Jimmy en Saul no es sino la consecuencia de una larga cadena de decisiones erróneas y experiencias negativas.
La gran incógnita que la quinta temporada de “Better call Saul" plantea tiene que ver con quien ha sido no solo la compañera sentimental de Jimmy sino también su socia esporádica y su conciencia moral, la abogada Kim Wexler. Ella siempre lo ha defendido y ayudado; ha sido un verdadero ángel de la guarda para él. Pero desconfía de él, y también de su propio lado oscuro. Y ahora que, al principio de la nueva tanda de episodios, Saul ha tomado forma legal y el hombre al que ama se está transformando ante sus ojos en un delincuente, se está viniendo abajo. Y lo peor de todo es que sabemos que, pese a ser una parte tan integral de esta serie, Kim no aparece en “Breaking Bad”, y es lógico temer que algo terrible le sucederá tarde o temprano.
Es este fatalismo, nuestra certeza de que sus protagonistas están condenados de antemano, lo que hace que contemplar “Better call Saul” resulte tan demoledor y tan trágico. Hemos visto a Jimmy tener a su alcance una sucesión de posibilidades de redención, y lo hemos visto desaprovecharlas una tras otra; y en el proceso hemos entendido cada una de sus elecciones y hasta hemos estado de acuerdo con ellas, como si no supiéramos adónde lo están llevando. Y, considerando todas las veces que ha sido castigado por intentar hacer el bien a su poco ortodoxa manera, resulta inevitable sentir una inmensa empatía al verlo abandonarse progresivamente a su talento para hacer el mal.
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