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Movimiento en Hollywood

La multimillonaria alianza entre Paramount y los petrodólares árabes para comprar Warner Bros

David Ellison se apoya en capital autoritario para llevarse el estudio dueño de HBO, mientras crece el debate sobre la influencia económica del Golfo en la industria cultural

Paramount Skydance is preparing a bid for Warner Brothers Discovery ALLISON DINNEREFE

Hollywood se juega algo más que el futuro de un estudio. Paramount Skydance ha dado un paso sin precedentes al aliarse con tres fondos soberanos de Oriente Medio para intentar comprar Warner Bros Discovery por una cifra que ronda los 71.000 millones de dólares. La operación, de consumarse, marcaría no solo un cambio de manos empresarial, sino también una alteración profunda del eje de poder en la industria del entretenimiento global.

Detrás del movimiento está David Ellison, hijo del fundador de Oracle y rostro visible de Paramount Skydance tras su fusión con el legendario estudio. Su estrategia ha sido clara: buscar financiación donde hay liquidez sin restricciones, y eso hoy significa ir directamente al Golfo. Arabia Saudí, Qatar y Abu Dabi, a través de sus fondos soberanos PIF, QIA y ADIA, pondrán cada uno 7.000 millones de dólares. El resto lo asume Paramount Skydance.

La cifra total de 71.000 millones supera con holgura la oferta anterior de 60.000 millones que Warner Bros rechazó en octubre. Pero lo más llamativo no es solo el dinero, sino quién lo pone. Estos estados, que arrastran acusaciones de autoritarismo, represión y censura, están colonizando los espacios culturales de Occidente con una mezcla de ambición económica y lavado de imagen.

Electronic Arts ya fue comprada por Arabia Saudí en septiembre por 55.000 millones, y ahora toca la industria audiovisual. Mientras, en paralelo, se producen encuentros entre Mohammed Bin Salman y Donald Trump, donde se habla abiertamente de inversiones, armas y alianzas estratégicas. Todo esto mientras el asesinato de Jamal Khashoggi sigue sin justicia real, aunque según Trump, son “cosas que pasan”.

Este juego geopolítico disfrazado de movimiento corporativo plantea una pregunta incómoda: ¿puede un régimen que persigue periodistas y no permite libertades civiles ser dueño del estudio responsable de "Juego de Tronos", "El caballero oscuro" o "Looney Tunes"? La respuesta, más allá del dinero, afecta a los principios con los que se construye el relato cultural occidental.

La expresión cultural también se defiende en los despachos, y no solo en las pantallas. Si Warner Bros acepta la oferta, no solo cambiará de propietario: cambiará de contexto. Porque detrás del negocio hay una narrativa que ahora se negocia en riyales, dólares y poder blando. Y Hollywood, cada vez más, parece dispuesto a vender.