Estreno

«The Walking Dead: Daryl Dixon»: Un western zombi con acento español

AMC+ estrena hoy la tercera temporada de la exitosa serie, una aventura que absorvido la cultura de España para adaptarla al apocalipsis más humano

«The Walking Dead: Daryl Dixon»: Un western zombi con acento español
«The Walking Dead: Daryl Dixon»: Un western zombi con acento españolAMC Networks

Tras cruzar Francia y rozar Inglaterra, Daryl (Norman Reedus) y Carol (Melissa McBride) pisan suelo español y la historia se impregna de un carácter inédito. No se trata solo de rodar en nuevas localizaciones: la producción ha absorvido la cultura española, sus paisajes, sus tradiciones y hasta su ironía, y devuelve una especie de western apocalíptico con acento local. Eso es justo lo que parece la tercera temporada de «The Walking Dead: Daryl Dixon», que se estrena hoy, lunes 8 de septiembre, en AMC+.

El arranque, con un episodio ambientado en Londres, sirve de puente y casi de despedida. Poco después, la Costa da Morte abre la puerta a un país en ruinas donde los viejos rituales resurgen y las comunidades reconstruyen su orden como pueden. Esa idea de regresar a costumbres ancestrales se convierte en motor de una temporada que, sin desprenderse de los zombis, se centra en los dilemas de los vivos. Los zombis siguen ahí, molestando en el paisaje, pero ya son parte del decorado. Lo importante es cómo los humanos deciden sobrevivir a pesar de ellos.

La parada principal es Solaz del Mar, un enclave ficticio con aire de spaghetti western gallego rodado en Sepúlveda. Entonces aparece Paz, la vaquera de Barcelona interpretada por Alexandra Masangkay, un personaje magnético que convierte a los caminantes en su propio ganado. Justina (Candela Saitta) y Roberto (Hugo Arbués) encarnan a los jóvenes rebeldes que buscan huir de un destino impuesto, mientras Antonio (Eduardo Noriega) oscila entre la culpa y la ternura. Allí gobierna Federico de Rivera (Óscar Jaenada), que impone reglas arcaicas mientras intenta mantener el control y que resume con una frase la identidad de esta temporada: «¡Hay España, Españita, España! Ella es caótica, salvaje... y también orgullosa».

Ese orgullo se nota en cada detalle. Los guiones no se limitan a usar pueblos como escenarios: incorporan la forma de hablar, de relacionarse, de celebrar y de resistir. Daryl y Carol llegan como extraños, pero terminan adaptándose a códigos que no se parecen a nada que hayan vivido antes. Es ahí donde la serie gana autenticidad y diferencia: no es una postal de España, sino un relato que huele a vino, a tierra y a resistencia.

En medio de ese entorno, Reedus y McBride funcionan como un dúo afinado tras quince años de trabajo conjunto. Él sigue siendo el superviviente huraño que parece cargar con el peso de todos los silencios; ella, liberada de fantasmas, se atreve a abrirse y hasta a coquetear con la posibilidad de un nuevo afecto. Su complicidad basta para que una simple mirada cargue más tensión que cualquier emboscada. Y cuando la acción los junta, la coreografía de tantos años compartidos vuelve a brillar.

Los secundarios españoles no quedan en un segundo plano. Jaenada aporta un carisma ambiguo, Noriega construye un personaje vulnerable y Greta Fernández añade delicadeza a una trama que, de otro modo, sería demasiado seca. La gran sorpresa, sin embargo, es Masangkay, cuya Paz se instala con naturalidad en el imaginario de la saga. Todos ellos aportan una textura distinta que hace que «Daryl Dixon» sea algo más que otro capítulo dentro del universo «The Walking Dead».

La producción aprovecha a fondo la geografía española. El contraste entre la piedra castellana, la costa gallega y los paisajes secos simplemente explotan en la pantalla, pero sin caer en postal turística: cada rincón tiene sentido. Y los zombis, diseñados una vez más por Greg Nicotero, siguen sorprendiendo con variaciones grotescas, pero la temporada prefiere reservarlos como chispa puntual. El verdadero centro es la convivencia, las tensiones entre quienes quieren recuperar un orden antiguo y quienes buscan reinventarse. Esa pugna se siente actual y conecta con debates muy presentes en nuestro propio mundo.

Lo interesante es que todo esto se disfruta incluso sin haber visto la saga principal. La temporada se sostiene sola gracias a un guion que mezcla aventura, drama y folklore sin necesidad de referencias constantes. Para los veteranos, claro, hay guiños y ecos del pasado; pero para los recién llegados es simplemente una buena serie ambientada en un apocalipsis que ya parece secundario.

Con siete episodios que equilibran acción y calma, «The Walking Dead: Daryl Dixon» demuestra que aún queda vida en la franquicia. Y mientras hoy arranca su temporada española en AMC+, el equipo ya rueda en nuestro país la cuarta y última entrega. Parece que, por ahora, el fin del mundo seguirá oliendo a pólvora, a vino y a western con acento español.

Madrid se vistió de gala para recibir a Daryl y Carol

Madrid acogió el pasado jueves 4 de septiembre la premiere mundial de la tercera temporada de «The Walking Dead: Daryl Dixon». La Plaza del Callao se convirtió en alfombra roja con la presencia de Norman Reedus y Melissa McBride, acompañados por Eduardo Noriega, Óscar Jaenada, Alexandra Masangkay, Hugo Arbués, Candela Saitta y Greta Fernández. También asistieron productores y directores como Greg Nicotero, David Zabel, Dan Percival y Paco Cabezas, junto a los máximos responsables de AMC Networks. Tony Aguilar presentó un evento multitudinario que celebró la llegada de la nueva entrega a AMC+ este lunes 8 de septiembre.