San Isidro
Daniel Luque, antídoto contra la resaca
El sevillano corta dos orejas al último del encierro de Fuente Ymbro, en el que todos se mostraron a la defensiva
Con el susto en el cuerpo todavía, afrontábamos la primera corrida de toros desde el sábado, ya casi tenemos que hacer memoria para recordar los derechazos de El Juli. Porque después vinieron el tan discutido triunfo de Guillermo Hermoso de Mendoza en la de rejones y la rotunda gesta de Tomás Rufo con los novillos de El Freixo, propiedad de El Juli. Julián entre los días que se viste de corto y los días que luce su hierro, sobre el papel es el gran protagonista de los carteles de este San Isidro, aunque de momento ha destacado más como mayoral que vestido de corto. Mucho más reciente teníamos la espantosa cornada de Manuel Perera, quien ya se recupera en planta.
Típico día de resaca, en el que se antoja misión imposible alcanzar los estándares de intensidad del día anterior. Finito de Córdoba también venía influido por una de las tardes del fin de semana, concretamente el domingo, en el que celebró en su Córdoba natal sus tres décadas de alternativa. A diferencia del domingo, ayer no pudo lucir su capote, para muchos el de más gusto del escalafón después del de Morante, con quien precisamente se midió en su aniversario. Un regalo para los sentidos era su traje de ayer, canela y azabache. Con él y con un lote de escaso juego intentó sacar de donde no había. El primero se caía y el segundo no tuvo transmisión alguna. Aunque a veces al diestro cordobés se le tacha de no implicarse con los toros que no son de premio esta vez no se le puede acusar de no haberlo intentado. Gesto mayúsculo de Finito al terminar su turno. Se acercó a la enfermería, no por que sufriera alguna dolencia o percance, sino para preocuparse por el estado del novillero Manuel Perera y felicitar al equipo médico que le intervino el lunes, capitaneado por Enrique Crespo.
El Fandi, un torero imprescindible para cualquier ciclo que dure más de cinco días. Su variedad de recursos, tanto con el capote como con los palos, permite desconectar momentáneamente de la ortodoxia que suele acompañar al ciclo madrileño. Subido a tablas, desde lejos, desde cerca, cita a los toros como quiere, aparentando hablar su mismo lenguaje. Con las banderillas en la mano corre al toro como muy pocos saben hacer, algo que el público de La Chata supo apreciar, a pesar de que ninguna de sus dos faenas cobrase peso.
Daniel Luque fue el triunfador de la tarde, con el único lote con posibilidades, hay que decirlo. En declaraciones a LA RAZÓN hace tan solo dos días reconocía sentirse «culpable por haber perdido el sitio al que apuntaba al principio de mi carrera», llegando a salir como novillero a hombros de Las Ventas. También contó que las incertidumbres que se ciernen sobre la celebración de cada feria no le ayudan a la concentración, pero ayer no parecía afectarle nada. Aunque desorejase a su segundo, lo que le hizo a su primero tuvo tanto mérito. Con un toro muy complicado logró sacarle algunos de los mejores naturales de lo que va de ciclo, largos y templados. Aunque no tuvieron ligazón, uno a uno fue construyendo una faena muy extensa y sólida, que por culpa de una espada caída trasera y de muy tardío efecto no acabaría en trofeo.
Por ello, en el que cerró plaza, el público exigió al presidente con mucha insistencia las dos orejas. Ante un toro con más virtudes el sevillano diseñó una obra en la que tiró del Fuente Ymbro por ambos pitones. A pesar de que la plaza volvió a parecer bastante desangelada, con un ambiente frío que no recuerda a ningún San Isidro anterior, los asistentes parecieron multiplicarse con los últimos derechazos de Luque. Hoy el gran mano a mano entre Roca y Aguado, el cartel más esperado.
Vistalegre. Sexta de la Feria de San Isidro. Toros de Fuente Ymbro, bien presentados pero de deslucido juego.
Finito de Córdoba, de canela y azabache, silencio en ambos.
El Fandi, de lila y oro, silencio en ambos.
Daniel Luque, sangre de toro y azabache, saludos tras aviso y dos orejas.
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