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Apoderado de Paco Ureña: «Él es el que anima al resto»

Juan Diego describe la ejemplar actitud de su torero, quien engrosa la lista de graves percances producidos en este cruel mes.

Instante del percance de Ureña del pasado viernes en la Plaza de Toros de Albacete. Foto: José María Fresneda
Instante del percance de Ureña del pasado viernes en la Plaza de Toros de Albacete. Foto: José María Fresnedalarazon

Juan Diego describe la ejemplar actitud de su torero, quien engrosa la lista de graves percances producidos en este cruel mes.

Pasaba el verano. A ritmo frenético. Con la preocupación puesta en las enfermerías, en las malas praxis de equipos médicos poco cualificados para cubrir festejos taurinos. Sin la experiencia necesaria para tomar en un segundo la mejor decisión, la que puede salvar la vida de un torero. Y en septiembre la sangre inundó el ruedo. Como una tromba de agua. No esperó ni un día. El 1 de este mes Thomas Joubert era atendido eficazmente en la enfermería de Bayona (Francia) de una terrible cornada que le arrancó la femoral. Un percance que de haber caído en otras manos podría haber sido mortal. En las dos semanas siguientes los días casi se han contado por cornadas y milagros. Milagros obrados por cirujanos y enfermeros que llevan tiempo denunciando los obstáculos que encuentran al ejercer su especialidad.

Y es que el toro no entiende de plazas ni categorías. El riesgo está siempre en la arena, sin importar color, país o dimensión. Así lleva demostrándose recientemente en Bayona, Nimes (Francia), Villacarrillo (Jaén), o Villa del Prado (Madrid). Pero la sombra de la tragedia no solo se extiende a la duración de las ferias. El riesgo no abandona. Nunca. Forma parte de la vida. víctima de ello ha sido el novillero catalán Abel Robles, que el viernes sufría un ictus cerebral en su casa. Ni siquiera estás salvado cuatro años después de la herida, como la que todavía sufre Miguel Abellán, convaleciente de una insuficiencia renal que le ha obligado a cortar temporada. El peligro ataca igual en el campo, donde hace meses Manolo Vanegas se encontraba entrenando antes de sufrir una gravísima lesión cervical que le mantiene en el Hospital de Parapléjicos de Toledo. También entrenando se lesionó Fortes hace días, haciendo imposible su comparecencia de ayer en Albacete, donde fue sustituido por Andrés Palacios. En el mismo coso manchego el pasado viernes Paco Ureña desafió a todo, al riesgo, a la prudencia y al toro. Tras recibir una cornada en el ojo izquierdo –que compromete la visión– que muy pronto evidenció su gravedad, decidió matar a su oponente con una titánica actitud que conserva a día de hoy, como asegura su apoderado Juan Diego: «Él es el primero que está animando al resto, a pesar de conocer la posibilidad de perder la visión en el ojo». «Es consciente de que si sucede su vida daría un giro, pero él y su familia ya se mentalizan por si llegasen las noticias menos deseadas», añade Eva Peña, jefa de prensa del torero de Lorca. La fuerza y la serenidad que el matador desprende han acabado contagiando a todo su entorno, preparado para tomar cualquier decisión que pueda favorecer su estado, como un posible traslado en busca de la opinión de más expertos. Hoy está previsto que el equipo oftalmológico siga estudiando la evolución de su lesión y se confirme que no hay infección.

Todo el mundo del toro se ha volcado con él, pero Ureña ha recibido un mensaje que le puede ayudar especialmente a afrontar este duro trance. «Sé que te levantarás y afrontarás la vida con verdadero valor, que no está solo en enfrentarse a un toro, sino también a las dificultades de la vida. El sufrimiento es parte de la gloria. Recupérate pronto, el toreo te espera». Con esta frase alentadora Juan José Padilla, quien vivió un capítulo similar, cerraba el mensaje de ánimo a su amigo Paco Ureña que ha hecho público.