Anemia y alzhéimer (I)

Alrededor del 10% de las personas mayores de 65 años en Estados Unidos padece anemia, es decir, falta de hierro en la sangre. Se trata de una estadística importante, porque los investigadores creen ahora que la anemia puede tener una conexión significativa con el alzhéimer.

Un estudio chino con más de 300.000 personas ha descubierto que la anemia está relacionada con un 56% más de riesgo de demencia.

Es más, un nuevo estudio de la Universidad de Kansas descubrió que el hierro puede «secuestrarse» en el cerebro de los pacientes con alzhéimer, creando una deficiencia que podría empeorar la enfermedad más rápidamente.

Padecer anemia ferropénica significa que el organismo no tiene suficiente hierro para producir hemoglobina, una sustancia que contienen los glóbulos rojos para enviar oxígeno al organismo. La anemia ferropénica se produce cuando el organismo usa el hierro más rápidamente de lo que puede producirlo o cuando el flujo de hierro empieza a disminuir.

Las pérdidas de sangre por hemorragias internas, menstruaciones abundantes o análisis de sangre frecuentes pueden provocar anemia ferropénica. El embarazo, la lactancia, las enfermedades de la médula ósea, las afecciones autoinmunitarias y una alimentación inadecuada también pueden contribuir a su aparición.

Hay varias formas en que la anemia puede dañar el cerebro y acelerar la disfunción cognitiva. El alzhéimer provoca la muerte de las células nerviosas, con el consiguiente deterioro de la memoria, la capacidad de pensar y cambios en el comportamiento y la personalidad. La falta de hierro puede interferir en los procesos cerebrales que afectan a los neurotransmisores y a la formación de mielina, una proteína que forma una capa protectora aislante alrededor de los nervios.